El instituto Pharos presentó su cuarto informe, “Indicadores de Competitividad Departamental”, donde se analizó la situación de cada departamento del Uruguay y se presentaron recomendaciones para mejorar la coyuntura. Montevideo está “depegado” siendo el departamento más competitivo, mientras que Artigas, Rivera, Cerro Largo y Treinta y Tres –litoral norte con Brasil- son el grupo con peor índice de competitividad.
Por Ignacio Palumbo | @ignacio_palumbo
El pasado martes 24, en la Sala Bauzá de la Universidad Católica del Uruguay (UCU), se presentó la cuarta publicación de Pharos, el centro de análisis y propuestas de la Academia Nacional de Economía (Acadeco). En esta ocasión, el trabajo le fue encargado a tres docentes del Instituto de Competitividad de la UCU: Micaela Camacho, Roberto Horta y Luis Silvera.
La apertura del evento estuvo a cargo de la presidente de la Academia, María Dolores Benavente, y el representante del BID (organismo que apoyó el trabajo) en Uruguay, Morgan Doyle. Este último destacó la relevancia tanto de este informe como de su tema de estudio, y subrayó que la competitividad se trata de un proceso dinámico y no algo estático.
A la hora de presentar el informe de Indicadores de Competitividad Departamental (ICD), los tres docentes iniciaron enumerando varios conceptos de competitividad tenidos en cuenta, hasta que llegaron a un resultado: el bienestar. Es esta la definición que utilizaron al trabajar en este proyecto, la que consideran como “la habilidad de crear, desarrollar y gestionar eficientemente recursos y capacidades, incrementando en forma sostenida la productividad, con el objetivo de aumentar el bienestar de la población”.
Diecinueve realidades
El modelo desarrollado para este informe parte de lo que los realizadores llaman “características dadas” de cada departamento, y a ello le incorporan cuatro determinantes de la competitividad departamental: Entorno microeconómico, Gestión del sector público, Comportamiento de las firmas y Perfil productivo.
De esta manera, se cumple lo que ellos denominaron como “proceso competitivo”: de un fundamento –las características dadas de un departamento- se pasa a un “input” –las cuatro dimensiones mencionadas-, luego a un “output” o resultado primero, lo que consideran el Desempeño y, por último, un “outcome” o resultado último, es decir, el Bienestar.
A modo de ejemplo, un resultado primero o Desempeño de este proceso podrían ser el PIB per cápita, empleo o productividad. Asimismo, el Bienestar se manifiesta como el ingreso, la equidad, la salud o la seguridad que tienen las personas, de acuerdo con los docentes.
Los resultados finales del informe se refieren al año 2015, y muestran a un Uruguay cuyos departamentos fueron catalogados en cinco grupos. El grupo 1 -cuyo único protagonista es Montevideo- representa al departamento más competitivo, mientras que el grupo 5 -integrado por Artigas, Rivera, Cerro Largo y Treinta y Tres- denota a aquellos con menores índices de competitividad. Se trata del litoral norte con Brasil.
Los grupos restantes los conforman Colonia, San José, Canelones y Maldonado (grupo 2); Salto, Paysandú, Río Negro, Soriano, Flores y Rocha (grupo 3); y Tacuarembó, Durazno, Florida y Lavalleja (grupo 4).
Políticas
En base a estos resultados, Camacho, Horta y Silvera enumeraron cuatro principales recomendaciones de “política de competitividad territorial”. A su vez, éstas se hicieron teniendo en cuenta a la generalidad de los departamentos -y no hacer una “devolución uno por uno”-, así como también que muchas de ellas están pensadas principalmente para el interior del país. Esto se debe a que Montevideo se encuentra “despegado” por sobre el resto de los departamentos, por lo que los realizadores decidieron enfatizar al interior.
La primera de ellas es formar una visión estratégica de cada departamento afianzando la identidad local.
En segundo lugar, utilizar una estrategia de especialización inteligente: un marco de análisis para definir la estrategia de competitividad departamental que permita detectar las actividades a priorizar. Estas actividades, a su vez, se basan en un proceso participativo que “debe incluir a las empresas, el gobierno, la academia y la sociedad civil”.
Tercero, es impulsar relaciones de cooperación entre empresas e instituciones con un enfoque de cluster. Es decir, que ambos actores se concentren alrededor de una actividad común, para alcanzar un alto índice de beneficio y eficiencia e identificar problemas o desafíos estratégicos que les conciernen a ambos.
Por último, la cuarta recomendación consiste en una batería de medidas: crear un sistema territorial de servicios, incorporar el ICD como insumo en las políticas de promoción de inversiones, incrementar la autonomía financiera de los departamentos, formalizar un sistema de información departamental con estadísticas continuas y confiables y promover el relacionamiento internacional del departamento.
Mucho para decir
Luego de la presentación, se dio pie a los comentaristas. El primero fue Adrián Rodríguez Miranda, del Instituto de Economía de la Universidad de la República quien destacó la iniciativa y el hecho de contar con más académicos trabajando en estos temas. Posteriormente enfatizó la importancia de la dimensión territorial pese a lo que comúnmente se señala, de que Uruguay es un país “muy chico”, lo cual rechazó. El problema, en su opinión, es la poca población y poca densidad que tiene el país.
Como aspectos particulares, reclamó una mejor información departamental con una mayor participación del BCU en la sistematización de las estadísticas. Asimismo, señaló la necesidad de que la Agencia Nacional de Investigación e Innovación llegue más al interior y coincidió con fomentar sistemas de innovación departamental, desarrollando capacidades locales que luego permitan la aplicación de otras herramientas. Finalizó poniendo el foco en que la agenda territorial del desarrollo debe ocupar más relevancia en la estrategia de Uruguay.
Posteriormente, Martín Dibarboure, presidente de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) también destacó el trabajo realizado, coincidiendo en muchos puntos sobre el qué hacer, aunque le es difícil ponerse de acuerdo en cómo llevar a cabo esas estrategias.
A su entender, es necesario contar con un único lineamiento en materia de políticas basadas en prioridades locales, así como también con la innovación pública en las políticas territoriales. Al finalizar, indicó que los principales desafíos superan lo coyuntural, mejorando la visión de mediano y largo plazo, además de que deben abordarse con una lógica de pasión, perseverancia y paciencia.