La confianza de los consumidores uruguayas tuvo su mayor caída mensual desde que se elabora el indicador, y varios de los indicadores analizados se ubican en sus menores niveles desde que se comenzaron a relevar en 2007. La crisis sanitaria, social y económica, así como el incremento del dólar, afectaron al índice general que se ubica en la zona de moderado pesimismo. Expectativas de desempleo aumentaron fuertemente.
Como se podía esperar, la confianza de los consumidores registró una fuerte caída en el mes marzo volviendo a la zona de moderado pesimismo y acercándose a un nivel de atendible pesimismo, según lo define la encuesta mensual que realiza la Cátedra Sura de Confianza Económica de la Universidad Católica y Equipos Consultores.
El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) se ubicó en marzo en 41,2 puntos, lo que implica una contracción de nueve puntos con respecto a febrero, lo que representa la mayor caída mensual desde que el índice se mide (el mayor descenso se había registrado en agosto de 2013, -6,2 puntos). Si se lo compara con marzo de 2019 la caída del ICC es de cuatro puntos.
La percepción sobre la Situación Económica del País es el único subíndice que mejoró respecto a febrero. Al interior del mismo se observa que la percepción a tres años es la responsable del aumento, lo que puede estar relacionado con la percepción de la recuperación económica tras pasar por el receso generado por el Covid–19.
Por el contrario, la percepción sobre la Situación Económica del Personal se contrajo 7,2 puntos respecto al mes anterior. Dentro de los componentes (situación económica personal actual y a un año), los encuestados muestran igual pesimismo frente a ambos componentes, siendo levemente mayor el descenso de la situación económica personal actual que a un año. “Dado que la encuesta fue realizada a fines del mes de marzo, las respuestas pudieron verse afectadas por la incertidumbre económica actual debido a la falta de fechas concretas para la reactivación de la economía, y a una mayor seguridad que se volverá a una situación de normalidad a un año, aunque afectada por la crisis”, señala el informe.
Pero la mayor caída la tuvo el subíndice de Predisposición a la compra de bienes durables que descendió 24 puntos, registrando el puntaje más bajo desde que se mide el índice. Si bien los dos componentes de este subíndice (electrodomésticos y automóviles y viviendas) presentaron una importante caída, la compra de electrodomésticos fue el componente que se vio más afectado (disminuyó 30,6). Esta caída no solo reporta a la incertidumbre económica mundial, sino que posiblemente se relacione también al simultáneo aumento en el tipo de cambio de 13% respecto a febrero (los precios de estos bienes se fijan en dólares).
Otros indicadores
Al igual que la caída general del ICC, los otros indicadores de confianza también mostraron -en general- un deterioro respecto a febrero: cuatro de los seis índices evolucionan negativamente y muestran la peor medición desde que se registran (setiembre 2007).
La preferencia por los depósitos en el país fue la variable que mejoró más su desempeño, acercándose a los valores máximos registrados en julio de 2013, seguido por la capacidad de ahorro que aumentó por segundo mes consecutivo, logrando su mayor puntaje desde noviembre de 2014. Esto último podría estar relacionado a la baja predisposición al consumo (compra de bienes durables).
Del otro, lado, la preferencia por la moneda nacional fue la variable que menos descendió.
El indicador de expectativas de ingresos presentó una baja de 10,7 puntos, ubicándose en el mínimo valor desde que se estudia esta variable. Cabe destacar que en marzo se quintuplicaron las solicitudes por subsidio de desempleo.
En línea con lo anterior, las expectativas de desempleo tuvieron el mayor deterioro desde que se tienen datos, ubicando esta variable en el máximo valor desde que se mide.
Por último, debido al aumento de 30 puntos en la medición de las expectativas de inflación esta variable se encuentra en el máximo registrado desde que se mide la misma. Esto puede estar relacionado al aumento del tipo de cambio y su efecto en los productos importados, al aumento en el consumo (demanda) de determinados productos (especialmente aquellos relacionados con la canasta básica y la sanitaria), lo que puede impactar en un aumento de precios, el aumento en las tarifas públicas y la incertidumbre económica.