La región enfrenta un “escenario retador” debido a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China que generan gran incertidumbre y podrían impactar a la baja en el PIB mundial, según se evaluó durante un evento organizado por el banco BBVA. En este marco, economistas advirtieron que Uruguay muestra una actividad estancada, con un magro desempeño de la inversión, y estimaron que el próximo gobierno deberá concretar un ajuste fiscal con suba de impuestos y recorte de gastos.
Un “escenario retador” es el que enfrenta América Latina debido al impacto y la incertidumbre provocada por la guerra comercial declarada entre Estados Unidos y China, según evaluó el economista jefe de BBVA Research para América del Sur, Juan Ruiz, durante un evento organizado por la entidad financiera. Evaluó que “la región está sufriendo como espectador” de esta coyuntura, y estimó que las tensiones comerciales “a nivel global podrían restar hasta un 0,6 % en el PIB, en el peor de los escenarios”.
De acuerdo a estimaciones de BBVA Research, América Latina crecería este año un 1,7%, y en 2020 un 2,3%, lo que marca un recorte a la baja respecto a las proyecciones anteriores de la entidad, debido al “entorno global y los peores datos de actividad en los últimos meses, principalmente en Argentina, Brasil y México”. Ruiz evaluó que este suave crecimiento no permitirá ir acortando la brecha en la región con los países desarrollados.
“En Brasil, estamos viendo una reducción del optimismo con la nueva administración y se refuerzan las señales de debilidad en el crecimiento. En Argentina, las políticas económicas están orientadas a estabilizar el tipo de cambio y controlar la inflación en un entorno de incipiente recuperación pero alta incertidumbre electoral”.
En la apertura de la conferencia, Alberto Charro, country manager de BBVA en Uruguay, se refirió al particular momento que vive nuestro país, “marcado por dos elementos clave como son la coyuntura económica (…), no sólo a nivel nacional o regional sino global; y por el período de elecciones inminente que afrontamos”.
Gloria Sorensen, economista jefe para Argentina y Uruguay de BBVA Research, recordó que las previsiones de crecimiento para Uruguay se sitúan en torno al 0,8% en 2019. Señaló que el país está afectado “por el magro desempeño del consumo y por una inversión estancada, mientras que el sector externo contará con la recuperación del mercado agrícola compensado por una débil temporada turística”. Si bien destacó que el riesgo país sigue siendo el más bajo de la región, advirtió que no se deben perder de vista los futuros desequilibrios que puedan generarse: “el nombre del juego actualmente es la volatilidad cambiaria”.
Respecto a la inflación (ver nota página 16), los expertos del servicio de estudios de BBVA pronostican que alcanzará hasta un 8% este año y un 6,8% en 2020 “por la aceleración de la depreciación del tipo de cambio y a pesar del mantenimiento una política monetaria contractiva y el cumplimiento del esquema de salarios nominales decrecientes”.
El evento contó con una ronda de economistas que brindaron sus opiniones sobre la economía uruguaya.
Gabriel Odonne de CPA Ferrere, alertó sobre el riesgo de estanflación en Uruguay y subrayó la importancia de la política fiscal. “Aunque en campaña electoral nadie dice que va a subir impuestos, eso es lo que va a suceder”, comentó. Respecto a Argentina, vaticinó posibles volatilidades monetarias antes de que termine el año. Respecto al crecimiento de Uruguay, lo calificó de “moderado, asimétrico entre sectores y con caída de inversión”.
Tamara Schandy, economista de Deloitte, consideró que “la combinación de salarios altos y el freno de la actividad económica se manifestó en un fuerte deterioro del mercado de trabajo, con una incidencia del desempleo especialmente preocupante en los jóvenes”.
Por último, el economista Javier de Haedo, defendió que una política fiscal contractiva y una monetaria expansiva serían elementos clave deseables para el próximo gobierno, así como “impulsar varias reformas, lo que no se hace en dos días”. De Haedo coincidió con sus pares respecto a la necesidad de que el próximo gobierno realice un ajuste fiscal, así como otras reformas estructurales, mejora de la infraestructura, fexibilización laboral y adecuar la gestión presupuestal. Para De Haedo, la situación es “muy compleja” lo que hace “inevitable subir impuestos”. A su entender, el ajuste debería ir por el lado del IVA, ya que “es el que menos afecta la producción” porque es “un impuesto neutral”.