El economista Ignacio Munyo realizó un análisis del impacto económico de la pandemia del Covid-19, donde estimó que todos deberemos pagar los daños que el virus ha realizado en la actividad del país, a través de deuda pública. No obstante, explicó que ello debe ir asociado a una agenda de reformas que “es lo único que va a hacer posible pagar esa deuda que va a ser grande y va a aumentar en los próximos años”.
El economista Ignacio Munyo disertó ayer miércoles en formato digital (cómo se hacen ahora la mayoría de los eventos) sobre la pandemia del Covid-19 y sus efectos en la economía global, regional y mundial. La jornada, organizada por la Cámara Oficial Española de Comercio y Navegación, se tituló “¿Quién paga por el coronavirus?”; la respuesta a la pregunta, según el análisis del director del Centro de Economía del IEEM de la Universidad de Montevideo (UM), fue corta: “Lo pagamos todos”.
“Es un costo muy grande que pagamos en confinar a la sociedad en salud pública para que se minimicen los efectos sanitarios afectados por el nuevo coronavirus”, añadió Munyo. A su vez, indicó que se debe pagar con deuda pública, pero asociado a una agenda de reformas, “que es lo único que va a hacer posible pagar esa deuda que va a ser grande -que ya era grande previo al nuevo coronavirus- y va a aumentar de forma significativa en los próximos años”.
Panorama global
A nivel internacional, a modo de dar contexto, se esperan contracciones en las principales economías del mundo.
China sería la única con un alza en 2020 pero muy por debajo de lo esperado a comienzos de año: su actividad crecerá un 1% este año, indicó el economista, cifra que contrasta con la expectativa de crecimiento de 6% que se tenía en enero.
Por otro lado, Estados Unidos, Alemania, Italia, Francia y España son algunas de las -varias- economías a nivel mundial que caerán en este año. Así, se espera que bajen en 6%, 7%, 9,1%, 7,2% y 8%, respectivamente.
A nivel regional, en tanto, las perspectivas también son a la baja: Brasil se contraerá un 3,3% -5,3% según el Fondo Monetario Internacional (FMI)-, y Argentina lo hará en un 4,3% -5,7% según el FMI-.
Pero para el año que viene hay una cuota de optimismo, ya que se espera un repunte del PIB para todos estos países.
Panorama nacional
En lo que a Uruguay respecta, el director del IEEM observó que se puede esperar una caída en el PIB de 1,5% para 2020, con una reactivación de 2% el año próximo. Los cálculos del FMI, a su vez, indican una baja de 3% y un alza de 5% para los mismos períodos.
Asimismo, Munyo analizó la proyección de la deuda pública, y observó tres escenarios posibles (ver gráfico).
El primero era pre Covid-19, donde, para 2025 Uruguay podría haber alcanzado un crecimiento del PIB de 3%, un déficit fiscal de 2% y una deuda pública bruta de 86% del PIB. Sin embargo, bajo el escenario de Covid-19 actual, en 2025 -y con los mismos valores de crecimiento y déficit- espera una deuda del 90% del PIB.
En un tercer escenario, observó la dinámica de la deuda bajo la realidad de la pandemia con una suba de las tasas de interés. Bajo estas proyecciones, para 2025 -donde la tasa de interés habrá alcanzado el 7%- la deuda pública alcanzará el 97% del PIB.
En este contexto, para que se dé el crecimiento de 3% del PIB en el futuro que Munyo proyectó, Uruguay “tiene un desafío gigantesco”. Para eso, tiene que hacer reformas importantes.
En ese sentido, se refirió a las barreras a la productividad, una serie de factores que inciden en la actividad local y que es fundamental reducir para que haya inversión el país. Si bien Uruguay presenta barreras con niveles bajos (“de primer mundo”) en categorías como Corrupción y Estabilidad política, también tiene otras con valores más elevados. Capital humano e Infraestructura física son dos barreras que rondan el rango medio; la Carga impositiva y la inserción internacional ya están un poco más elevadas. La mayor dificultad a la productividad uruguaya, sin embargo, es la rigidez salarial.
Dentro de este contexto nacional, Munyo evaluó que Uruguay tendrá que “procesar una agenda pro crecimiento, pro inversión, que baje estas barreras que tenemos que hoy a Uruguay lo hacen poco atractivo para invertir”. Una vez se mejore la competitividad y se consiga atraer inversión -tanto extranjera como doméstica- “recién ahí se va a poder pensar en una recuperación genuina, con crecimiento y desarrollo económico”, finalizó Munyo.