Mario Bergara, presidente del Banco Central del Uruguay
Aunque la reducción significativa de la inflación marcó este año en materia económica, mantener la estabilidad financiera es uno de los principales desafíos a los que se enfrenta el Banco Central del Uruguay (BCU), según su presidente, Mario Bergara. El optimismo perdura, pero ve una amenaza en el contexto global de alta incertidumbre.
¿Qué evaluación hace del 2017 para el BCU?
El 2017 fue de celebración para la institución por cumplir sus primeros 50 años de existencia. A lo largo del año se realizaron diversos eventos que permitieron a funcionarios y funcionarias de hoy y de ayer rememorar la historia del BCU, en base a sus valores, su compromiso y sus aprendizajes. También se compartió la celebración con todos aquellos agentes públicos y privados que interactúan con la institución y con la sociedad uruguaya.
En materia del cumplimiento cabal de las funciones bancocentralistas, asistimos a una reducción significativa de la inflación, ubicándose luego de un tiempo prolongado, dentro del rango meta deseado. En cuanto a la salud y la estabilidad del sistema financiero, también se aprecia una situación adecuada. La regulación y supervisión del mismo, sumadas a un conjunto de medidas de carácter macroprudencial, permiten dar seguridades en materia de estabilidad financiera para la economía uruguaya en general.
Las medidas desplegadas se hicieron con la necesaria consistencia de políticas y con atención a objetivos múltiples, que incluyen la salud de las cuentas públicas y la competitividad de las empresas uruguayas. Asimismo, se trabajó intensamente en la dirección de implementar la estrategia de inclusión financiera, coordinando con los otros agentes relevantes del Estado.
También corresponde destacar la consolidación de la planificación y gestión estratégica de la institución, que permite un aprovechamiento más racional y eficiente de los recursos para el mejor cumplimiento del mandato legal de la entidad. Por último, sentimos que nuestro contacto directo con la sociedad ha seguido profundizándose, sobre todo por el despliegue de nuestro programa de educación económico-financiera BCU Educa, en todo el país.
¿Cómo vislumbra el futuro inmediato y cuáles son los desafíos que tiene el BCU por delante en 2018?
Un desafío principal consiste en sostener el marco de estabilidad recién comentado, que implica mantener los guarismos inflacionarios dentro del rango objetivo y preservar el sano funcionamiento del sistema financiero y el sistema de pagos. En todas estas áreas, somos optimistas, sin dudas.
El contexto global está caracterizado por alta incertidumbre y volatilidad, con mercados financieros exuberantes –con los riesgos de ajustes que esa exuberancia genera-, y con procesos tecnológicos que desafían el funcionamiento monetario y financiero de nuestra economía. Por ejemplo, debemos seguir con atención el desarrollo de las criptomonedas y avanzar en la evaluación del plan piloto de emisión de billetes digitales por parte del BCU. Este plan está en la mira internacional, porque el nuestro es el primer Banco Central del mundo en dar pasos concretos en esta materia, posicionando al país en lugares de vanguardia en cuanto a la visión del mundo y a la adaptación a tecnologías novedosas.
También nos desafía el despliegue de las plataformas electrónicas en el sistema financiero –las llamadas FinTech-, dado que para definir marcos regulatorios adecuados, debemos comprender en qué consisten, cómo compiten y cooperan con los agentes tradicionales, como éstos se adaptan a las nuevas tecnologías y qué oportunidades y riesgos generan. La tensión entre innovación y seguridad es un ingrediente permanente en la historia del sistema financiero y para resolverla adecuadamente, lo primero es entender lo que está pasando. Por tal motivo, hemos convocado a todos los agentes interesados a un grupo de trabajo, que incluye a bancos, empresas de seguros, bolsas de valores, FinTechs, la ANII, etc.
Asimismo, pretendemos seguir consolidando la profesionalización de la gestión en la institución, procurando obtener la certificación integral de calidad de procesos de todo el BCU, objetivo que nos colocaría en un lugar de privilegio y orgullo a nivel nacional e internacional.
¿Qué posibles amenazas ve en el horizonte?
Las amenazas están asociadas a lo ya mencionado: un marco global de incertidumbre política y el desenfreno en los mercados financieros internacionales derivados de la abundancia de liquidez y la búsqueda de rentabilidad en los países emergentes como el nuestro. Los flujos de capitales se basan en expectativas volátiles sobre las condiciones financieras y los tipos de cambio.
Este panorama obliga a enfatizar el enfoque de administración de riesgos en la política económica: identificar vulnerabilidad y mitigar los riesgos, consolidando una plataforma de estabilidad que nos ha permitido navegar razonablemente en el mundo turbulento e incierto en el que vivimos. Somos optimistas porque confiamos en esa plataforma que hemos construido. Solo sobre bases de estabilidad podemos seguir contribuyendo al crecimiento económico y al bienestar social.
¿Y a favor qué tenemos?
Justamente, esas bases que nos han permitido absorber shocks externos de magnitudes significativas, tales como la crisis financiera global de 2008, los desórdenes en varios países europeos en 2011-2012 y la brutal incertidumbre de las políticas de los países avanzados, que tiene sus puntos altos en el Brexit y en el triunfo de Trump en Estados Unidos.
Además, tenemos a favor la capacidad de renovar nuestra forma de ver las cosas, actualizarnos y responder a tiempo a los desafíos que nos presenta el mundo y la dinámica tecnológica.
En el terreno bancocentralista, también destaco las capacidades humanas que nos permiten estar al día a la hora de diseñar e implementar las estrategias en todos los órdenes que le competen a la institución.
¿Cómo ve el desarrollo del proceso de bancarización? ¿Marcha a la velocidad adecuada o debería tener otro ritmo?
No vemos un proceso de bancarización sino de inclusión financiera, como parte de una estrategia de inclusión social. No tenemos dudas de que es claramente beneficiosa para los uruguayos. Está permitiendo un mayor acceso a todos, particularmente a micro y pequeñas empresas y a las familias de menores recursos, a los servicios financieros que, usados responsablemente, redundan en mayor bienestar de la gente. Se generaron nuevas reglas de juego en los mercados, imprimiendo más competencia en beneficio de los usuarios y haciendo gratuito un conjunto de transacciones que los bancos cobraban previamente.
“En el 2017 se trabajó intensamente en la dirección de implementar la estrategia de inclusión financiera”
A su vez, se está estimulando un cambio sustancial en la forma en la que los uruguayos hacemos los pagos, pasando de un sistema basado en el efectivo y los cheques, a uno basado en los medios electrónicos –tarjetas de crédito y débito, transferencias, instrumentos de dinero electrónico, entre otros-. Mientras el sistema previo miraba hacia el pasado, era arcaico, opaco, inseguro, costoso e ineficiente, el sistema que se impulsa mira hacia el futuro, es moderno, más transparente, informativo, brinda más seguridades y es más eficiente y económico.
Los ritmos son los que la sociedad le está imprimiendo. Se va aprendiendo sobre la marcha y por eso la implementación tiene sus pequeñas fricciones. Pero de todas maneras, ya se está notando un cambio importante y positivo, lo que demuestra la aceptación por parte de los uruguayos.
¿Por ejemplo?
En el sistema de pagos, las transacciones con tarjetas de débito se han multiplicado por más de 15, se está reduciendo el uso del efectivo y de los cheques, y los pagos electrónicos, que eran el 8% del total, pasaron a casi el 30% en solo tres años. El uso de cuentas bancarias ha crecido enormemente para el pago de remuneraciones y pasividades, así como los nuevos instrumentos de dinero electrónico. El avance es notorio. Algunos instrumentos contenidos en la ley aún no han tenido desarrollo en el funcionamiento cotidiano, como el crédito de nómina y el subsidio para el ahorro de los jóvenes para la vivienda. De todas maneras, el balance es altamente positivo.
¿Cómo se para el BCU frente al crecimiento frenético de la cotización de la criptomoneda más famosa, el Bitcoin? ¿Debe regularse? ¿Hay riesgo de estallido de una nueva burbuja a nivel global?
Las criptomonedas, como los Bitcoins o los Ether, son herramientas que no tienen un ente emisor, que tienen mecanismos de validación complejos, que permiten transacciones y que pueden operar como mecanismos para validar contratos inteligentes. Hay que entender más qué significan estos instrumentos en términos monetarios. Hasta el momento no han jugado un rol importante como medios de pago, pero de a poco se perfilan como instrumentos de reserva de valor.
A su vez, la tecnología que utilizan, el Blockchain, puede expandirse para dar soporte a múltiples procesos en el funcionamiento de los mercados y a procesos de funciones del Estado. Abre un mundo de posibilidades.
Con respecto al proceso desenfrenado del valor de los Bitcoins, evidentemente trasunta una enorme volatilidad, algo negativo para cualquier moneda que procure ser unidad de medida, y genera claras preocupaciones en cuanto a su sostenibilidad y cumplimiento. Está claro que dadas estas características, no pueden ser una alternativa para la inversión de las reservas internacionales del país, no solo por su inestabilidad, sino también porque no son claros los fundamentos de esa evolución errática.