Christian Di Candia, prosecretario de la Intendencia de Montevideo
El jerarca municipal fue enfático al referirse a los desencantados con el Frente Amplio (FA), quienes a pesar de haber logrado mejoras impresionantes, no están conformes con la fuerza política, aseguró. De todos modos, reconoció que todavía queda mucho por hacer en políticas de vivienda y nivel salarial. Por otra parte, opinó que la opción de ser intendente en realidad significa ser responsable con el partido de gobierno, con el lugar que la ciudadanía le dio, y también tiene que ver con no ser hipócrita.
El menú Di Candia degustó carpaccio de lomo como entrada para compartir, y de plato principal optó por costillitas de cordero con hojas verdes, queso de cabra, castañas y frutillas al aceto. Acompañó el menú con agua mineral y una copa de vino Lapostolle Le Rouge 2013 (Bodega Casa Lapostolle, Chile). De postre prefirió tartina di mela y café.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
-¿Por qué tomó la decisión de abandonar Casa Grande?
-Más que un alejamiento, lo que hubo fue una convicción colectiva de quienes integramos Magnolia. En 2008 entendimos que teníamos que generar un espacio que estuviera en la frontera de lo político y lo social, que lograra incorporar otras miradas generacionales y desde las nuevas agendas. Pero a partir del 2015 la mayoría de Casa Grande entendió que había que tener un sector único, mientras que nosotros seguimos creyendo que era necesario tener un espacio diverso.
-¿Por qué?
-Nosotros reivindicábamos a Casa Grande como un gran espacio y eso fue lo que defendimos siempre, porque de esa forma tenés otras posibilidades a la hora de generar formatos de militancia y participación. Ahora hemos incorporado una gran cantidad de militantes [a Magnolia], y nuestra idea es marcar un espacio donde otra gente se sienta representada.
-¿Cómo se define Magnolia?
-Es un colectivo de acción política que intenta transformar el sistema en el que vivimos hacia un mundo más justo y más igualitario, que se autodefine de izquierda y que busca formatos de participación donde los jóvenes y las mujeres tengan un papel preponderante.
-¿Cómo tomó Constanza Moreira su decisión de abrir su propio camino con este sector?
-Constanza es una mujer muy inteligente; para mí es de las mejores parlamentarias que tiene el país. Ella hace un análisis distinto en torno a esta estrategia que nosotros planteamos, pero en ningún momento fue un obstáculo para que esto sucediera. En ese sentido, siempre ha tenido una fraternidad y un compañerismo que son destacables. Estamos todos en el mismo barco y ella eso lo tiene muy claro. Nosotros apostamos a poner nuevos temas de agenda sobre la mesa, que no han estado con la fuerza que deberían.
-¿Por ejemplo?
-Hay cuestiones que son transversales a todos los temas que vamos a trabajar, como la autocrítica, sobre todo cuando uno se considera de izquierda y lo que busca, más que administrar el sistema, es transformarlo. Después, tenemos un compromiso con la ética muy firme, y queremos ser capaces de generar propuestas que logren cambios sistémicos. También apostamos a la renovación, no por el valor joven en sí mismo, sino por la necesidad de la perspectiva intergeneracional.
-¿En qué áreas van a hacer énfasis a la hora de realizar propuestas?
-Uno de los temas que hay que encarar con mayor firmeza es la vivienda. El mercado sigue siendo quien toma las decisiones en torno a esto, por más de que Uruguay tiene algunos instrumentos como las cooperativas, la Agencia Nacional de Vivienda, el Ministerio de Vivienda, la Intendencia, los realojos. Igualmente, no puede ser que un alquiler de un dormitorio en una zona céntrica valga 20.000 o 25.000 pesos, porque esto se relaciona con algo muy importante que son los proyectos de vida de la gente. Estamos mucho mejor que hace 15 años, pero es muy difícil que alguien que gana 15.000 pesos tenga un proyecto de vida, y es muy difícil salir a pedirle a la periferia que un gurí deje de pasar pasta base, cuando lo que le podemos ofrecer es un salario de 8.000 pesos en un supermercado.
Otro tema es la protección animal, que la izquierda no la ha tenido arriba de la mesa. Desde la Intendencia ha sido un tema a trabajar con mucha fuerza, y una sociedad realmente humanizada tiene que pensar en eso. También queremos abordar lo que tiene que ver con el medio ambiente, que para la izquierda ha sido un tema superfluo. Como mínimo los delitos contra el medio ambiente tendrían que estar en el Código Penal y no ser administrativos. No puede ser que atentar contra el planeta se pueda arreglar económicamente, cuando un robo de un celular es un delito penal; eso habla mucho de dónde ponemos la balanza a la hora de valorar las cosas.
-Decía que quien se considera de izquierda, más que administrar el sistema, busca transformarlo. ¿Cómo ha visto al gobierno nacional en ese sentido?
-Una de cal y otra de arena. Este tercer gobierno del FA, en una región donde Argentina se está cayendo estrepitosamente, donde Brasil tiene una crisis que va más allá de lo económico, lo social y lo político, logró no solamente no tener crisis, sino sostener un crecimiento económico. Eso hay que valorarlo y, obviamente, condiciona la capacidad de transformación. Pero también es cierto que en el primer gobierno del FA tuvimos una gran cantidad de reformas sistémicas; en el segundo, reformas de la agenda de derechos; y en este tercer período quizás no estaban dadas las características, incluso por los equipos. Es decir, el gabinete es casi la copia del primero pero con 10 años más; ahí faltó una apuesta a la renovación por parte de este gobierno.
-¿Y piensa que Daniel Martínez sí apostaría por la renovación en un eventual gobierno? ¿Qué lo llevó a apoyar su candidatura?
-Por un lado, nosotros estamos convencidos de que Daniel tiene un tipo de liderazgo que no responde a los liderazgos mesiánicos que tan mal le han hecho a la izquierda a nivel mundial. A su vez genera equipos, apuesta al trabajo transversal y va a dejar una gestión que realmente va a transformar Montevideo –quizás los tiempos electorales no permitan verlo ahora-.
-¿Cómo se ve en el rol de intendente, con la posibilidad certera de serlo ahora por ser suplente de Martínez, que se tomará licencia para dedicarse a la campaña?
-Es un rol que no me he imaginado. Es cierto que en las últimas semanas, dada la situación, tuve que tomar algunas definiciones y visualizar esa posibilidad como algo concreto. Uno tiene sus defectos y sus virtudes. Yo tengo claro que ciertas cosas me cuestan más, pero también sé que me gusta mucho –y por eso reivindico lo que hace Daniel- la generación de equipos, y admitir las ausencias de conocimiento propias y poder trabajar eso con las personas que uno tiene. Lo que pesa después es la responsabilidad de la decisión, pero a mí no me tiembla el pulso para tomar definiciones. Yo creo que no me va a tocar [asumir el cargo], pero si me toca voy a seguir haciendo lo mismo.
Cuando hablamos de la opción de ser intendente, en realidad es ser responsable con una decisión que uno tomó de acompañar a Daniel Martínez. Es ser responsable con el FA, con el lugar que te dio la ciudadanía, y también tiene que ver con no ser hipócrita en el discurso y la acción. Es decir, si digo que los jóvenes nos tenemos que hacer cargo, que hay que ponerle el cuerpo a las ideas, si me toca a mí ser intendente, lo tengo que hacer. Sería muy difícil para mí ir en contra de un discurso que he sostenido siempre, más allá de que el costo pueda ser elevado.
-¿Y qué piensa entonces de que Óscar Curutchet sea candidato a presidente de la AUF pese a que es el primer suplente de Martínez?
-Son opciones personales, no voy a juzgarlas.
-¿Dónde se imagina en el próximo período?
-Haber visualizado esta posibilidad de dejar mi cargo en la Junta Departamental (para suplir a Martínez deberá renunciar a su cargo público) me generó un movimiento desde el punto de vista personal. Tenía previsto hacer una campaña electoral, y si eso no sucede (dado que si es intendente no podrá hacer campaña), el año que viene puede ser que vuelva a la actividad profesional personal, o que termine la licenciatura [en Ciencias Políticas], que me quedan pocas materias. Incluso podría pensar en la actividad legislativa (para lo cual también debería renunciar a la Junta), pero en todo caso estas son siempre decisiones colectivas, no depende de mí sino de Magnolia o del FA.
-¿Usted se siente más cómodo en un cargo ejecutivo?
-Por supuesto. A mí lo ejecutivo me genera más comodidad, pero tampoco conozco la tarea legislativa.
“La oposición uruguaya es un poco más responsable que nuestros vecinos”
-“Por primera vez hay duda de que el FA retenga la Presidencia”, dijo a CRÓNICAS el politólogo Óscar Bottinelli. ¿Comparte esa percepción? ¿Le preocupa?
-Lo que me preocupa, más allá de quién gane, es la situación del país. Basta mirar Argentina. Cualquier analista externo que mire los números sociales y económicos de los últimos 15 años, no podría pensar que el FA tiene alguna duda de retener el gobierno, porque no hubo otro período en la historia del Uruguay en el que se generaran tantas transformaciones, en el que la sociedad tuviera el nivel de empleo, de crecimiento económico y de baja inflación que tuvo en estos 15 años. La política es dinámica, la región está teniendo un vuelco a la derecha, pero la derecha por suerte está mostrando lo que hace cuando gobierna.
-Cuando dice que basta mirar Argentina, ¿se refiere a que si gana la oposición en Uruguay podría haber un retroceso?
-Yo tiendo a pensar que la oposición uruguaya es un poco más responsable que nuestros vecinos. También soy consciente de que ha festejado todo lo que ha tenido que ver con Macri. No solamente la victoria de Cambiemos, sino todas las medidas que se han ido tomando.
-¿Cree que los descontentos con el FA tienen razón al sentirse así?
-Siempre que hay un descontento hay una base de realidad, [pero] esto responde a una dificultad del FA de encarar algunos cambios culturales que tienen que ver con la vida en sociedad en este sistema. Muchos de esos descontentos nunca habían tenido un auto y ya lo cambiaron tres veces, nunca habían viajado y viajaron; lograron mejoras impresionantes en los últimos 15 años, y sin embargo están descontentos. El afán de superación del ser humano es el gran logro del capitalismo, pero tiene límites.
-¿Considera que en Venezuela hay democracia?
-Es una democracia en CTI. Es un tema de discusión en la sociedad en general, muy mediatizado, muy delicado. Ya no es una situación de Venezuela, es un problema geopolítico, es mundial, y todas las respuestas son complejas. Uruguay ha tenido la madurez suficiente y necesaria de seguir apostando al diálogo más allá de las dificultades, porque cualquier salida armada es mucho peor para el pueblo venezolano.
Todas, todos y “todes”
-Fue muy criticado en las redes sociales por decir “tranquiles todes” en un tweet. ¿Cree que Uruguay está preparado para un cambio en el lenguaje, por ejemplo, para acompañar el lenguaje inclusivo?
-Primero, se le da relevancia a cosas increíblemente irrelevantes en las redes sociales. Creo que uno nunca está preparado para una transformación del lenguaje; en realidad lo que existe es una lengua que está en constante transformación y evolución, y lo que yo quiero reivindicar es la posibilidad de que cada generación pueda militar, trabajar y proponerle cambios porque tiene el derecho de hacerlo. El lenguaje no debería ser excluyente, y cuando hay colectivos tan grandes como las mujeres, que no se sienten incluidas en un “todos”, hay que ponerlo arriba de la mesa.