Aunque la volatilidad de los mercados financieros y los cambios tecnológicos provocan gran incertidumbre a nivel internacional, el presidente del BCU, Mario Bergara destacó las fortalezas que tiene Uruguay para hacer frente a ese contexto. De todas formas, advirtió por varios “desafíos” que tiene por delante el país, como incrementar los niveles de inversión, mejorar el frente fiscal, y dar sustentabilidad al sistema de seguridad social. Representantes de organismos multilaterales destacaron las fortalezas de Uruguay, pero también advirtieron que hay varios temas por resolver.
El crecimiento de la economía uruguaya, los desafíos tecnológicos, económicos y sociales dirigidos al desarrollo del país y el rol de los organismos multilaterales fueron los ejes de una conferencia organizada por la Cámara de Comercio e Industria Uruguayo- Alemana. “Desafíos y oportunidades para la economía Uruguaya” fue el nombre del evento en el que participaron el presidente del Banco Central del Uruguay (BCU), Mario Bergara, la representante residente en Uruguay del Banco Mundial, Matilde Bordón; el representante del BID, Morgan Doyle; y el director representante del Banco de Desarrollo de América Latina-CAF, Germán Ríos.
En dicha instancia, el presidente del BCU destacó que estamos frente a un contexto internacional “plagado de incertidumbres”, que genera de forma simultánea “riesgos y oportunidades”. “Está claro que los factores políticos, geopolíticos, financieros y comerciales generan un marco de incertidumbre pero también oportunidades. Vemos mucha volatilidad en los mercados financieros y la dinámica tecnológica a escala mundial”, explicó.
Respecto al tipo de cambio, señaló que desde el BCU se procura “dar estabilidad a una variable fundamental”. “Buscamos dar señales de confianza en ambos sentidos, a exportadores y ciudadanía en general», añadió.
Sostuvo que los intentos realizados por el gobierno uruguayo para suavizar las turbulencias y mantener el orden macroeconómico son destacados por las calificadoras de riesgo, los organismos multilaterales y los inversores.
En ese sentido, evaluó que la calidad institucional, la seguridad jurídica y la estabilidad macroeconómica conforman el soporte para enfrentar las crecientes incertidumbres, sumado a que “ha habido un fructífero aprendizaje en el manejo de las turbulencias”, destacó.
Bergara valoró que la economía uruguaya continúa creciendo en base a la demanda interna, las exportaciones y a un superávit consistente de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Tipo de cambio: “Buscamos dar señales de confianza en ambos sentidos, a exportadores y ciudadanía en general”
No obstante, advirtió que el país tiene el “desafío” de recuperar los niveles de inversión que actualmente se encuentran en un 18% del PIB, lo que ha llevado a las autoridades a reformular los parámetros del régimen de promoción de inversiones. Por otra parte, se refirió a los desafíos del terreno fiscal y a la situación de la seguridad social a mediano y largo plazo, así como a la automatización de las tareas y sus implicancias sobre el mercado laboral. “Uruguay tiene condiciones para enfrentar los cambios que llegan aparejados con la tecnología”, aseguró.
Temas por resolver
Por su parte, todos los expertos de los organismos multilaterales coincidieron en algunos aspectos que juegan a favor del Uruguay en un contexto global desafiante: baja percepción de la corrupción, reducción de la pobreza, política fiscal prudente, desacoplamiento económico con la región, reducción de la inflación y diversificación de mercados. No obstante, también advirtieron que hay varios temas por resolver, como la sostenibilidad financiera del modelo social, déficit educativo y de habilidades, infraestructura inadecuada y brecha de productividad.
El representante de la CAF se refirió durante el encuentro a la importancia que tienen los organismos internacionales para contribuir a la comprensión de las necesidades de cada país y al desarrollo de propuestas acordes a las mismas. “Nos consideramos un banco de desarrollo con dos misiones fundamentales a nivel latinoamericano. Una es la integración regional, ya que al ser Uruguay un país pequeño que necesita conectarse con el mundo, parte de nuestro trabajo tiene que ver con la conectividad física con sus vecinos y la logística. La segunda es el desarrollo sostenible. Somos una institución versátil, ágil y competitiva regional y globalmente. Podemos aportar conocimientos, contribuir con la experiencia externa para apoyar el diseño de políticas públicas”, explicó Ríos.
Además, detalló los proyectos de infraestructura que CAF está llevando adelante en el país, como los programas de inversión en infraestructura vial, los proyectos en agua y saneamiento, y el programa de fortalecimiento del sistema eléctrico nacional entre otros. Destacó que la cartera de proyectos es de aproximadamente 1.000 millones de dólares, mientras que por concepto de desembolsos se encuentran en el entorno de los 200 millones de dólares anuales.
Ríos remarcó el apoyo de CAF a la educación mediante el desarrollo de infraestructura y la puesta en marcha de proyectos que incluyen el análisis del vínculo que los jóvenes mantienen con su centro de estudios y las posibilidades reales de conseguir trabajo. “Uno de los problemas que queremos atacar es la deserción a nivel de bachillerato y cómo hacer que los jóvenes se inserten en el mercado laboral”, manifestó.
Matilde Bordón por su parte destacó que la economía uruguaya ha mostrado una gran resiliencia y desempeño durante los últimos años y sostuvo que para tener un desarrollo sostenible, el gobierno uruguayo deberá contemplar aspectos demográficos, educativos y de infraestructura. Según estimaciones del Banco Mundial, el crecimiento local seguirá acelerándose en 2018 respaldado por el consumo privado, las exportaciones los socios comerciales en recuperación y la reapertura de algunos mercados. En ese sentido, se espera un crecimiento de 3,3% con tendencia al estancamiento hacia 2019.
Por parte del BID, Morgan Doyle explicó que las empresas que invierten en innovación presentan un crecimiento en la productividad, en sus exportaciones, ventas y empleo. “La inversión en I+D ha crecido en los últimos años alcanzando el 0,4% del PIB, pero aún tiene mucho por avanzar. Niveles bajos de innovación derivan en exportaciones de poca sofisticación tecnológica”, manifestó.