Luis Mosca: «Buscar que las cuentas públicas estén en orden es una condición imprescindible para crecer»

EDICIÓN ESPECIAL 2019

Luis Mosca, economista, ex ministro de Economía y Finanzas e integrante del Consejo Editorial de Empresas & Negocios.


El economista remarca que no es posible dinamizar la economía sin un programa de consolidación fiscal, en coincidencia con los responsables de la conducción de la economía a partir de marzo. A su vez, remarca que el exceso de gasto público y el déficit fiscal sostenido son los principales factores que explican la pérdida de competitividad de la economía uruguaya.

¿Cuáles son los desafíos en materia económica que tiene Uruguay en lo inmediato –año 2020-, ante un escenario de escaso crecimiento, en medio de una región que tampoco crece y que tiene problemas sociales, y en un mundo donde la guerra comercial entre Estados Unidos y China acelera la desglobalización?

Claramente, el principal objetivo es el crecimiento de la actividad económica y el mejoramiento en el nivel de empleo. Es cierto que la economía internacional no presenta un contexto favorable, pero reparemos en algunas cosas positivas. Hay una muy buena liquidez en el mundo, las tasas de interés seguirán en niveles muy bajos, el dólar -que ha aumentado en los últimos tiempos- parece estar perdiendo algo de tonicidad muscular, lo que condicionaría su ascenso futuro. Y eso es bueno porque ayudaría a mantener el precio internacional de los  commodities que el país exporta.

También el reciente acuerdo alcanzado entre Estados Unidos y China – vamos a ver si dura- es una buena noticia, no sólo por su impacto positivo en los niveles de comercio internacional, sino porque ayudaría a sostener un flujo de ingresos de capital a la región.

No deberíamos esperar nada bueno de Argentina en el corto plazo. Al día de hoy aún no conocemos el programa económico de las nuevas autoridades, con los cual sus perspectivas futuras son una incógnita.

Pero sí ayuda Brasil, quien asume una posición ofensiva en su estrategia de apertura comercial.

Demanda una rebaja sustancial del arancel externo del Mercosur, procura su flexibilización y anuncia su interés en alcanzar un TLC con China.

Aquel Brasil cerrado quedaría atrás y ello sería funcional a los intereses de Uruguay de ganar autonomía en nuestra política comercial.

¿Cómo evalúa las propuestas económicas de las autoridades recientemente electas y cuáles son los temas más urgentes a resolver en el corto y mediano plazo en materia económica?

Como es sabido, en el último quinquenio la economía uruguaya estuvo virtualmente estancada, con caída de la inversión. Hoy, la inversión bruta de capital fija representa menos del 16% s/PBI, cinco puntos porcentuales menos que en el 2014. Es decir, cayó aproximadamente un 31% en los últimos cinco años.

El consumo privado también tiene su motor apagado. Y se han perdido más de 50.000 puestos de trabajo en los últimos años.

Hubo un deterioro fiscal importante. Año a año se confió en recuperar el crecimiento, y por esa vía se esperaba un mejoramiento en las cuentas públicas. Ello no ocurrió.

Yo comparto el diagnóstico de quienes serán responsables de la conducción de la economía a partir de marzo. No es pensable en dinamizar la economía sin un programa de consolidación fiscal. Está claro que en el corto plazo la contracción del gasto, por un lado, tiene un efecto negativo sobre el nivel de actividad. Se punciona un componente de la demanda. Pero, por otro lado, es incuestionable que si genera confianza en los agentes económicos, estimulará la actividad y la demanda.

Buscar que las cuentas públicas estén en orden no es un capricho neoliberal; es una condición imprescindible para crecer, para lograr más bienestar de la gente.

Comparto también que tenemos una muy alta presión tributaria y que, en consecuencia, el abatimiento del déficit debe estar asociado, primordialmente, por una caída  del gasto público.

El exceso de gasto público y el déficit fiscal sostenido son los principales factores explicativos de la pérdida de competitividad de la economía.

Me parece ocioso discutir sobre si es posible o no alcanzar un abatimiento del gasto de US$ 900 millones en el ejercicio 2020, como se ha estimado oficialmente. Lo más importante es la convicción manifiesta de actuar urgentemente. No hay margen fiscal con un déficit global en torno al 5% del PBI. Ni tampoco hay tiempo.

Está decidido que el abatimiento del gasto público será acompañado por políticas de corte estructural en distintos planos: mayor apertura comercial, reforma de la seguridad social, reformas en la Administración Central y en las empresas públicas (en su gobernanza y en sus cometidos, que permitan equiparar el precio de las tarifas a sus niveles internacionales), revisión del exceso de regulaciones que se han acumulado y que son costos que asume el sector privado, ajustes al sistema tributario, dinamización de los programas de PPP.

Si en todas estas áreas se dan avances, el programa de consolidación fiscal va a ser percibido como un componente del programa de reformas. Y ello va a dinamizar a la inversión, al empleo y, finalmente, al crecimiento a medida que se perciba el norte del accionar público.

¿Cuáles son las fortalezas que tiene el país para afrontar ese contexto de turbulencias y guerras comerciales que mencionábamos en la primera pregunta?

La tarea es enorme. Pero se parte de un buen diagnóstico, se cuenta con un ambicioso programa de gobierno, hay clara conciencia de que se dispone de pocos grados de libertad y sus responsables tienen la capacidad y la convicción necesaria para llevarlo a cabo.

Para ello se cuenta con una coalición de gobierno y mayoría parlamentaria que dará el respaldo requerido, al amparo de la solidez institucional democrática que es patrimonio de todos.