El presidente del Banco Central (BCU) Diego Labat, destacó que a diferencia del pasado cuando el sistema financiero era parte del problema, en esta crisis generada por el Covid-19 fue parte de la solución. Detalló que la entidad debe apuntar a “cumplir sus objetivos” y no todos, y estimó que una vez los agentes del mercado vean que la política fiscal, de ingresos y monetaria son consistentes “se va a empezar a desarmar esta historia de no cumplimiento de los objetivos”. También indicó que la política monetaria volverá a centrarse en el manejo de la tasa de interés.
Labat participó del ciclo de charlas organizado por la Academia Nacional de Economía, donde se refirió a la estrategia de la política monetaria de la entidad y a los cambios que se están gestando por la nueva administración.
El jerarca realizó un diagnóstico sobre el sistema financiero y la política monetaria previo a la pandemia, destacando los buenos niveles de solvencia, liquidez, morosidad y de previsiones en los que se encontraba el sector bancario. Asimismo, destacó que luego de la crisis del 2002 Uruguay logró “un muy buen sistema de seguimiento de la estabilidad financiera”, aplicando políticas macroprudenciales correctas.
Sin embargo, no todas fueron loas. También se refirió a “cosas no tan buenas”, como “el proceso de desdolarización que el país quiso dar, pero que nunca terminó de madurar”, los problemas de desarrollo del sistema con bajos niveles de crédito financiero al sector privado, y dificultades del financiamiento en pesos y al capital de riesgo. También lamentó la “agenda pendiente de infraestructura del sistema de pagos”.
En cuanto a promoción de la competencia, evaluó que “hay espacio” para seguir avanzando, lo que implica “no solo más jugadores, sino reglas de juego más claras”.
En política monetaria, lamentó que el objetivo de inflación “es muy alto”, y pese a ello no se ha podido cumplir de forma sostenida. Sostuvo que Uruguay está en el 13% de los países con la inflación más alta del mundo, y que incluso si se cumpliera el objetivo, estaríamos en el 20% de los países con inflación más alta. “Aún si se hubiese logrado, no era un objetivo ambicioso”, señaló.
Labat evaluó que eso genera “un problema de credibilidad” que se traduce en expectativas de inflación también por encima de la meta. “Acá está el centro de lo que hay que corregir, donde tiene que estar el centro de la política monetaria que es la reconstrucción de la credibilidad”, sostuvo el jerarca. Explicó que para ello, la política monetaria debe concentrarse en un objetivo, y no en varios, ya que cuando ello ocurre “termina no consiguiéndose ninguno”.
Pandemia
Labat también se refirió a cómo afectó la pandemia del Covid-19, que “cambió bastante la agenda” puesto que había una “incertidumbre muy grande”. Entre las amenazas que se vislumbraban mencionó el cierre de actividades, la interrupción de los flujos de pago, hogares y empresas acumulando liquidez, el riesgo (“que por suerte no ocurrió”) de que la liquidez de las empresas afectara a los balances de los bancos, volatilidad del tipo de cambio y desafíos operativos.
En este escenario, subrayó que “a diferencia del pasado” cuando el sistema financiero era “parte del problema” en esta oportunidad fue “una herramienta” para atender esta coyuntura. Se buscó que, “sin extralimitarnos”, el sistema financiero diera las respuestas que correspondían, basándose en su solidez.
Recordó que lo primero que se hizo fue poner la política monetaria en fase expansiva, llevando a tener tasas más bajas, para que, sin perder de vista la inflación, fluyera el crédito y se pudiera mantener la cadena de pagos.
También se redujeron los encajes bancarios, se facilitaron garantías, se prorrogaron los vencimientos de créditos y se facilitaron trámites.
Labat señaló que tuvieron “alguna otra medida en carpeta” pero que no fue necesaria porque “el mercado no pedía”. A propósito, resaltó la comunicación permanente con el sector bancario para tomar todas las medidas necesarias. “Si era necesaria una medida se tomaba, si era necesaria una autorización transitoria la dimos de forma de que esto fluyera”, destacó.
Pero más allá de las necesidades que trajo consigo la pandemia, había transformaciones que realizar “pensando en el largo plazo y que eran importantes empezarlos a correr”.
En tal sentido, destacó los cambios en la política monetaria, fundamentalmente vinculados a una mayor transparencia, con más frecuencia de reuniones y la divulgación de sus “minutas”, el relanzamiento de la encuesta de expectativas -“que estaba alicaída con pocas respuestas”-, reuniones con analistas y otros agentes del mercado para tener “el oído abierto” y el acuerdo con el INE para analizar las expectativas de empresas.
Pasando raya
A su entender, el conjunto de medidas tuvo una evaluación “más que positiva”, ya que se mantuvo el funcionamiento operativo. “El sistema estuvo abierto, prestando servicio, nunca dejó de atender gente. Eso que nos puede parecer natural, no pasó en todos los países, y ahí hubo un esfuerzo del BCU y toda la industria, la banca, las redes de cobranza, al firme y haciendo que todo funcionaria”, sostuvo.
También destacó que los bancos expandieron el crédito, lo que permitió “dar liquidez y que no hubiese restricciones monetarias”, sin que ello afectara las expectativas de inflación, que se mantuvieron con relativa estabilidad, salvo por el salto que tuvieron en marzo por “el primer empuje del tipo de cambio”.
En cuanto a la inflación, señaló que se espera que continúe una tendencia a la baja desde el máximo alcanzado en mayo, pero aclaró que “lo importante no es centrarse en esto”, sino en las cuestiones de fondo. “No centrarse en el precio del zapallito, sino que lo que nos importa es poner la cabeza en las expectativas de inflación y pensar a donde queremos ir”, subrayó.
En ese sentido, señaló que desde el equipo económico de Gobierno se entiende que cada uno debe cumplir su papel y que es central en la credibilidad tener políticas consistentes. “Una vez que los agentes empiecen a ver que la política fiscal y la política de ingresos comienzan a caminar y ser consistentes, que la credibilidad y los anuncios del BCU se entienden, y se entiende la racionalidad que hay, ahí se va a empezar a desarmar esta historia de no cumplimiento de los objetivos”, reflexionó.
Labat anunció que a fines de este mes se realizará un Comité de Coordinación Macroeconómica (que reúne a las autoridades del BCU y el Ministerio de Economía) para que “respetando las independencias, muestre las consistencias entre todas las partes que va a ser fundamental en esa construcción de credibilidad”.
Aseguró que se mantendrá el régimen de objetivo de inflación, pero que se inició un proceso de transición en la política monetaria para volver al manejo de la tasa de interés.
Labat aseguró que si bien la situación económica muestra señales de repunte, la fase expansiva de la política monetaria se va mantener hasta que sea necesario.
También se refirió a la necesidad de avanzar en el proceso de desdolarización, para lo cual, evaluó, es fundamental contar con “una inflación más baja”.