“Mi abuelo Wylie nació en Liverpool y emigró a Chile a trabajar en una empresa naviera. En cambio mi bisabuelo materno era escocés, minero en el norte de Chile y se dedicaba a la extracción del salitre”. Así, el chileno Christian Wylie que frisa los 50 años, recuerda sus antecedentes familiares.
Está casado con la uruguaya Virginia Vallarino con quien tienen dos hijos y desde enero de 2016 ocupa el cargo de Director General en Bodega Garzón.
Después del almuerzo, en un día muy primaveral, sentados en la terraza de la bodega, tuvo lugar esta entrevista para Apuntes de Cata: “soy ingeniero agrónomo, con un post grado en enología de la universidad de Davis, California. Al regresar con mi título a Chile, empecé a trabajar como enólogo en Viña Carmen, pero al cabo de un año pedí pase al sector comercial, para presentar los vinos y poder relacionarme con los clientes. Luego, al pasar a Viña De Martino, comencé a viajar y realmente sentí que eso era lo mío”.
En el año 2000 se casó con Virginia y a pesar de que la idea era volver a Chile, su espíritu inquieto lo llevó a explorar las oportunidades laborales aquí. Le encantaba Uruguay, la nueva familia y la calidad de vida de nuestro país. Le pidió una entrevista a Fernando Deicas que coincidió justo cuando en Establecimiento Juanicó precisaban un ejecutivo que viajara al exterior, a presentar sus vinos y a abrir nuevos mercados.
Su anterior experiencia y su fluido inglés, lo hacían ideal para el puesto y el trato quedó firme. “Fernando además quiso aprovechar mi experiencia como enólogo, para ayudar a perfilar los vinos y durante cinco años me quedé en Juanicó”. Ante una oferta irresistible de Viña Santa Carolina volvió a Chile donde permaneció por 11 años, hasta que don Alejandro Bulgheroni lo vino a buscar para ser su mano derecha en Bodega Garzón.
Reportando directamente al propietario, a principios de 2016 se elaboró un plan a cinco años, que se cumplió en tres. Se han superado las metas en ventas de vinos, en inserción internacional, en visitas de turistas y en el desempeño del restaurante: “Todo mucho mejor de lo que habíamos planificado”.
No todo es fácil en Garzón
A nivel de operación no todo es fácil en Garzón. El costo de mano de obra es alto, no existe una localidad cercana que permita a los trabajadores llegar en bicicleta o en moto. Muchos de los operarios viven en San Carlos o en Rocha, no son gente de campo y hay que brindarles un servicio de ómnibus que los traslade ida y vuelta a sus tareas. “O sea que haciendo cuentas, al final tenemos un costo cuatro veces mayor que otras empresas del sector”.
Para compensar esta desventaja elaborar vinos Premium es la calve para absorber este costo mayor. Por eso la mecanización y la tercerización de los trabajos de campo se imponen. Así como una mayor eficiencia en bodega y sobretodo exportar más. Los mercados del exterior ya absorben un tercio de la facturación y “acá en Uruguay, nadie había pasado el millón y medio de dólares. Hoy somos los primeros exportadores con más de 5 millones de dólares y sobre todo a un alto precio por botella. Si miramos los últimos 12 meses de exportaciones, seguimos creciendo fuerte y ya somos 35% del monto exportado por el sector”.
Señores embajadores
Un crecimiento tan acelerado que logra una inserción internacional notoria, lleva a preguntarse sobre el plan que lo hizo posible y a ello Christian responde: “No tuvimos un plan armado, más bien contamos con cuatro embajadores que nos fueron abriendo las puertas. Por un lado un consultor de la fama del italiano Alberto Antonini, que no oculta para nada su entusiasmo por lo que estamos haciendo y al que le ponen la alfombra roja adonde quiera que vaya.
Por otro lado don Alejandro Bulgheroni, un billonario que tiene un nivel de llegada indiscutible, al que le abren las puertas sin dudar. También Francis Mallmann en nuestro restaurante, reconocido en los grandes centros de la gastronomía y relacionado con los mejores chefs del mundo. Tenemos también a Ángel Cabrera, ganador del US Open y del Master de Augusta y que regentea nuestro campo de golf”.
El camino se hace al andar
Hoy en Garzón ya hay 250 hectáreas de viñedos y la idea es alcanzar las 300, pero despacio, sin apuro, plantando unas cinco o 10 por año. Siempre apuntando a los vinos Premium. Ya se hace necesario aumentar las de Albariño que tiene una demanda sostenida y más Marselan y Cabernet Franc. Ambas están dando gran calidad y muy gratas sorpresas. Y para los espumosos, que han tenido un gran desembarco en el mercado, se hace necesario plantar más Chardonnay.
Todo este desarrollo hace: “que el Ing. Bulgheroni se encuentre muy motivado porque ve su potencial. Es que a diferencia de otras bodegas que ha comprado en Mendoza, Italia y California, a esta la vio nacer. La construyó desde cero cuando sus amigos argentinos no le aconsejaban ser pionero en una zona sin antecedentes vitícolas. Pero él ama este lugar porque empezar de la nada constituía un desafío mayúsculo y hoy el resultado es espectacular”.