En el marco de la cumbre del G20, en Osaka, tras una reunión entre Donald Trump y su par chino, Xi Jinping, ambos mandatarios acordaron desactivar, por ahora, la guerra comercial en la que están sumidas las dos naciones y que las empresas estadounidenses vuelvan a vender productos a la tecnológica Huawei.
Una tregua. Eso es lo que acabó ocurriendo en la guerra comercial que mantienen desde algún tiempo Estados Unidos y China. El escenario fue la cumbre del G20, en Osaka, Japón. A partir de una reunión entre Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, el bloqueo comercial, que iba a entrar en vigor el 19 de agosto tras una moratoria de 90 días anunciada por el Departamento de Comercio, por el momento no se hará efectivo.
Trump había amenazado con imponer aranceles de entre el 10% y el 25% a unos US$ 325.000 millones en importaciones chinas, lo que había despertado luces de alarma en los mercados internacionales, y muchas empresas estadounidenses consideraban que la medida traería aumentos de precios en algunos de los productos más apreciados por los consumidores.
El acuerdo con el mandatario chino implica que esos gravámenes, por ahora, están fuera de la mesa de discusión, pero el gobierno estadounidense mantiene en vigor sus aranceles a productos chinos por valor de US$ 250.000 millones, mientras que China conserva sus gravámenes a importaciones estadounidenses por US$ 110.000 millones.
Aunque no ha habido acuerdo por una solución definitiva, se puede hablar de avances para un posterior acuerdo entre las dos economías más grandes del planeta. Y en ese escenario, las medidas estadounidenses contra la tecnológica china Huawei, el segundo fabricante de teléfonos del mundo y el principal impulsor de las nuevas redes 5G, centraron buena parte de la negociación entre Trump y Xi Jinping.
En mayo, el presidente estadounidense había firmado una orden ejecutiva que prohibía a las empresas estadounidenses utilizar dispositivos que supusieran un “riesgo para la seguridad nacional”, apuntando al fabricante chino de teléfonos celulares. Posteriormente, el Departamento de Comercio de Estados Unidos incluyó a Huawei en una lista de entidades que impedía a gigantes como Intel y Google establecer vínculos comerciales o prestar servicios a la compañía china.
Pero en Osaka el cable rojo se desactivó. La decisión se dio a conocer en la rueda de prensa de la cumbre del G20, en la que Trump anunció esa medida, así como la de no aumentar los aranceles a China, al menos de momento, según palabras del propio Trump. «Enviamos y vendemos a Huawei una enorme cantidad de productos que forman parte de lo que fabrican, y yo he dicho que eso está bien. Seguiremos vendiéndoles estos productos», dijo el presidente republicano. «Las empresas estadounidenses pueden vender sus productos a Huawei. Estamos hablando de equipos en los que no hay un gran problema de seguridad nacional», añadió.
Se trata de un desbloqueo supeditado a un futuro acuerdo; en otras palabras, una prórroga hasta el 19 de agosto, fecha a partir de la cual sí se haría efectivo el bloqueo comercial que finalmente acaba de levantar Trump en su comparecencia ante los medios de comunicación. Pero queda claro que, a partir de este momento, el negocio de Huawei vuelve a la normalidad.