Julio María Sanguinetti, precandidato por Batllistas – Partido Colorado
Ni el mismo Sanguinetti esperaba formar parte de la contienda electoral. Intentó por todas las vías posibles convencer a Ernesto Talvi de que quería apoyarlo, pero no tuvo éxito. Es que el economista “no quería a nadie” del grupo de dirigentes del expresidente, aseguró en diálogo con CRÓNICAS. Por otra parte, el precandidato favorito en la interna colorada se refirió a los riesgos que correría el país con un cuarto gobierno frenteamplista, y respondió cuáles son las principales medidas que deberá tomar quien asuma el poder en 2020.
Por Oscar Cestau | @OCestau y Magdalena Raffo | @MaleRaffo
-¿Dónde se imagina el 1º de marzo del año que viene?
-Todavía no me lo imagino.
-¿Qué considera que puede aportarle al Partido Colorado (PC) en caso de ganar la interna?
-Me incorporé a la batalla electoral en función de una circunstancia particular del PC: luego de la salida de Pedro Bordaberry y de la no coagulación de otras oportunidades, se había generado un formidable vacío. En aquel momento algunas encuestas nos daban 3%, 4%, 5%, y es en esa circunstancia que un conjunto de amigos, algunos dirigentes políticos en el Interior, y otras figuras relevantes en el plano técnico, me vinieron a pedir que los agrupara, que fuera su portavoz y que saliera. Les dije que no pusieran candidatura, que íbamos a salir a ver qué nos decía la gente –no estoy de acuerdo con esa tendencia muy moderna de que primero digo que sueño ser presidente, ser senador, y después salgo a ver si encuentro tres o cuatro que me apoyen-.
-¿Qué fue lo que cambió en este proceso desde aquella nota que hicimos en CRÓNICAS en mayo del año pasado, donde usted dijo que no era posible que aceptara la candidatura que le estaban solicitando?
-Lo que cambió fue que salimos en un momento crítico a reposicionar al partido y la respuesta fue muy buena. Fue creciendo y creciendo, y llegó un punto en el cual la marcha atrás era borrar prácticamente todo lo que se había ganado, y entonces ahí quedé prisionero de mi propio esfuerzo.
-¿Le sorprendió esa respuesta de la gente?
-Uno siempre tiene la esperanza… la política es un esfuerzo optimista, sin optimismo no se puede hacer política. Yo pensaba que iba a haber una buena respuesta, lo que sí me sorprendió fue que fuera tan rápida, porque fue casi inmediato que se vio que el partido revivía, sobre todo que cambiaba el talante, y luego se empezó a ver en la presencia, en las movilizaciones.
-Dijo que no se imagina el 1º de marzo. Ahora, ¿qué dos o tres medidas debería tomar quien asuma el gobierno?
-Yo siempre digo que el 1º de marzo, ninguna. Lo peor es precipitarse. Lo que sí creo es que hay cosas más urgentes que son de mediano plazo. ¿Qué es lo más urgente? Encarar la reforma de la seguridad social, encarar la reforma de la educación, para esperar resultados que verá el gobierno siguiente, porque mientras formamos los docentes, cambiamos los programas, reestructuramos los métodos pedagógicos, eso se verá en el correr del tiempo.
Lo mismo pasa con la seguridad social, que si no se retoca, va a la quiebra de nuevo. Ahí sí que se requiere optimismo para hacer política, porque esto se había resuelto hasta el 2025-2030 en la reforma del 96, [pero] entre la equivocada ley del 2008 y la peor aplicación que se hizo de ella, se desfinanció, y ahora hay que volver a arreglarlo. También los efectos son a mediano plazo, porque naturalmente no se puede tocar ningún derecho adquirido ni ninguna legítima expectativa.
No nos olvidemos de que el país tiene un endeudamiento muy grande: la deuda pasó de 13 mil millones a 40 mil millones de dólares, está pagando dos mil millones de dólares de intereses, y además tiene un 4% del PIB de déficit. Quiere decir que los márgenes de acción están muy acotados, o sea, todas estas cosas que hay que hacer a mediano plazo, tienen un corto plazo muy estrecho en el cual tenemos que ir maniobrando con estricta administración para poder ir caminando a la dirección establecida.
-¿La reforma de la seguridad social, incluye a la llamada “Caja Militar”?
-La Caja Militar es muy particular. El primer error es llamarlo caja; no lo es porque hay un solo empleador, que es quien decide cuántos contribuyentes va a haber. No es lo mismo tener 40.000 que 20.000. Hoy son la mitad que hace 15 años, y en consecuencia hay un agujero fantástico. Es lo mismo que si hubiéramos reducido a la mitad el mundo de activos de la seguridad social civil. Alguna vez pensé que debíamos borrar la caja y en el Presupuesto General decir “planilla de activos” y “planilla de pasivos”. Probablemente hay que retocar cosas, pero tampoco hay que asumir que ese famoso déficit del cual se habla sea resultancia del exceso de la propia caja, sino de que el empleador resolvió que la mitad no estuviera.
-¿Usted cree que hay conciencia en el resto de los partidos políticos de la importancia de reformar la seguridad social y la educación, tal como plantea?
-El propio gobierno lo está diciendo todo el tiempo con relación a la seguridad social; lo dice el presidente, lo dice el ministro Astori. Conciencia debería existir en el gobierno y en la oposición. Ahora, que luego haya voluntad para asumir las reformas, que nunca son simpáticas –porque son restrictivas- y no son para cosechar aplausos… Por eso digo que es un crimen que luego de haber resuelto el tema hasta el 2025-2030, ahora tengamos que rehacerlo.
-En el hipotético caso de que la definición sea entre el PC y el Frente Amplio (FA), ¿qué riesgos visualiza si no gana su partido?
-El problema del FA es que tiene el corsé ideológico que todavía lo ata a innúmeros prejuicios. La seguridad ciudadana, la inserción internacional, la política exterior, la educación, están atados a prejuicios propios de la época de la guerra fría, o de aquellos tiempos en los que todavía el socialismo podía ser mirado con una expectativa. Se ha producido un cambio muy fuerte en el FA que es el rechazo a la candidatura de Astori y la declinación clara de su influencia, habida cuenta de que él fue quien manejó la economía en los tres períodos de gobierno del Frente. Si bien podemos hacerle muchos reproches, tenemos que reconocerle que evitó la catástrofe que hubiera sido la aplicación de aquellas prédicas históricas del FA que rompían con el Fondo Monetario [Internacional], que dejaban de pagar la deuda externa, etcétera.
Ya no va a estar el Astorismo con el peso que tenía, y el propio socialismo está sosteniendo, por ejemplo, en materia de seguridad ciudadana, que hay que retornar al espíritu de las reformas del primer período de Vázquez, cuando el socialismo fue el encargado del Ministerio del Interior, con el Dr. [José] Díaz y con la profesora Daisy Tourné. Fue aquel momento en que se instaló una visión poética en la seguridad, se borró la palabra represión porque tenía perfume de dictadura, y nos lanzamos a largar 700 presos en una tarde porque eso era lo humanista. Ahí se generó una situación de impunidad en el delito y de desarme anímico de la policía que fue nefasto. Este solo concepto marca la dificultad que puede haber en un gobierno frentista sin los balances que tuvo hasta ahora.
-¿Qué lugar ocuparían en su eventual gobierno las políticas sociales?
-Las políticas económicas y las políticas sociales son un todo, o sea que lo fundamental es buscar un equilibrio, dentro de las restricciones económicas que nos imponen unas finanzas totalmente desequilibradas. El ministro Astori se ha enojado conmigo porque digo que tenemos una fuerte hipoteca, y la tenemos. No digo que estemos en quiebra, lo que digo es que si no pagamos los intereses de la hipoteca, sí vamos a estar en quiebra. Las políticas sociales del FA han fracasado, no lo digo yo, lo ha dicho el presidente Mujica con todas las letras. Yo concuerdo con él, porque hemos vivido una cosa extraña: una larga década de crecimiento económico y de decadencia social, que se ve en la caída de la educación, en la inseguridad ciudadana.
-¿A qué atribuye esa decadencia, pese a que hubo un crecimiento económico?
-A un mal manejo de la seguridad y un pésimo manejo de la educación, porque se hizo con un ánimo de revancha para la reforma que habíamos hecho nosotros, a la cual no se le pudieron mover algunas bases porque era imposible. Las escuelas de tiempo completo ya no podían ir para atrás porque la gente los hubiera incendiado, pero deshicieron el programa de transformación de secundaria, deshicieron los programas de los CERP (Centros Regionales de Profesores); generaron un clima adverso a aquel proceso reformista que, guste o no, es la única visión de conjunto que ha habido en 70 años de la vida del país. Entonces, por ahí hay que empezar. Pero nosotros no vamos a ir a hacer revancha como han hecho ellos con tantas cosas –por el hecho de que el Plan Ceibal lo haya hecho Vázquez, no lo voy a ir a cambiar-.
-¿Qué fue lo mejor y lo peor que le dejó la izquierda en estos 15 años al país?
-Lo mejor es que no aplicó sus banderas históricas, o sea, las bases estructurales del país siguieron, y eso incorporó al FA a la estructura histórica del Uruguay democrático liberal, con economía de mercado, propiedad privada. Ya no tenemos una perspectiva revolucionaria, es decir, la Revolución Socialista quedó en el camino, felizmente, porque era equivocada. Lo malo es que la retórica socialista sigue todavía usándose como una utopía y deformando a veces la aplicación de las medidas a las realidades concretas. A veces ocurre que se piensa una realidad de economía de mercado con mentalidad socialista, y ese ha sido el mayor problema que ha tenido el FA en su aplicación. Lo más importante ha sido eso, la transformación de un partido revolucionario antiliberal, en un partido incorporado a la estructura económica, social y política del país.
-¿Y lo peor?
-Lo peor creo que ha sido el fenómeno de la educación, de la inseguridad, y sobre todo el no asumir ciertos problemas. Yo no le pido milagros al ministro del Interior, lo que le pido es que reconozca la realidad, porque siempre ha buscado un pretexto. Ahora estamos con que el Código del Proceso Penal es el culpable de todo, pero tiene un año y ya había 300 muertos y 20.000 rapiñas. Entonces, le cuestiono fundamentalmente eso, porque es imposible enfrentar una enfermedad sin un diagnóstico. Hace 10 años nadie hablaba de ajustes de cuentas, quiere decir que no existían bandas de narcotraficantes disputando terrenos a tiros; ese es un fenómeno muy reciente.
Talvi “no quería a nadie”
-¿Cómo evalúa la campaña electoral?
-La campaña electoral todavía está armándose porque ha habido muchas incógnitas y también cambios. Entre ellos, un cambio muy fuerte en el FA, que hasta ahora no había tenido internas –se había resuelto entre los tres líderes históricos, Vázquez, Mujica, Astori- y hoy hay una interna real. El PC tiene una interna novedosa como consecuencia de la circunstancia. Nadie esperaba, ni yo, que estuviera en esta campaña. Ernesto Talvi ha sido una novedad del otro lado, con un proyecto político distinto en cuanto a que no quería el apoyo de las figuras tradicionales o existentes en el partido, más la presencia del Dr. Amorín, que ya había estado antes. Es una interna extraña porque en el fondo los dos somos nuevos, uno por nuevo y otro por renovado (risas).
-¿Cómo es la relación con Talvi? ¿Se reúnen?
-Es buena. Yo me pasaba hablando todo el tiempo con él porque lo quería convencer de que lo quería apoyar. Busqué por todos los medios alguna solución que nos llevara a buen puerto, y finalmente me vi constreñido a presentarme.
-¿Cuál es la explicación que le dio en ese momento?
-Ernesto siempre tuvo la idea de hacer una cosa nueva, con colores nuevos, con semántica nueva –no hablar más de dirigentes, sino de referentes, etcétera-. Hablamos muchas veces, y en ese aspecto nunca llegamos a una concordancia. Yo lo hubiera apoyado en aquel momento porque me parecía que era una posibilidad interesante, pero en las características del diseño que él quería, no cabía lo que yo creo que es la mayoría del partido; no cabíamos, entonces no hubo más remedio que reorganizar con gente de la 15, de Vamos Uruguay, del Foro, una nueva estructura que fue Batllistas.
-¿Se sintió rechazado por Talvi?
-Yo no le llamaría rechazo, era una idea distinta, yo la respeto.
-Se dice que no quería a algunos dirigentes que lo acompañaron históricamente a usted.
-A algunos no, no quería a nadie (risas). Pero no quiero entrar en ese debate porque ya ocurrió. Él quería hacer lo suyo solo y lo hizo.