Daniel Buquet, politólogo e investigador del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la UdelaR
A diferencia de elecciones anteriores, la del 2019 se va a caracterizar por una mayor diversidad de opciones partidarias y de candidatos, donde los partidos menores tendrán chances de aumentar su votación.
¿Qué escenario político vislumbra de cara a un año electoral? ¿Qué considera tendrá más peso: el voto “anti” o el “programático”?
El escenario que se visualiza para el año electoral es particularmente fragmentado. Por un lado, aparecen más partidos con perspectivas de lograr, al menos, un asiento legislativo. A los cinco partidos que ya tienen representación se agrega, por lo menos, el nuevo Partido de la Gente. Asimismo, los partidos menores muestran chances de incrementar su votación, mientras que el Partido Nacional (PN) no parece crecer significativamente y el Frente Amplio (FA) seguramente reducirá su caudal electoral, por lo que la distribución de bancas será más diversa que en la actualidad. Asimismo, dentro de los partidos hay mayor diversidad; cuatro precandidatos presidenciales en el FA, al menos seis en el PN, tres en el Partido Colorado y diversas propuestas electorales en la coalición “Alternativa”.
En cuanto al electorado, en ciencia política se manejan diversos modelos para analizar las preferencias electorales. Una primera distinción es entre voto prospectivo y voto retrospectivo. En el primer caso, los electores eligen una opción previendo su futuro desempeño. En el otro caso se trata, fundamentalmente, de evaluar al gobierno y, en función de esa evaluación, decidir si se vota al gobierno o a la oposición. Evidentemente, quienes deciden oponerse al gobierno utilizan criterios prospectivos para elegir entre los opositores. Pero en general, la evaluación retrospectiva en términos gobierno versus oposición es el principal criterio que utiliza la mayoría de los electorados. En ambos casos se trata de votos programáticos, en el sentido de que la posición se adopta evaluando algunas dimensiones sustantivas de políticas públicas. En general, la evaluación económica es la principal, pero en esta coyuntura se suman otros aspectos, como la seguridad pública y la educación. Generalmente, las campañas ponen el acento en estas tres cuestiones.
¿Qué evaluación hace del espectro político uruguayo a medida que avanza la campaña? ¿Qué candidatos están interpretando mejor el “idioma electoral” y las demandas de la gente?
No tengo elementos para evaluar las campañas de los diferentes actores políticos hasta el momento. Solo para no dejar la pregunta sin responder, creo que Larrañaga ha sido el candidato que logró remontar una situación desfavorable como consecuencia de su iniciativa de promover un plebiscito para reformar la constitución en temas de seguridad.
¿Cree viable que la oposición lleve adelante, como estrategia, una política de alianzas para, de esa forma, hacerle frente al partido de gobierno? Si lo cree posible, ¿qué sectores ve con más posibilidades de sumarse en una iniciativa común?
Más allá de que la mayoría de los grupos de oposición plantean la perspectiva de formar un gobierno de coalición, dado que las encuestas no avizoran un triunfo mayoritario, no se va a producir una coalición electoral que agrupe a más de uno de los partidos existentes, porque la regla electoral no lo incentiva.
¿Qué papel le tocará desempeñar a quienes pierdan en la elección presidencial? ¿Puede ser la defunción política de alguno de los candidatos que quede por el camino?
Los perdedores de cualquier elección tienen un papel relevante para cumplir como oposición, ya sea en el ámbito parlamentario o en los gobiernos subnacionales. Pero, seguramente, el proceso electoral dejará varios “difuntos”, aunque no parece oportuno predecir quiénes serán. La diversidad de las precandidaturas en los tres partidos mayores hace prever que algunos de ellos obtendrán votaciones muy magras y, en consecuencia, contarán con antecedentes negativos para futuras comparecencias. Sin embargo, la elección legislativa presenta oportunidades para que, en esos casos, se busque una posición electiva que les permita la permanencia dentro del sistema. Y, aun si alguno no lo lograra, en algún caso las elecciones departamentales ofrecen una tercera oportunidad. El sistema electoral uruguayo ofrece muchas “revanchas”, aunque no todos van a lograr un lugar en alguna de esas instancias.