Mariana Pomiés, socióloga y directora de Cifra
Frente a una campaña que presenta novedades tanto del lado del oficialismo como desde la oposición, todos los candidatos deberán enfrentar distintos desafíos y el partido de gobierno corre el riesgo de sufrir el voto castigo.
¿Qué escenario político vislumbra de cara a un año electoral? ¿Qué considera tendrá más peso: el voto “anti” o el “programático”?
Esta campaña que se avecina tiene sus novedades. El Frente Amplio (FA) llega al año de elecciones con una intención de voto menor a las campañas pasadas y con más problemas en la gestión de gobierno que seguramente afectarán la campaña. La oposición sumada tiene una intención de voto bastante más alta que el FA. Por un lado, es lógico el desgaste luego de tres gobiernos, pero a esto se suman varios frentes abiertos que el FA tendrá que encarar. La situación económica no es percibida igual que hace cinco años y tampoco que hace diez, cuando ganó Mujica. Hay preocupación y pesimismo y eso sin duda tiene su impacto sobre el voto y sobre el apoyo al actual gobierno para una nueva gestión. El Frente también ha acumulado más cuestionamientos por corrupción o mal manejo de fondos públicos, y seguramente la oposición ponga estos temas sobre la mesa en la campaña. Los candidatos que presenta el FA no tienen la popularidad y el carisma que tenían en su momento Tabaré Vázquez o Mujica.
En la oposición también hay novedades. Un nuevo partido, el Partido de la Gente, y un antiguo partido que se “coaliciona” con movimientos que salen del partido de gobierno y del Partido Colorado (PC) y se presentan como un sector de centroizquierda variado (La Alternativa). El PC, que ha pasado por profundas crisis, muestra dinamismo con nuevos y viejos candidatos. Por último, el Partido Nacional si bien no ha crecido en intención de voto respecto a cinco años atrás, tiene una oferta un poco más amplia de cara a la interna, lo que mejora sus posibilidades.
Es difícil hablar en Uruguay de un voto programático porque son pocos los votantes que se informan de programas antes de votar. Sí hay un seguimiento o una inclinación de votos por prioridades dadas en los partidos o por los candidatos a los temas, por propuestas concretas sobre temas que preocupan. Pero hoy se ve enojo en algunos votantes, sobre todo en personas que votaron al FA en las elecciones pasadas, que los puede llevar al voto castigo.
¿Qué evaluación hace del espectro político uruguayo a medida que avanza la campaña? ¿Qué candidatos están interpretando mejor el “idioma electoral” y las demandas de la gente?
Si bien los candidatos están en campaña hace tiempo, los uruguayos todavía no se sienten en campaña y no quieren sentirse así. Hoy no parece haber un partido o candidato que esté interpretando mejor que otros las demandas de la gente, por algo no hay uno despegado en la intención de voto como hubo en otras campañas. Casi la mitad de los uruguayos se siente cercana a algún partido y estos están dispuestos a apoyarlos con el voto más allá de las propuestas. El resto se inclinará por la opción que en su momento crea que es la mejor para el país o para sí mismo o la que más le convenza.
¿Cree viable que la oposición lleve adelante, como estrategia, una política de alianzas para, de esa forma, hacerle frente al partido de gobierno? Si lo cree posible, ¿qué sectores ve con más posibilidades de sumarse en una iniciativa común?
No sé si se llevará adelante una política de alianzas previo a octubre. Creo que a los partidos no les conviene porque estas alianzas pueden llevar a que el votante termine finalmente optando por el partido o grupo mayor, es decir, si es lo mismo votar a X que a Y, voto directamente a Y, que ya tiene más posibilidades.
¿Qué papel le tocará desempeñar a quienes pierdan en la elección presidencial? ¿Puede ser la defunción política de alguno de los candidatos que quede por el camino?
Creo que los que pierdan en octubre van a tener que tomar caminos diversos, y esto dependerá de sus electorados y sus preferencias. Esto es diferente en cada partido. Lo cierto es que luego tendrán que rendir cuentas por lo que hagan y deben pensarlo muy bien.
Sobre la defunción política de algún candidato, no lo sé, en política es muy difícil decir que alguien “está muerto” o retirado, porque muchos candidatos han resurgido luego de un aparente retiro o incluso luego de problemas de imagen.