Mariana Piriz, Socia del grupo WPP, presidenta de GroupM y de Burson-Marsteller
Tras estudiar Comunicación, sus primeros pasos fueron en el mundo de la publicidad. Pronto se dio cuenta que lo suyo eran las relaciones públicas, la comunicación y la resolución de problemas, y hacia allí se enfocó.
Hoy es socia del grupo WPP; presidenta de GroupM –que tiene bajo su égida la principal corporación de medios del país, integrada por Mindshare, Wavemaker, MediaCom y Xaxis-; y presidenta de la agencia de comunicación y prensa Burson-Marsteller.
El camino recorrido desde entonces lo cuenta en una extensa charla, donde también hace alusión a su sistema de trabajo, la situación del mercado, la inteligencia artificial aplicada al negocio, e incluso da su visión de la sociedad, habla de sus gustos, anhelos y de lo que representa la familia en su vida, entre otros temas.
Por: Oscar Cestau | @OCestau
Hija de padres minuanos, Mariana nació en Montevideo el 13 de diciembre de 1966. “Vivía en Pocitos, en una casa comprada con un préstamo que mi familia lo pagó con mucho sacrificio durante muchísimos años. En mi hogar no sobraba nada, pero tampoco faltaba. Tal vez sobraba amor”, resume sobre esa etapa de su vida.
Sus progenitores siempre tuvieron claro que lo más importante que les podían brindar a sus hijos era una buena educación, por lo tanto hicieron mucho foco en eso. Los tres hermanos estudiaron en la Universidad de la República.
Primero hizo sexto de Ingeniería de Sistemas, pero tras un año cursando la carrera, se dio cuenta de que eso no era lo suyo. “Llegaba el momento de rendir exámenes y no tenía la capacidad ni de sentarme a repasar. Me di cuenta de que no era lo que me gustaba y ahí empecé a buscar otra cosa”, recuerda.
“Estaba muy ansiosa porque había perdido un año, sentía que se me pasaba el tiempo, y yo soy una persona muy estructurada. Todos los test me habían dado que tenía que dedicarme a las ciencias sociales”. Tras realizar un curso de periodismo, decidió ir por ese camino.
“Hice Ciencias de la Comunicación. Me recibí, fui de las primeras generaciones, en una época muy sacrificada, porque no había docentes, no había clases. Recuerdo de haberles pedido a Claudio Invernizzi y a otros colegas que fueran a dar clases para poder terminar las materias y así recibirnos. Después seguí estudiando, hice un posgrado en marketing en la Universidad Católica. Me encanta estudiar, y hasta el día de hoy lo seguiría haciendo”, reflexiona.
Se recibió y empezó en la publicidad. ¿Por qué?
Tuve la suerte de entrar a hacer una pasantía en Capurro al año de estar estudiando, entonces ahí consolidé mi futuro.
¿Cuándo hizo el clic y se dio cuenta que le gustaba más el tema de las relaciones públicas que el negocio de la publicidad?
Fue hace muchos años, cuando trabajaba en Viceversa. Empecé a atender a United, que pedía trabajos que salían de lo que era la publicidad tradicional. Ahí me di cuenta de las problemáticas y necesidades que tenían las compañías aéreas, y entendí que había diferentes oportunidades para comunicar, por lo que empecé a trabajar para ellos. A la vez, comencé a aplicar eso para todos los clientes. ¿Qué me brindaba eso a mí? Me gusta mucho lo que es la planificación estratégica y la resolución de problemas. Y en relaciones públicas estás permanentemente resolviendo, analizando. De alguna manera, lo que tratamos de hacer es tener todo mapeado, y a partir de eso tomar decisiones en cómo reaccionar y comunicar. La publicidad es una herramienta, pero en realidad, en relaciones públicas hay muchas formas de comunicarse, y eso fue lo que me atrapó.
¿En el ámbito local se vislumbraba algo de ese mundo de la comunicación corporativa?
En ese momento había una comunicación corporativa más de eventos, no como la que me pedía United que hiciera. En realidad, lo que intentaba hacer yo estaba más emparentado a generar relaciones con diferentes grupos y eso no estaba tan relacionado con eventos, sino que eran vínculos que tenían que ver con comunidades, con el sector político, con el gobierno, con el Estado, entonces el trabajo era muchísimo más amplio; y eso en el momento no había.
¿Cuánto influyó en el tema del desarrollo de la comunicación corporativa la aparición de empresas del exterior que llegaron a invertir en el país?
Cuando salí de Y&R, en ese momento atendíamos Botnia, un cliente que estuvo recorriendo diferentes agencias. Nuestro approach estuvo basado en la comunicación corporativa y fue el que más les gustó. Desde entonces, hasta el día de hoy, continuamos trabajando con UPM.
Esto generó que realmente pisáramos muy fuerte en esa área, lo que nos llevó a que empezáramos a desarrollar mucho más el equipo. Por eso lo trajimos de Y&R para Mediaedge, donde seguí desarrollando esa rama de las comunicaciones.
Era tan grande en términos de facturación y de clientes, que en determinado momento fuimos a hablar con el grupo WPP para decirles que esto ya nos parecía que no debía estar bajo la marca de una central de medios, sino bajo la marca de una agencia de RRPP. Ahí fue cuando decidimos abrir, junto con WPP, Burson Masteller.
Accedimos así a la red más grande, con presencia en todo el mundo y, obviamente, a todo el conocimiento y background que tienen.
La ejecutiva considera que en términos de comunicación corporativa el equipo es esencial, más importante aún que las herramientas a las que se apelan para construir el objetivo. “El equipo es sumamente importante… El principal valor que tiene Burson en Uruguay es su equipo. Sus colaboradores son personas que sienten lo que hacen, que trabajan las 24 horas si es necesario. Las crisis suceden en las horas que uno menos espera o los fines de semana, entonces hay que tener cierto amor por la profesión para estar siempre dispuesto, y considero que el equipo de Burson lo tiene. De hecho, la gente que no lo siente se decanta sola. Burson mira mucho los talentos de Uruguay, nos preguntan cada tanto si tenemos a alguien para exportar, si quiere hacer carrera internacional, porque están muy bien preparados, tienen mucho conocimiento no solo de Uruguay sino también del mundo, cosa que es diferente a lo que sucede en otros mercados. Pero, sobre todo, tiene el ADN de una agencia completa de RRPP y asuntos públicos, porque en nuestra oficina todos hacen todo”, enfatizó.
¿Cómo está de maduro el mercado hoy? Me refiero tanto a las empresas que se dedican a la función de RRPP como a las que reciben ese servicio o son potenciales clientes.
Desde hace muchos años ha cambiado el panorama porque han llegado inversiones grandes al país y eso hizo que necesitaran o recurrieran al tipo de servicios que damos. Obviamente, los proyectos grandes necesitan de una visión 360 grados de lo que está sucediendo, entonces hay que desarrollar estrategias para cada uno de los diferentes públicos y eso es lo que lo hace más atractivo.
¿Cómo está posicionado Uruguay en materia de trabajo y profesionalismo en comparación con otros mercados y países de la región?
Burson Uruguay está muy bien posicionada; de hecho, hace un par de años sacamos el premio a la Mejor Oficina de América Latina, y eso fue consecuencia del tipo de servicios que brindamos. Ese premio habla de que estamos a la altura de las mejores oficinas. Eso es mérito, en parte, por el background que traen las personas y, por otro lado, como consecuencia de la combinación de clientes que tenemos, lo que nos ha permitido desarrollar todo un menú de productos y servicios a la hora de trabajar con ellos. En ese sentido, somos de los que más servicios brindamos a nuestros clientes.
Teniendo en cuenta que dirige varias empresas con diferentes perfiles de trabajo, ¿cómo definiría el ABC de su trabajo?
Lo defino en dos palabras: planificación estratégica. Es buscar soluciones de comunicación para llegar a los públicos objetivos; eso es para mí lo que me vincula a cualquiera de las empresas.
En el caso de las agencias de medios es un poco más acotado, generalmente, a lo que es la venta. Tenemos objetivos de venta y debemos estar muy cerca del cliente y su negocio para que venda más, pero utilizando la publicidad como herramienta. Ahí tengo que utilizar la comunicación estratégica, y es en eso donde me enfoco.
En el caso de RRPP, al final del día también queremos que las empresas vendan más y estén mejor. Entonces, desde la parte de RRPP, se trabaja mucho más para la reputación en una forma más amplia, con una cantidad mayor de herramientas, con públicos y objetivos de comunicación diferentes.
Profesionalmente, este es el momento más desafiante y, a su vez, más atractivo. Durante muchos años estuve haciendo las cosas de la misma manera y un día parece que todo cambió. Es diferente la forma en la que nos vinculamos y relacionamos, cómo nos informamos y participamos del diálogo. Todo es apasionante, pero lleva mucho tiempo para aprender y luego aplicar.
Aunque he tenido que ponerme a estudiar, todo lo que es digital me ha ayudado muchísimo. Además, el hecho de formar parte de una red internacional da una cantidad de ventajas; es más, en el negocio en el que estoy, es indispensable permanecer en una red porque el conocimiento es inmediato. Permanentemente nos están visitando los regionales, trayéndonos las nuevas tecnologías, entonces así accedés a una cantidad de proveedores de tecnología y de conocimientos a través de la red. Es muy útil para mí tener hoy esa posibilidad de entender y visualizar cuáles son las herramientas y plataformas de escucha, qué es lo que se está diciendo, de qué se está hablando, y poder, de alguna manera, trabajar con esa información. Este conocimiento, Burson de por sí no lo tiene; sí posee el que está más orientado a las plataformas de escuchar, pero no a todas las otras métricas que tenemos, ni a los cambios ni tendencias. Entonces lo que yo hago es tender un puente entre GroupM y Burson, y de esa forma estamos todos informados.
Esto es espectacular para las dos partes: los de Medios no piensan solo en Medios, sino que lo hacen en comunicación; y la gente de Burson cuenta con herramientas que de otra manera no contaría para darle soporte a los clientes.
A veces, queda la sensación de que las agencias están para limpiar la imagen de las empresas, minimizar lo malo y amplificar lo bueno; ser, en cierta forma, políticamente correctos. Incluso, en ocasiones, a los periodistas nos pasa que al momento de buscar una información determinada, nos encontramos con la barrera de una agencia. ¿Dónde está el límite entre informar y manejar la información según los intereses de la empresa en cuestión?
En primer lugar, no comparto esa visión de que las empresas usen las agencias para limpiar o tener una buena imagen. Nosotros no podemos hacer o decir algo si la realidad no nos acompaña. Yo te puedo decir una cantidad de cosas, pero vos te das vuelta dos segundos y sabés que no es así. Entonces, si a mí un cliente me dice “necesito que arregles esto” le consulto si él arregló eso en la empresa primero, porque solo así se puede comunicar. Lo que hacemos nosotros está basado en hechos reales que hacen los clientes. No puedo pretender hablar bien de una compañía si la misma ha tenido un mal comportamiento con el medio ambiente, con sus trabajadores, o una mala relación con el gremio; ahí no tenemos mucho para hacer. Es muy difícil gestionar una empresa que hace las cosas mal; en contrapartida, hay muchas que hacen las cosas bien pero no lo comunican. Es importante que se sepa cómo se hacen las cosas, porque su personal tiene que estar orgulloso del lugar donde trabaja, se tiene que sentir a gusto, saber que donde está se hacen bien las cosas. Por eso existen tantas formas de medirse en diferentes aspectos. Por ejemplo, nosotros participamos en el Great Place to Work, donde salimos en cuarto lugar. Esto es importante porque es una organización externa que dice que las cosas a nivel de RRHH las estamos haciendo bien porque los propios integrantes de la compañía así lo afirmaron. Ahí me di cuenta que para todos los empleados es importante estar en el ranking porque se sienten orgullosos de pertenecer. Eso es lo que nosotros hacemos y tratamos de que las empresas hagan, es decir, que sean y parezcan lo que son.
“Durante años estuve haciendo las cosas de la misma manera y un día parece que todo cambió. Es diferente la forma en la que nos vinculamos y relacionamos, cómo nos informamos y participamos del diálogo. Todo es apasionante, pero lleva mucho tiempo para aprender y luego aplicar”.
Ahora, una empresa puede tener un incidente o situación de crisis, pero si tiene un buen conocimiento por parte de todos los actores de que es responsable, sustentable y tiene a todos sus colaboradores en línea y que se sienten a gusto donde están es mucho más fácil llevar adelante una situación de crisis que en aquellas en donde nada de eso está bien. Nosotros ayudamos a todas las empresas a ir midiéndose en las diferentes áreas donde la misma está, como para, de a poco, ir informando las situaciones y así tener después todas las herramientas para salir.
¿Qué cosas la frustran en materia laboral?
La injusticia. Pero no solo en materia laboral, sino en la vida en sí; es algo que no va conmigo. Capaz que uno puede preguntarse qué es la justicia, y muchas veces eso depende de donde uno esté, pero las cosas que no son justas me frustran y me paralizan. A la vez, es algo que me quita mucha energía, quizás porque no lo puedo controlar ni manejar.
¿Hay rubros para los que no trabaja?
Sí, para la industria tabacalera nunca podría trabajar. Es un tema personal, más allá que Burson hace ya algunos años prohibió el trabajo para las tabacaleras. Es un asunto ético. De hecho, Burson tiene algunos requisitos específicos para comenzar a trabajar con una empresa: por ejemplo, no puede ser una organización que haya hecho algo contra la ley. No podemos cambiarle la imagen a una empresa que hizo algo así.
¿Cuál diría que fue la mejor estrategia de comunicación que armó para una empresa? Uno siempre piensa en una compañía en una situación de crisis…
El más emblemático fue el de Botnia porque tuvimos el conflicto con Argentina y profesionalmente fue muy desafiante. Le dediqué muchísimas horas, más, tal vez, de las que podía. Esa experiencia me ayudó mucho con otras situaciones menos estresantes.
Estrategias exitosas festejamos y celebramos en Burson casi todas las semanas, desde historias muy pequeñas hasta otras muy grandes, todas son experiencias exitosas. Todas dejan vivencias que después a uno le sirven. Tengo 51 años y me alegro por lo que viví y por todo lo que sé que puedo brindar en este momento
A mediados del año pasado, presentaron Xaxis, una plataforma que forma parte del grupo de comunicación WPP. La herramienta hoy tiene relevada en Uruguay una audiencia de 2.400.000 personas en su base de datos. Con Xaxis entra a jugar todo lo referente a la inteligencia artificial. ¿Qué cambios trae esa herramienta y cómo transforma la manera de trabajar?
Xaxis es una plataforma de compra programática de audiencia, que hoy tiene cerca de los dos millones y medio de uruguayos en la base de datos. Esta herramienta es en tiempo real. Lo que sabe es qué interés tenemos sobre autos, mascotas, bebés… Lo que hace es ponernos en una celda según nuestros intereses porque estoy leyendo algo sobre eso. Cuando aparece en el servidor una persona que le importa, por ejemplo, la jardinería, y yo tengo un cliente que va a vender ese tipo de productos, lo “matchea”. De alguna manera es mucho más eficiente la propuesta porque solo le llega a esas personas. Si invierto, voy a invertir 100 pero solo en 100 que de verdad les interesa la jardinería. Esa es la clave del éxito de esta plataforma.
Antes comprábamos una página en un diario y la leían todas las personas, tuviesen o no el interés por ese producto. En este caso, yo me aseguro que solo lo van a leer las personas que han demostrado tener interés en eso.
El CEO de Xaxis es Juan Vilizzio que viene del área de tecnología; por ende, nuestro trabajo está cambiando un poco el perfil de las personas que trabajan con nosotros. En el área digital tenemos economistas, ingenieros de sistemas, programadores… Ya no tenemos tantos planificadores de medios, sino que ellos están en las agencias, donde son fundamentales.
Los cambios son muy rápidos. ¿Puede percibir por dónde vienen las transformaciones?
A futuro creo que hay muchas cosas que van a cambiar, porque tienen que hacerlo; y ya se han visto algunos movimientos. En Davos hubo algunos anuncios que me resultaron muy interesantes… Esa inteligencia artificial que tienen las redes sociales hace que nosotros pongamos ‘Me gusta’ a determinadas cosas, entonces cuando entramos a nuestro perfil vemos solo las cosas que el algoritmo cree que nos gusta a nosotros, es decir, creemos que el mundo esta hecho de eso. Si pensamos en los jóvenes de hoy que no tienen todo ese acceso a los medios de comunicación que tenemos nosotros, estamos formando personas que a mí me dan un poco de miedo. Ellos están viendo solo lo que quieren ver y no la realidad. Creo que sobre eso hay que trabajar y prestar más atención.
“Cuando uno entra a una red social y se está informando es importante saber si es real o no; los adultos podemos darnos cuenta, pero muchos jóvenes no”.
A mí siempre me preocupó que se comunicara solo por lo que quiere el algoritmo que vean. Pero en la cumbre de Davos vi que los principales empresarios lo están notando y quieren hacer algo.
Facebook es una herramienta muy grande, y su poder no lo tuvo nunca ningún medio de comunicación. Se le está dejando tener el poder de influenciar, de transmitir lo que quiera, lo que alguien dijo que hay que transmitir. Tambien existen las noticias falsas, de hecho, en Estados Unidos se implementaron penalizaciones tremendas por colocar mas de 24 horas noticias falsas en las redes sociales, entonces han tenido que poner a una cantidad de gente para que en menos de ese tiempo, una vez que alguien la denuncia, lo levanten. Cuando uno entra a una red social y se está informando es importante saber si es real o no; los adultos podemos darnos cuenta, pero muchos jóvenes no.
¿Qué opinión tiene de los profesionales de la comunicación que están generando las diferentes universidades? En un ciclo de la Universidad ORT, denominado ‘Empezás mañana’, en su carácter de docente, usted fue crítica con la información que manejan hoy quienes están estudiando carreras vinculadas a la comunicación. ¿Qué está fallando?
Creo que hay un poco de todo. No iría contra nada en particular porque, honestamente, no tengo la respuesta. Lo que notaba en las clases como docente es que cada vez que preguntaba eran menos los que sabian.
Hay varios responsables… Nosotros como padres somos responsables, pero creo que es la suma de un conjunto de factores. Para solucionar ese problema, la base de todo es la educación, y tratar de ver y entender cómo nuestros hijos se van a informar.
Muchas veces le pregunto a mi hija dónde leyó las noticias y me dice que en Snapchat porque hay cuentas de grandes medios internacionales. Entonces el desafío está en que los medios empiecen a comunicarse con esas generaciones que hoy están aisladas.
“Me queda pendiente la comunicación política. El día que decida jubilarme va a ser algo que voy a hacer. De hecho, trato de prepararme”.
Creo que hay medios que están liderando, pero no lo pueden monetizar, porque va poco dinero. Considero que ese es un camino, y es algo que todos los medios lo tienen que hacer como parte de la responsabilidad de comunicar y llegarles a todos los públicos. Si queremos tener la fidelidad de que en un futuro sigan leyendo o viendo tal medio, capaz que tenemos que empezar a atraerlos por ahí.
Resulta casi un contrasentido, porque hoy, con internet como herramienta, se supone que tendríamos que estar más informados.
Lo que pasa es que hoy el mundo esta hecho de aplicaciones, entonces una cosa es cuando yo tengo el buscador y otra es cuando utilizo la app. Hoy en día, todo se hace a partir de las app, y mi mundo se reduce a lo que se pone en esas aplicaciones; por ende, ya tengo un filtro importante. Pero eso es solo parte del problema.
¿Quiénes han marcado el camino que eligió?
En primer lugar, mi esposo, porque siempre ha sido un mentor; he compartido toda mi carrera con él. Después Harold Burson, a quien tuve el honor de conocer y de estar en unas diez reuniones globales con él. Tener la posibilidad de compartir sus experiencias de relaciones públicas me han marcado.
Admiro también a la gente con la que trabajo: Natalia Moris, Martín Núñez, Gonzalo Praderio, Agustina Navarro, Juan Vilizzio, Adriana Stalker… Es gente con la cual aprendo todos los días, porque esto se trata de intercambiar conocimiento, más en este momento en el que estamos.
¿Qué cosas le quedan pendientes a nivel profesional?
Me queda pendiente la comunicación política. Lo que pasa es que la compañía no me lo permite, lo que es una limitación muy importante. El día que decida jubilarme va a ser algo que voy a hacer. De hecho, me trato de preparar.
Si se tomara un año sabático, ¿qué actividades le gustaría realizar?
Me dedicaría a la parte social.
Puertas adentro
¿Cómo es formar pareja con Álvaro Moré, alguien que, podría decirse, camina en la misma vereda? ¿No se corre el riesgo de caer siempre en una dinámica similar o, por el contrario, tienen bien claro los roles y esa unión sirve para complementarse?
Salimos muy temprano de casa y tratamos de no llegar muy tarde. Cenamos a eso de las 20.00. La familia está conformada por tres hijas, de las cuales dos son de Álvaro – Silvina y Valentina-, y una es de ambos –Sofía-. Silvina está en Grey y Valentina en Y&R; las dos están casadas y tienen sus familias formadas. Siempre fuimos muy unidos, compartimos vacaciones, tenemos mesa familiar ampliada, o sea que es una relación hermosa.
En su momento tuve un accidente grande… Me atropelló una moto y me fracturó la pelvis en distintos lugares, por lo que estuve un mes internada y otro mes en casa sin poder moverme. Ese mes de internación, Álvaro se mudó conmigo al hospital, y Silvina, que ya estaba casada con Alejandro, se trasladó para casa con Sofía; ambos se hicieron cargo de ella. Eso es un poco la imagen del vínculo que hay entre nosotros.
Respecto a la relación con Álvaro, obviamente que hablamos mucho. Los dos estamos en el mismo negocio, compartimos clientes y con todo este tema de la disrupción digital nos ayudamos mucho, compartimos aprendizajes. En casa se habla mucho de publicidad, de noticias, mi hija de 20 años –Sofía- está sumamente informada. No sé si eso es común pero cuando llegamos empieza a preguntarme “mamá, ¿viste tal cosa o tal otra?” Sabe quiénes son todos los ministros, los presidentes de los distintos países. Ella tiene ese conocimiento seguramente porque en casa se ven todos los informativos, se leen todos los diarios y se habla mucho de todo. Si bien está estudiando Economía, tiene una vocación social muy grande. Estudia en el Juan XXIII y todos los sábados va a barrios de contexto crítico y da catequesis acompañando a los chicos; es más, dedica una semana al año a irse de campamento con ellos. Tiene un compromiso muy grande con el barrio en el que está ahora trabajando.
Las otras dos hermanas sí están en el ámbito de la publicidad, entonces de ese tema se habla bastante. De todas maneras, llega un momento en el que hay que parar y en la cena tratamos de no charlar de trabajo, sí de temas de actualidad. Pero después de cenar nos obligamos a ver una serie todos juntos (en el momento de la nota estaban viendo Merlí). Es una práctica que la traemos desde hace tiempo, con Lost, 24, Breaking Bad… somos adictos a las series. Eso nos ayuda a ir a dormir sin el estrés del trabajo.
Con mi esposo trabajamos en distintos lugares, pero después de la jornada laboral estamos todo el tiempo juntos.
“Me cuesta aceptar las diferencias sociales”
Quienes la conocen resaltan una faceta que la caracteriza, y es su constante preocupación por los aspectos sociales y los animales. En una entrevista contó que anda con una bolsa de comida en el auto para alimentar a los animales callejeros, e incluso los lleva al veterinario. ¿Qué la impulsa?
Es la justicia, ella puede más. Tengo eso con los animales, y el llevar la comida en el auto me lo inspiró Antonio Pacheco cuando en una entrevista dijo que él andaba con comida en el auto y que paraba cada vez que veía un perro en la calle. Yo cada vez que veía un perro en esa situación me enloquecía, porque terminaba comprándole milanesas al pan en cualquier lugar. Cuando leí la entrevista me iluminé. Ya hace varios años que llevo la comida en la valija en mi auto, pero también hay en el de mi esposo. Él también para y hace lo mismo. Fue inspiradora la nota de Antonio Pacheco, y aclaro que soy de Nacional, pero me pareció maravilloso. Obviamente, con las personas es lo mismo.
¿Qué le preocupa a nivel social?
Las diferencias sociales. La verdad me cuesta mucho aceptarlas. Yo creo que las personas pueden salir del lugar donde están, pueden crecer y desarrollarse. El de mi esposo es un caso de historia de vida que refleja eso, entonces al ejemplo lo tengo muy cerca y sé que es así. Álvaro viene de un barrio de contexto crítico y salió adelante, y lo hizo todo él. Entiendo, entonces, que hay posibilidades, pero hay que ayudar. Esas son las cosas que me quitan el sueño. Me encantaría poder hacer mucho más; mi hija se está dedicando a eso. Por ejemplo, cuando veo a los caballos por la calle me da pena por el animal, pero atrás hay una historia…
Es en este momento de la nota que la emoción la embarga, sus ojos se humedecen y se lo hacemos notar.
Es una cosa que realmente me puede, porque atrás hay una familia y un padre que tiene que salir a revolver el tacho de basura, y sale con los niños, y cuando llega a su casa, a diferencia de cualquiera de nosotros que cuando terminamos la jornada podemos darnos un baño y sentirnos bien, esa persona no tiene un lugar para hacerlo. Es imposible dejar de contemplar eso.
Además estoy vinculada a Techo, entonces he ido a construir muchas veces, así que conozco muy de cerca la realidad. Me duele muchísimo que en un país tan chico como el nuestro ocurra eso.
¿Ve algún tipo de avance?
Sí, por supuesto que en los últimos años ha habido muchos avances. Igual queda mucho, y más en la educación. La educación es lo que les va hacer salir de este contexto, dejar de tener tantos hijos, el embarazo adolescente… El camino para todo eso es la educación. El tema es identificar cuál es el mejor camino en materia educativa. Es una discusión muy importante, y nuestro país la tiene que dar. No creo que nadie le niegue a un presidente de la República dinero para erradicar los asentamientos, y si nos tenemos que endeudar un poco más, nos endeudamos. Tenemos que sacar a la gente del barro para que empiecen a pensar, y darles educación. Lleva años, son generaciones, pero es necesario. Honestamente, no puedo creer que en un país como el nuestro haya gente recolectando basura.
Sé que se están haciendo esfuerzos, pero uno sigue viendo los carros en la calle y las familias que viven de eso, y la verdad es que me duele.
Señas de identidad
Mariana Piriz -51 años-, se define como “sencilla, sensible y muy humilde”. Es en este momento de la charla que cuenta una anécdota muy particular, que ella elige para mostrarse abiertamente. “Cuando trabajaba en Viceversa había una especie de club del mal que daba premios horribles, y a mí me dieron el premio al insignificante. Lo gané porque nadie me había votado para nada. No me molestó en absoluto, porque en realidad yo creo que paso por la vida haciendo lo que entiendo que hay que hacer, y eso capaz que muchos no lo visualizan. Lo hago sin molestar a nadie. Yo ya me realicé, lo siento así por una cantidad de cosas… Soy madre, esposa, mis dos padres todavía viven, tengo hermanos, una familia unida; tengo mucho más de lo que algún día pude imaginar. Entonces tanto Álvaro como yo estamos enfocados en tratar de que todos los que nos acompañan tengan más oportunidades”.
Más que un hobbie, la cocina es su cable a tierra. “Cocinar, me hace mucho bien. Cuando estoy muy triste por algún tema social -en realidad lo único que me genera tristeza es eso, lo demás todo se puede solucionar-, en la cocina me concentro y me aíslo; me hace mucho bien”, cuenta.
¿Su mejor plato?
El risotto de parmesano. Todo el mundo me pide que lo haga, pero para mí el mejor plato son los ñoquis de mi mamá.
¿Qué tipo de lectura prefiere?
Las biografías. Ahora estoy leyendo tres libros a la vez. Uno es ‘What Happend’, de Hillary Clinton, que es en inglés y me cuesta un poco, pero hago el intento. Es un libro súper interesante y está en línea con la comunicación política; leo mucho de ese tipo de libro. Estoy leyendo también ‘La soledad de la Reina’, que es sobre la Reina Sofía. Por momento me aburren un poco porque entran en mucho detalle, entonces cambio para el otro. Me gustan los libros que me sigan conectando con la realidad.
¿Género musical?
Me gusta la música latina, también la cumbia. Ricky Martin me encanta.
¿Series?
Me gustó House of Cards, y Prison Break. Me gustan las series de acción.
¿El último regalo que le hizo a Álvaro?
Un iPhone X para su cumpleaños, el 26 de diciembre. Alvaro es muy tecnológico y le gusta siempre estar actualizado, a su vez él me actualiza a mí.
¿Y él a usted?
También un iPhone X, para mi cumpleaños, el 13 de diciembre.
Tres perfumes de su preferencia.
En el caso de los perfumes, me gusta elegirlos a mí. Hugo Boss para la noche, The Burberry y 212 Vip, de Carolina Herrera.
¿La prenda más repetida en su guardarropa?
Las carteras me gustan mucho. En lo que respecta a ropa, últimamente estoy usando más prendas sport, que me haga sentir cómoda. Si tengo alguna reunión, puedo usar una combinación de sport y vestir. Estoy usando bastante jeans negros.
¿Su lugar en el mundo?
En mi casa, con mi familia. Soy muy casera. De hecho, con Álvaro no salimos, no vamos a cenar. Tenemos un bonito sillón, un lindo televisor, la comida la cocino yo; mejor que eso no va a haber. Es un combo perfecto para estar en casa. Los viernes llegamos juntos, salimos a caminar un rato, después cenamos, vemos uno o dos capítulos de alguna serie, charlamos de lo que nos pasó en la semana pero mucho más relajados. Tenemos una vida muy sencilla.
Los dos viajamos mucho por trabajo, entonces ahí tratamos de acompañarnos.