El sistema de salud argentino está al límite por el avance de la pandemia

Buenos Aires, 3 sep (EFE).- El sistema de salud de Argentina se encuentra al límite por la expansión de la pandemia de coronavirus, en particular en las provincias con menor capacidad hospitalaria, mientras crece el debate sobre la estrategia sanitaria en el marco de una de las cuarentenas más largas del mundo y los médicos reclaman a la población mayor conciencia social.

El presidente argentino, Alberto Fernández, alertó que podría apretar el «botón rojo» y dar marcha atrás para endurecer las condiciones de confinamiento y regresar a una fase 1 si la situación se agrava.

«Para mí lo más importante es que la gente tenga la posibilidad de ser atendida en un hospital, si es que se enferma. Y hay muchos lugares donde la situación de utilización de las camas de terapia intensiva ha crecido significativamente y yo no voy a permitir que esa situación llegue a un punto de colapso», dijo Fernández en una entrevista con el canal TN.

El riesgo de colapso del sistema sanitario se convirtió en la principal amenaza ante el constante aumento de la curva de contagios en Argentina tras más de cinco meses de medidas de restricción para frenar la circulación del virus, aunque en los últimos tiempos la gente volvió a las calles y a las actividades productivas, tras quedar paralizadas a fines de marzo, se recuperaron en cerca de un 90 %.

Argentina acumula ya 439.172 casos de COVID-19, de los cuales 9.155 fallecieron y otros 322.461 ya se recuperaron y el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que reúne a la capital y a su populosa periferia y con unos 14 millones de habitantes es la región más poblada del país, continúa como el epicentro de la pandemia con cerca del 84 % de los contagios.

Pero en las últimas semanas el virus SARS-CoV-2 se expandió con velocidad por todo el territorio y 18 de los 24 distritos del país registran hoy una transmisión comunitaria sostenida, varios de las cuales venían con un régimen de distanciamiento social más laxo por la ausencia de contagios, y sus sistemas sanitarios entraron en alerta por el riesgo de desborde.

EL SISTEMA SANITARIO Y LOS MÉDICOS, CERCA DEL COLAPSO

La ocupación de camas de terapia intensiva por todo tipo de patología llegó a un 61,1 % a nivel nacional y a un 68,8 % en el AMBA, pero ya colapsó en las ciudades de Cipolletti y General Roca, en la sureña provincia de Río Negro, y llegó al 90 % en Mendoza (oeste) y Jujuy (noroeste), confirmaron las autoridades sanitarias nacionales.

La saturación del sistema sanitario también se registra en plena ciudad de Buenos Aires, el reconocido Hospital de Clínicas tiene 70 de sus 72 camas de UTI ocupadas, alertó este jueves su director, Marcelo Melo, a radio Mitre.

La Sociedad Argentina de Terapia Intensiva emitió un comunicado en el que alertó sus integrantes sienten que están «perdiendo la batalla» y que «los recursos para salvar a los pacientes con coronavirus se están agotando».

La médica de terapia intensiva Luciana Previgliano señaló que el trabajo en ese sector «siempre es complejo, pero ahora lo es mucho más».

«Trabajás sumamente estresado, estás todo el tiempo con el riesgo del contagio, tu error puede significar que se contagie un compañero, o el contagio tuyo y luego el de un familiar. Trabajar con estos pacientes te lleva el doble o el triple de tiempo, te cansa muchísimo», detalla a Efe la intensivista del Hospital Fernández de Buenos Aires.

El desgaste psicológico es además enorme: «Podés estar 40 minutos hablando por teléfono tratando de explicar y calmar a los familiares, muchas veces te largas a llorar junto con ellos porque por ahí tu paciente tiene 30 o 40 años y escuchas el ruido de los hijos de fondo, toda esa situación es enloquecedora».

Previgliano es testigo a diario de los estragos que causa el SARS-CoV-2 y por eso hace un llamado público a extremar los cuidados y cuestiona la flexibilización de la cuarentena.

«Me parece un horror, me parece un error garrafal hacer eso en este momento», asegura.

¿LA ESTRATEGIA SANITARIA ES EFECTIVA?

Con el aumento de los casos que llevó a Argentina a su peor momento en la pandemia, pese a la extensa cuarentena, el debate ahora se centra en si la estrategia sanitaria del Gobierno es realmente efectiva.

El área metropolitana de Buenos Aires es la única región que se encuentra de forma ininterrumpida en aislamiento social preventivo y obligatorio desde que el Gobierno argentino decretó la cuarentena el pasado 20 de marzo, aunque desde entonces se fueron flexibilizando las restricciones y la circulación de la gente por las calles aumentó de forma notable pese a que se atraviesa el peor momento de la pandemia.

Argentina continúa entretanto sin clases desde marzo, tras el cierre de las escuelas pocos días después del inicio del ciclo escolar 2020, sin transporte aerocomercial internacional ni de cabotaje, ya que sólo se autorizan unos pocos vuelos de forma excepcional, ni transporte público de larga distancia, mientras que el urbano sólo está destinado a los trabajadores de áreas esenciales.

«La cuarentena en nuestro país fue precoz y robusta. Si no hubiéramos tenido ese confinamiento, la situación hubiera sido mucho peor, es decir tendríamos un mayor número de casos, y además ese tiempo nos permitió preparar el sistema de salud, que antes no estaba preparado para enfrentar semejante pandemia», señala a Efe la médica infectóloga Isabel Cassetti, que destaca el bajo índice de letalidad de Argentina, de 2,1 %, frente al 3,4 % promedio en el mundo.

La veloz construcción de hospitales públicos modulares para atender de forma exclusiva la pandemia de COVID-19 resultó clave para ampliar la capacidad sanitaria, en particular en zonas populosas donde el sector privado no tiene tanto peso.

«Los tres hospitales modulares que funcionan en red con nosotros agregaron 68 camas de terapia intensiva que si no estuvieran nos hubiera hecho colapsar de manera fenomenal», señaló a Efe Mario Rodríguez, director de pacientes en red del Hospital El Cruce de la localidad bonaerense de Florencio Varela, en las afueras al sur de la capital.

La infectóloga advierte sin embargo que «quizás hubo decisiones que fueron demoradas, como la descentralización del instituto Malbrán para la realización de los test diagnósticos» y que en el populoso cordón urbano que rodea a la capital y pertenece a la provincia de Buenos Aires, así como en otros distritos, no se estaría aplicando de forma intensa el plan para testear y rastrear casos de COVID-19, lo que permitiría limitar aún más su transmisión.

«Las provincias adoptaron sus propias medidas y aquellas que no tenían casos flexibilizaron rápidamente sin control de los protocolos establecidos y hoy aportan una proporción de casos importante», alerta Cassetti, que puntualiza que junto con cansancio y necesidades económicas, «existe una baja percepción del riesgo en la población».