El fútbol uruguayo se debate entre la utopía de un pasado riquísimo de logros y resultados, y una realidad que pega duro, con clubes desfinanciados, promesas que se van cada vez más jóvenes de la mano de cazatalentos –representantes, contratistas- a los que les interesa su propio negocio. ¿Cómo se llegó hasta ahí? La lista de razones es amplia, aunque en la mayoría de los casos la impericia dirigencial fue el germinador. Daniel Pastorini, quien integrara el cuerpo del Consejo Ejecutivo durante varios años, realiza una puesta a punto 15 años después que en estas mismas páginas diera su veredicto sobre nuestro principal deporte y planteara los caminos para su viabilidad.
El 25 de noviembre de 2005, en un trabajo especial, CRÓNICAS ponía foco en el 2030, y cómo los diferentes sectores -economía, banca, industria, trabajo, entre otros- deberían trabajar con la mirada puesta en el futuro. En ese análisis, el deporte uruguayo -y más precisamente el fútbol- tenía su capítulo, buscando establecer el posible escenario al 2030. Han pasado 15 años, y mientras en algunos de estas áreas se ha avanzado, y la realidad deja vuelo para el optimismo, precisamente en materia futbolística la degradación -económica y de resultados- se ha profundizado. Al igual que en aquel entonces, la injerencia de intereses económicos, casi siempre con perspectivas y objetivos diferentes a las del propio fútbol, ponen un manto de sombra sobre lo que vendrá mañana.
En esa edición de noviembre de 2005, fue Daniel Pastorini -en aquel entonces Secretario de Asuntos Internacionales y Selecciones Nacionales de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF)- el encargado de “imaginar” el fútbol de los próximos 25 años. Conceptos como “sinceramiento de todos los actores y estamentos”, como así también “proyectos a mediano y largo plazo”, u “organización empresarial de los clubes para ser profesionales”, formaron parte del análisis del exdirigente. Pasaron 15 años, y más allá de parate obligado por la aparición del Covid-19, los cambios no llegaron a nuestro fútbol y la sequía de resultados se profundizó. Hoy queda la sensación de que nuestro principal deporte se mueve entre la apatía y la angustia
¿Qué pasó del 2005 hasta hoy? ¿Qué se hizo y qué no? ¿Dónde está parado el fútbol uruguayo en materia dirigencial y reglamentaria?
El exdirigente repasa estos y otros temas, y al igual que en 2005, realiza su diagnóstico de la situación actual de nuestro fútbol y alerta sobre los graves peligros que se abaten sobre el mismo.
Por Daniel Pastorini (*)
Consenso en el diagnóstico
El futuro del fútbol uruguayo depende del inmediato cambio de modelo y de otros diferentes ingresos económicos. El partido se juega en “dos canchas”: el de las selecciones nacionales y el de las normas de protección a los clubes formadores de futbolistas.
El modelo actual es inviable y no admite más demora en la necesidad de encarar una reforma estructural completa. Sin embargo, la dirigencia de la AUF y de los clubes continúa atrapada en un círculo vicioso sin aportar la solución. Sigue sin tener claro y sin advertir que hay que encarar el cambio completo del modelo del fútbol profesional. No se tiene claro, y sigue sin advertirse, que la solución no se limita a cómo se va a comercializar la televisación del fútbol y sus conexos. Sin la base de un fútbol profesional diferente, viable y sustentable, es imposible concretar un nuevo modelo, que permita, además, un adecuado desarrollo del fútbol amateur y de las divisiones juveniles. Eso, con el riesgo de comenzar a perder el nivel actual, alcanzado con las selecciones nacionales en lo deportivo y en los ingresos económicos que hoy se perciben originados en ese posicionamiento, que a la vez es indispensable para poder mantener ese proyecto exitoso.
La solución exige, sin demora, concretar un nuevo modelo en lo institucional y en la competencia deportiva. Implica como partida reconocer y enmendar el error cometido de haber cambiado el estatuto de AUF antes de establecer el nuevo modelo, habiendo asumido el peligroso engaño de ilusionarse con que la crisis endémica que padece el fútbol uruguayo se solucionaba aprobando un nuevo estatuto en concordancia con el modelo que propicia FIFA. Esto, sin advertir que el estatuto lo que regula es el contenido de un nuevo modelo del fútbol uruguayo, que debió, necesariamente, ser definido antes. El estatuto es el instrumento, “el envase normativo”, y por lo tanto, no resolvió por sí solo la complicada solución de fondo en que se encuentra sumergido desde hace años el fútbol profesional uruguayo.
El nuevo modelo debe considerar las bases del sistema FIFA. La AUF, al igual que las federaciones de cada país miembro de FIFA es representada por su Comité Ejecutivo, que es el órgano que se relaciona institucionalmente con FIFA, Conmebol y con las demás federaciones miembro. Además, debe hacerlo asumiendo ante el organismo rector del fútbol mundial la obligación de “velar por que sus propios miembros respeten los estatutos, reglamentos, disposiciones y decisiones de los órganos de la FIFA, las del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS); y la de participar en las competiciones de la FIFA”.
En concordancia, AUF establece en su estatuto “organizar la actividad de las selecciones nacionales y su participación en instancias internacionales”. Disponiendo, en especial, debe “definir de manera precisa las competencias concedidas a las diversas ligas que componen la Asociación (Artículo 2), lo cual FIFA dispone es privativo de cada federación”, y lo establece en el Artículo 2 del estatuto modelo.
Cumplir ese objetivo y obligación es la base que considerar en un nuevo modelo de fútbol uruguayo, que necesariamente debe estructurar el fútbol profesional y el fútbol amateur, en lo institucional, en sus competencias deportivas, y en la pertenencia de los ingresos económicos con autonomía.
Una nueva liga
Una Liga Uruguaya de Fútbol Profesional (LUFP) se hace imprescindible. En lo institucional, con sus órganos de gobierno con competencia en todo el territorio del país, e integrada con clubes de naturaleza profesional que componen las ligas de Primera División y la liga de Ascenso, que tengan y mantengan la licencia de club profesional. Que cumplan estrictamente sin excepciones ni tolerancia, con los requisitos que se establezcan para tener la categoría de club profesional e incorporarse y mantenerse en la liga profesional.
No es necesario reducir la cantidad de clubes profesionales. Por el contrario, puede ampliarse la cantidad de clubes que se incorporen y participen en las ligas profesionales si cumplen con los requisitos. En especial, dando la posibilidad por esa vía a la incorporación de nuevos clubes y plazas de ciudades de todo el territorio del Interior del país, desarrollando un fútbol de carácter profesional.
Es un absurdo el sistema como el que actualmente tiene vigente la AUF, con ascensos y descensos entre la Liga Profesional de Segunda División y la Liga de Primera División Amateur (Metropolitana) entre los clubes de distinta naturaleza.
Absurdo por sus consecuencias sobre los derechos federativos de los clubes profesionales que descienden y pierden esos derechos al quedar sus jugadores en condición de libres por las normas FIFA al ser jugadores amateurs.
Absurdo, además, por cuanto se oculta e impide en los hechos indirectamente la incorporación “a las ligas profesionales de nuevos clubes del Interior del país a más de 200 km de Montevideo” que cumplan los requisitos de clubes profesionales (por ejemplo, Artigas, Salto, Paysandú, etc.), al obligarlos a tener que competir previamente en la Liga de Primera División Amateur (Metropolitana), con clubes amateurs de Montevideo y tener que obtener el ascenso para poder recién incorporarse a la Liga Profesional de Segunda División. Todo esto, teniendo que soportar gastos del transporte, hotel, entre otros, cada 15 días en Montevideo, lo que hace inviable su incorporación.
La competencia deportiva
Para que sea atractiva y mantenga el interés del aficionado debe ser clara y simple, con un campeonato uruguayo a dos ruedas (local y visitante), con ascensos y descensos con la Liga Profesional de Segunda División, sin torneos intermedios que distorsionan y alteran los puntajes, confundiendo a los aficionados.
Los calendarios deben ser con temporadas que comienzan el 1º de agosto al 20 de diciembre la primera rueda, y entre el 10 de enero y el 31 de mayo siguiente la segunda rueda; todo en concordancia con la actividad y los recesos de las ligas europeas a las que en definitiva se ajustan las normas de FIFA para los períodos de pases. Además, con la ventaja del clima de esa época en Uruguay, en la medida de la incidencia que tiene el invierno en las canchas y en la asistencia a los espectáculos públicos al aire libre.
Debe volver a aplicarse un sistema de “normas de saneamiento económico y de ordenamiento financiero de los clubes profesionales” (para controlar el cumplimiento por parte de los clubes de las obligaciones asumidas con jugadores y entrenadores), similar al que se reglamentó por resolución de la Asamblea General de la AUF en sesiones del 10 y el 27 de noviembre del 2000, que tuvo vigencia y funcionó con una comisión presidida por el Ec. Jorge Caumont, normas que fueron irresponsablemente luego derogadas en un equivocado amiguismo y solidaridad para que no fueran sancionados los clubes que no la cumplieron.
Como espejo de la Liga Profesional, la Liga Nacional Amateur (LNA) debe comprender todo el territorio del país e integrarla con OFI y sus ligas, la Liga de Primera División Amateur (Metropolitana) y la Liga Universitaria.
En lo institucional, esa LNA, en su máximo órgano de gobierno, debe estar integrada con mayoría de OFI, que la debe presidir legítimamente por ser la que representa como organización la mayor cantidad de ligas, clubes, y jugadores amateurs del país.
La Liga Universitaria y la Liga Amateur de Primera División deben ser los otros integrantes naturales y necesarios de ese órgano de gobierno.
La competencia deportiva interna de cada liga amateur la organizará y financiará cada liga con sus clubes.
La OFI, como organización de las ligas del Interior, además de su función institucional en la liga amateur, organizará con autonomía la competencia deportiva de los clubes y de las selecciones de las ligas departamentales del Interior que representan, de la misma forma en que lo hacen actualmente, o lo cambien en el futuro.
En lo económico, un nuevo modelo de fútbol uruguayo debe ir acompañado de nuevos y diferentes ingresos económicos.
Implica, necesariamente, reconocer los derechos económicos a percibir por los clubes, que serán los mismos o con un aumento acotado si no se mejora el producto a ofrecer con nuevos escenarios de mercado.
En 1828 Lord Ponsomby dijo su famosa frase «no más colonias, más consumidores”, con su adaptación 200 años después, aplicable al fútbol uruguayo.
El tiempo de la película de cine los “cuatro pasos en las nubes” corresponde a otra época. El actual mundo globalizado y de permanente cambio exige ir “cuatro pasos adelante” en lo que vendrá.
«Tiempo es tardanza en lo que va a llegar», ya decía Martín Fierro y cabe recordarlo.
No se soluciona vendiéndole los derechos a Tenfield, a Fox u otra empresa. Tampoco con que sea licitación, ni con la comercialización de esos derechos con AUF TV, ni se licitan sin derecho de preferencia de Tenfield, por la sencilla razón de que es un mercado limitado, acotado, con techo.
En el futuro del fútbol mundial (antes de la pandemia y más aún después), Uruguay tiene la oportunidad de acceder a otros escenarios y mercados con posibilidades económicas de ingresos que puedan permitir un fútbol uruguayo al más alto nivel.
Una real posibilidad para poder obtener nuevos ingresos genuinos, es considerar que se va a ampliar de 32 a 48 países la disputa de la fase final de las copas mundiales a partir del año 2026 y que es la oportunidad de plantear en FIFA la clasificación directa de los países campeones mundiales a la competencia final de los mundiales. Esta es la oportunidad para que los ocho países campeones del mundo de FIFA reivindiquen y legitimen sus logros y sus derechos adquiridos en la competencia deportiva en casi 100 años. Todos tienen el legítimo y justo derecho de clasificar directamente a las finales de las copas del mundo si se aumenta la participación a 48 países.
La reivindicación y el reconocimiento de este derecho en la reglamentación que se establezca para las futuras copas del mundo FIFA permite, a su vez, establecer la disputa de una copa de países campeones mundiales, a disputarse en el mismo tiempo en que las demás naciones compiten por la clasificación de los otros cupos, y en las mismas fechas FIFA.
El futuro del fútbol uruguayo en los próximos años se juega en dos canchas. El de la normativa FIFA, que proteja a los clubes formadores de futbolistas, y a la participación de la selección nacional en las copas del mundo.
En ese contexto, la AUF no puede permanecer en las tribunas, sino que tiene que “entrar a la cancha». Hacerlo significa que la AUF deba ser protagonista en Conmebol y en FIFA, con propuestas y determinación previa de la posición a asumir como Asociación integrante de FIFA en temas fundamentales como los mencionados.
Trayectoria (*)
En marzo de 1997, Daniel Pastorini presentó el proyecto, aprobado en asamblea el 1º de julio de ese año, que modificó el estatuto de AUF, con cambios en el sistema de gobierno de la Asociación, la incorporación de clubes profesionales del Interior del país a las ligas profesionales y la institucionalización de las selecciones nacionales. Posteriormente, en noviembre del 2000, las normas de saneamiento económico y ordenamiento financiero de los clubes profesionales, las cuales rigieron durante una temporada.
Integró el Consejo Ejecutivo de AUF durante dos periodos -julio de 1997 y julio de 2006-, ocupando el cargo de Secretario de Asuntos Internacionales y Selecciones Nacionales.
En marzo del 2006 concretó la incorporación del Maestro Oscar Washington Tabárez para el desarrollo del proyecto integral de selecciones nacionales.
Integrante de la lista de Árbitros del Tribunal del Arbitraje Deportivo (TAS), con sede en Lausanne (Suiza), desde el año 2004 al 2012, periodo en el que intervino en laudos arbitrales de trascendencia que incidieron en modificaciones de normas de FIFA.
Entre mayo 2003 y diciembre 2016 integró la Comisión del Estatuto de Transferencias de FIFA.