El experto en Relaciones Internacionales, Ignacio Bartesaghi, evaluó que “China siempre rompió los esquemas y lo que está haciendo ahora es (…) poner un Estado moderno y con mucha fortaleza económica y financiera”. En cuanto a los vínculos comerciales y de inversión con la región, y en particular con Uruguay, estimó que “vamos a empezar a ver proyectos de inversión más sólidos” y una agenda más enfocada en la cooperación.
El XIX Congreso del Partido Comunista Chino aprobó esta semana una de las reformas más significativas de la historia de China como República, iniciada en 1949 por Mao Zedong, al decidir la inclusión del pensamiento del presidente chino Xi Jinping en la Constitución de la nación asiática. Este agregado le da mayor poder al líder chino, y lo eleva a una categoría de personaje histórico que, hasta ahora, solo ocupaban Mao Zedong y Deng Xiaoping.
La China comunista que inició su último tramo histórico -un pestañeo en la larga tradición milenaria de aquel país- con una visión rupturista del comunismo soviético, hoy se encamina hacia un país cada vez más moderno, con estrategias para el gobierno a nivel interno y externo lo suficientemente claras y abiertas como para continuar con los niveles de desarrollo que se han mostrado en los últimos diez años y con una agenda de inserción inusitada para países con gobiernos autoritarios.
Para el analista internacional y director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la UCU, Ignacio Bartesaghi, la nueva era iniciada con la renovación del gobierno de Xi Jinping marca el “comienzo de una doctrina” con la visión puesta en la China del 2050. Esta nueva era tiene algunas semejanzas, sobre todo en las formas, a la llevada adelante por su primer antecesor. Xi Jinping “tiene un gran culto a su personalidad, y toma mucho en cuenta el poder, su figura, y la concentración de poder. Es un líder muy fuerte”, destaca.
Esta doctrina está compuesta por dos factores fundamentales: la interna y la externa. Xi Jinping pone como objetivos del manejo interno de China algunos cambios en la estructura de desarrollo dirigidos hacia la innovación, menor presencia del Estado, mayor consumo interno, mayor protagonismo de los servicios, un ataque a la corrupción, y la preocupación por las cuestiones ambientales.
“Nada de esto indica que vaya hacia una China con más libertades. Nada de eso, sino hacia un país en el que el Estado tiene que atender los grandes temas, allí están los cambios en el sustento del desarrollo, una preocupación por el medio ambiente y una lucha contra la corrupción, y una preocupación de algo que se está hablando bastante en China que es lo que genera la urbanización”, destaca Bartesaghi.
En la “pata externa” es donde podría aparecer América Latina. “La parte internacional tiene algunos pilares como la internacionalización de las empresas, para lo cual hay que cumplir con las normas internacionales, y allí China tiene que tender, cada vez más, a cumplir con las normas internacionales como los temas laborales y medioambientales”, sostiene.
Además, China aspira a internacionalizar, cada vez más, su moneda como alternativa al dólar y al euro. “Esto es clave”, asegura Bartesaghi. A su vez, está llevando adelante la nueva ruta de la seda, y con esto, la concreción de una serie de instituciones paralelas como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, o la continuación de los BRICS. “Allí hay que ver dónde entra América Latina. Creo que entraría un poco más en lo que llamo como un cambio de lógica en cuanto a prestar inversión. Va a seguir financiando mucho y vamos a empezar a ver proyectos de inversión más sólidos y después algunos acuerdos de libre comercio en la región, pero el cambio mayor es el cambio de agenda e ir más hacia la cooperación. No vamos a ir hacia una lógica de “te compro soja y te vendo calzado”, estamos hablando de una China que, en el enfoque de Xi Jinping, está dispuesto a sentarse a hablar de cooperación, hablar de inversión más concreta, asociatividad empresarial: una agenda como la que tiene Japón y Corea con América Latina y que China no”, explica el analista y agrega: “Vamos hacia una relación con mayor calidad, quizá con menos cantidad”.
Mayor presencia
Además, la nueva política china apuesta a llevar “un ejército cada vez mejor preparado. China tiene a una Corea del Norte a la que parece que le sirviera de sostén, pero no deja de ser un país inestable. A su vez tiene una relación compleja con Estados Unidos, con Rusia y con un Japón que va camino a reformar la Constitución para tener Ejército propio. Está todo dicho”.
“China siempre rompió los esquemas y lo que está haciendo ahora es terminar de derrumbar los esquemas y poner un Estado moderno y con mucha fortaleza económica y financiera”, agrega. De esta manera comenzó a ocupar espacios que dejan una Europa debilitada y un Estados Unidos confuso desde la asunción de Donald Trump. “Entonces tenés a gran parte del mundo que sigue inestable o es poco preponderante como África, América Latina o Medio Oriente, y el único que tiene armando algo del «tablero mundial» en términos de estrategia es China”.
En este sentido Bartesaghi no visualiza a América Latina en el espectro de China, “creo que debería beneficiarse con una estrategia a definir con lo que pase en China, pero no somos prioridad y Xi Jinping no tiene una estrategia definida con esta región”. El analista sostiene que su mayor preocupación al sur de México podría ser Venezuela por la deuda que tiene con aquel país: “De ninguna manera el foco está en América Latina y desde acá no estamos preparados para beneficiarnos de eso, al no tener una estrategia definida y al no dimensionar adecuadamente lo que está pasando en China. Me parece que vamos a quedar afuera de todo esto”.
Con Uruguay
El comercio entre Uruguay y China en el primer semestre de 2017 presentó una variación positiva tanto en las exportaciones como en las importaciones, según publicó el último informe que muestra las relaciones comerciales entre ambos países, elaborado por el departamento que dirige Bartesaghi en la UCU. En la primera mitad del año las exportaciones totalizaron US$ 897 millones, un 44% más que en el mismo período del año anterior. “Cabe destacar que dichos valores no incluyen las colocaciones desde y a través de zonas francas instaladas en Uruguay, en particular las referidas a operaciones de soja y pasta de celulosa”, expresa el informe. Las importaciones desde Uruguay, en cambio alcanzaron los US$ 785 millones, con un aumento de 13% en relación a 2016.
En el primer semestre de 2017, el saldo del comercio de bienes entre Uruguay y China fue favorable para Uruguay, incluso sin considerar el comercio de zona francas que aumenta aún más el saldo favorable. Según los datos presentados por el informe en los primeros cinco meses de 2017, China informó compras de pasta de celulosa por un total de US$ 230 millones, monto que no es publicado en la base de la Dirección Nacional de Aduanas.
Las semillas y frutos oleaginosos fueron el principal producto exportado, las colocaciones uruguayas de este producto en China crecieron 72%. En total 19 empresas exportaron semillas al mercado chino, por un valor superior a los US$ 25.000 cada una. Le siguen en importancia la carne y la madera, ambos productos con variaciones positivas en el período analizado por el estudio.