La alimentación del futuro

El agua como base de todo

Lejos del bullicio de la ciudad, una empresa se abre paso en la producción hortícola a través del camino de la hidroponía, lo que les ha valido la confianza de Tienda Inglesa, un galardón mundial en el último año por su sustentabilidad y una rentabilidad de entre el 30 y 50%.

Por Anahí Acevedo | @PapovAnahi

Despunta el alba sobre los campos de Melilla. La zona rural de Montevideo se caracteriza por la actividad agrícola productiva y, a primera hora de la mañana, llegan en bicicleta los trabajadores a las plantas. Una de ellas es Verdeagua, la empresa proveedora de vegetales de Tienda Inglesa, desde donde temprano cerca de veinte personas comienzan la cosecha que luego se pesará, se trazará, se colocará en un camión y se trasladará a la planta de procesado, para más tarde llegar al supermercado con entre 1.000 y 1.500 unidades diarias.

Lechuga salanova, berro, albahaca, espinaca y rúcula. Dentro de los invernáculos todo es color y frescura. El fuerte y característico aroma de la albahaca sobresale del resto de los vegetales. Distintas vetas de verde y violeta se entremezclan, y a los oídos llega el sonido del agua que cae y nutre las plantaciones. Sin embargo, un elemento ausente da sentido a todo el método de producción: la tierra.

La hidroponía es una rama de las ciencias agronómicas relacionada a la forma de realizar horticultura a través del agua. Es un camino más para elegir, y el que decidió tomar Verdeagua para la realización de su misión empresarial. Este método permite cultivar vegetales en sitios en los que normalmente no se podría o en un punto densamente poblado, permitiendo generar mayor cantidad de productos con el sólo hecho de aplicar agua apta.

El líquido que se coloca a la planta para que crezca posee una solución nutritiva compuesta por un porcentaje medido de iones de elementos que se agregan a través de fertilizantes. La misma recircula continuamente, por lo que nunca se pierde ni se tira nada. Más allá de la producción agrícola, la empresa se dedica a generar calidad.

Sebastián Figuerón, quien junto a Juan Herrera fundó la empresa en el año 2002, cree firmemente que para que un producto final sea excelente todos los puntos de la cadena deben ser contemplados.

“Cuando ofrecés cosas buenas la demanda empieza a crecer. Además, el tipo de alimentos que nosotros hacemos tiene cada vez más demanda por una cuestión publicitaria. Hay una cierta coherencia entre lo que nosotros hacemos y lo que están buscando determinadas personas que van hacia una alimentación saludable”, sostuvo Sebastián Figuerón, cofundador de Verdeagua.

El tipo de semillas a utilizar, la capacidad humana de los trabajadores, las características de los invernaderos, los procesos que se ejecutan, la empresa destinataria y el público para el que se trabaja están contemplados en cada paso que se da y en cada decisión que se toma, aseguró a Empresas & Negocios. La empresa tiene entre un 30% y un 50% de rentabilidad, remarcó. Figuerón sostuvo que la hidroponía hace entender que hay una manera diferente de hacer las cosas, aunque subrayó que no es su intención evangelizar con este método. Al mismo tiempo, hizo énfasis en la importancia del equipo y en la responsabilidad que conlleva ser el interlocutor de un colectivo de trabajo.

“Estamos haciendo comida, nos va a ir bárbaro si lo hacemos de una manera noble y ética. Luego de eso, no es más ni menos que una empresa de producción hortícola”. Esa premisa se mantuvo desde el principio, cuando comenzaron trabajando sobre 400 metros cuadrados –hoy tienen 7.000- de superficie en una iniciativa a pulmón, en un país que sufría una de las peores crisis económicas de las últimas décadas, la del 2002.

Las ventajas de la hidroponía para la empresa “está en los números”, expresó. Se produce mayor cantidad y mejor -un 50% más rápido en comparación de un método de cultivo común-, y de una forma de trabajo “más digna”. Los empleados trabajan parados, evitando de esta forma estar agachados entre la tierra y la lluvia, en el campo. Si bien no pueden escapar del clima, las temperaturas son más equilibradas dentro del invernáculo

Uno de los puntos a destacar de la empresa es la utilización de un software para la trazabilidad. Con este elemento, el consumidor puede acceder, a través de un código QR, a todo el trabajo que hubo detrás de cada hoja verde.

El trabajo con Tienda Inglesa

En un comienzo la venta era “puerta a puerta”. Luego siguió el restaurante, y un año más tarde llegó el supermercado. Desde el principio, Tienda Inglesa se interesó y el proyecto comenzó a rodar. El primer vegetal comercializado fue el berro hidropónico, un producto que solucionaba un problema de seguridad alimentaria causada por el quiste hidatídico. De todas formas, la cuota de berro aún no se completa y la empresa tiene un faltante, reconoció Figuerón. El motivo, explicó, está relacionado a distracciones propias del camino o incursiones en otras áreas.

Asimismo, la experiencia que brindan los años hace intuir a una persona cuando una decisión tomada va a tener buenos resultados, aseguró. Esto, sumado al poseer el perfil de un consumidor promedio y a la elaboración de una investigación, ayuda a que los resultados económicos sean positivos. Si bien no son la única empresa de hidroponía en Uruguay, sí tienen variedades únicas, como la lechuga salanova, también llamada “la lechuga mandala”, por su forma.

Este alimento es el desarrollo de una empresa familiar independiente holandesa que trabaja específicamente buscando un proveedor que la elabore de la forma que ellos consideran correcta y ética, explicó el cofundador de Verdeagua. Es así que los holandeses brindan los conocimientos de cómo cultivarla directamente. En el caso de la empresa uruguaya, el vínculo se logró gracias a Tienda Inglesa. Es que este supermercado es uno de los que demanda requerimientos de calidad más altos, pero desde la empresa hortícola alegan que trabajan con mucha confianza, dado que los controles que solicitan los ayudan a conocer mejor sus productos.

En las metas a futuro se encuentra el cubrir todo lo que la tienda necesite. “Todo lo que el cliente demande nosotros vamos a intentar brindarlo, por dos razones. La primera, por la devolución de un desarrollo que ellos nos permitieron, tanto profesional y empresarial. La segunda, porque trabajar con ellos es lo que más nos rinde económicamente”. Siempre es necesario mejorar en función al desarrollo para aumentar la producción, pero dentro de la fórmula, el gran tema radica en la inversión.

Figuerón advirtió que la empresa tiene una deuda fuerte con el Banco República para mejorar la inversión en tecnología y reinvertarse permanentemente. “Son las reglas de juego. Empezar de cero y terminar en algo requiere eso”, comentó. Para el futuro, la consigna es multiplicar pero no cambiar. “Si las cosas vienen muy bien y junto a nuestro cliente nos hemos desarrollado conjuntamente, ¿por qué las cosas habrían de cambiar?”, cuestionó. Paralelamente, aseguró que “no sintieron nada de miedo” cuando el supermercado cambió de mando. “Han puesto muchísimo interés en el tratamiento del producto, en lo que hacemos, en ser exclusivos”, manifestó.


Premio a la sustentabilidad

Durante 2017, Verdeagua obtuvo el galardón “The Best For The World 2017”, otorgado por la organización Movimiento B Internacional, por su trabajo en sustentabilidad y cuidado del medio ambiente, entre más de 2.400 empresas del mundo. A la hora de ser distinguidos se tuvo en cuenta diversos aspectos de la compañía local, como la gobernanza, el modelo de negocios, las políticas y prácticas con sus trabajadores y la comunidad, y la protección al medio ambiente. Movimiento B es una organización que promueve a nivel global el desarrollo de una economía beneficiosa en términos sociales y ambientales. Sus integrantes llevan a cabo iniciativas que son, al mismo tiempo, redituables a nivel económico y basadas en el bienestar de las personas y el cuidado del planeta. Dentro de la empresa uruguaya la seguridad alimentaria está vinculada a la capacitación del personal, un aspecto que se refuerza constantemente a través de una ingeniera de alimentos que se incorporó al equipo hace cuatro años. “Tenemos un tratamiento diferenciado dentro de la planta de procesado para el producto, y el cultivo mismo en sí, con el fin de que no hayan agentes contaminantes vinculados al alimento”. De todas formas, que el producto no tenga contacto con el suelo colabora para reducir los posibles agentes contaminantes. Aún así, no se puede escapar de aquellos que están en el aire y que provienen de aplicaciones fitosanitarias que se realizan tanto en campos vecinos como en el resto de Montevideo, aseguró.