Tras atravesar un período de “auge sincronizado”, la economía mundial se encuentra ahora en uno de “desaceleración sincronizada” que llevará su crecimiento a su menor nivel de la década, analizó Kristalina Georgieva, durante su primer discurso como Directora Gerente del FMI. Atribuyó los problemas en la economía a “las fracturas” y advirtió que “las grietas actuales podrían provocar cambios que duren toda una generación: cadenas de suministro rotas, sectores comerciales compartimentados y un «muro de Berlín digital» que fuerce a los países a elegir entre sistemas tecnológicos”.
“¿Qué podemos hacer todos nosotros para curar las fracturas de la economía mundial y estimular un crecimiento más vigoroso?”, fue la pregunta con la que Georgieva comenzó su primer discurso al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Recordó que hace tan sólo dos años la economía global atravesaba por “un período de auge sincronizado” en el que un 75% del mundo se encontraba en fase de aceleración, sin embargo, “lamentablemente esta vez el crecimiento se está desacelerando”.
En ese sentido, valoró que “la economía mundial se encuentra ahora en un período de desaceleración sincronizada”, lo que implicará que el crecimiento de este año “caerá a su tasa más baja desde principios de la década”.
Georgieva atribuyó la desaceleración “a una serie de problemas y a un tema común: Las fracturas”.
En particular hizo foco en la guerra comercial y en sus repercusiones sobre la economía, alertando que “el crecimiento del comercio mundial prácticamente se ha paralizado”. Eso ha afectado a los sectores de manufacturas y la inversión, y genera un “riesgo grave” en servicios y consumo.
“La incertidumbre -provocada por las tensiones comerciales, pero también por el Brexit y las tensiones geopolíticas- está frenando el potencial económico”, señaló Georgieva, agregando que “aun cuando el crecimiento repunte en 2020, las grietas actuales podrían provocar cambios que duren toda una generación: cadenas de suministro rotas, sectores comerciales compartimentados y un «muro de Berlín digital» que fuerce a los países a elegir entre sistemas tecnológicos”.
“Nuestro objetivo debe ser reparar esas fracturas”, instó la funcionaria.
De acuerdo al FMI, el efecto acumulativo de los conflictos comerciales podría suponer una pérdida de aproximadamente US$ 700,000 millones para 2020, alrededor del 0,8% del PIB mundial. “Debemos trabajar de forma conjunta, ahora, y encontrar una solución duradera para el comercio. Esto requiere decisiones difíciles y voluntad política. Pero justifica el esfuerzo”.
Un cambio genuino
Para Georgieva se requiere que los países encaren las inquietudes legítimas que puedan tener sobre las prácticas comerciales, como son las subvenciones, los derechos de propiedad intelectual y las transferencias de tecnología. Asimismo, se debe apuntar a “un sistema de comercio mundial más moderno, y específicamente liberar plenamente el potencial que ofrecen el comercio de servicios y el comercio electrónico”. “La clave es mejorar el sistema, no abandonarlo”, subrayó.
La Directora Gerente del FMI enumeró lo que a su entender deben ser las cuatro prioridades para lograr un “crecimiento más vigoroso y resiliente”.
En primer lugar, lograr un “uso acertado de la política monetaria y mejora de la estabilidad financiera”. Alertó que las tasas de interés en algunos países son muy bajas e incluso negativas, lo que limita el margen para intensificar el uso de herramientas convencionales.
En segundo orden, llamó a “aplicar herramientas fiscales para hacer frente a los desafíos actuales”, lo que implica que aquellos países que tengan margen presupuestario “hagan uso de su capacidad fiscal o se preparen para hacerlo”. No obstante, reconoció que “este consejo no funcionará en todas partes”, y “en el caso de países con una relación deuda/PIB elevada, está justificada la moderación fiscal”. “Los países, por supuesto, adaptarán las políticas en función de sus circunstancias”, sostuvo.
En tercer lugar puso la necesidad de “implementar reformas estructurales para el crecimiento futuro”, y citó como ejemplo “la pérdida de puestos de trabajo derivada de la automatización y de los cambios demográficos”. “Si no actuamos ahora, muchos países se verán estancados en un crecimiento mediocre”, opinó.
Por último, hizo un llamado a “sumarse a la cooperación internacional”. “Necesitamos trabajar mancomunadamente. Desde adaptarnos de manera segura a las tecnofinanzas, hasta implementar de manera cabal el plan de reformas de la regulación financiera, y luchar contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo”.
También hizo foco en el “cambio climático”. “Es una crisis a la que nadie es inmune y sobre la que todos tenemos la responsabilidad de actuar”. Georgieva interpreta que “los impuestos sobre el carbono pueden ser una de las herramientas más poderosas y eficientes” y agregó que “la clave está en modificar los sistemas tributarios, y no simplemente en establecer un nuevo impuesto”. “La recaudación adicional podría utilizarse para recortar otros impuestos y financiar la asistencia a los millones de hogares afectados. Estos nuevos recursos podrían respaldar también inversiones en infraestructura de energías limpias que contribuirán a reparar el planeta”, sostuvo.
“Cruzarse de brazos tiene un precio demasiado alto”, concluyó.