Si bien se espera una reactivación económica en los próximos trimestres, “la incertidumbre podría seguir frenando la velocidad y el impulso del repunte en el corto plazo” y también provocar “efectos adversos para el crecimiento potencial de la economía”, según advierte el Banco Central Europeo (BCE). Freno en la actividad empresarial, mayor aversión al riesgo, más ahorro (menos inversión y consumo) y menor efecto de las medidas expansivas, son algunos de los efectos negativos que trae consigo la elevada incertidumbre.
Aunque los datos de actividad muestran un repunte mayor al esperado y hubo una corrección al alza en las proyecciones económicas de las grandes economías (ver nota), se advierte por la debilidad de la recuperación y los riesgos asociados a la creciente incertidumbre. Las dudas sobre lo que sucederá, hacen que los consumidores adopten una posición más cautelosa y que las empresas no inviertan lo suficiente, entre otra serie de consecuencias negativas.
Si bien no se espera que los gobiernos recurran nuevamente a cierres generalizados para contener al virus, se interpreta que la incertidumbre (y sus canales de transmisión) están teniendo un impacto muy importante sobre la actividad.
Un boletín mensual del BCE dedica una sección a analizar el impacto de la incertidumbre en la economía del viejo continente que se encuentra en niveles máximos y preocupa a las autoridades. Si bien el diagnóstico se focaliza en la situación europea, va más allá de la coyuntura específica de esa región.
«La incertidumbre planea en todos los aspectos de la pandemia: el grado de propagación y letalidad del virus; la capacidad de los sistemas sanitarios para adaptarse a un aumento de la demanda y desarrollar una solución médica; la duración y eficacia de las medidas de contención (como los cierres y el distanciamiento social) y su impacto en la actividad económica y el empleo; la velocidad de la recuperación (…) y la medida en que la pandemia afectará permanentemente al consumo, la inversión y el crecimiento potencial», señala el informe del BCE.
Hasta el momento, el mayor impacto se debió a las medidas de restricción y confinamiento fijadas por los gobiernos que implicaron que la zona euro registrara en el segundo trimestre del año una caída de 11,8%, una cifra sin precedentes en la serie histórica. Pensando a futuro, siempre que no se vuelva a cerrar la economía (o parte de ella), la incertidumbre puede ser el gran lastre de la reactivación.
«Es probable que el repunte de la incertidumbre macroeconómica haya contribuido de manera significativa a la disminución del PIB real de la zona del euro en el primer semestre de 2020. La mayoría de los indicadores de incertidumbre aumentaron de manera muy pronunciada (…), se estima que el aumento de la incertidumbre representó alrededor de una quinta parte de la caída de la actividad en el primer semestre de 2020, especialmente en el segundo trimestre, con un impacto relevante en la formación de capital fijo (inversión)», señala el BCE.
La entidad agrega que “de cara al futuro, es probable que la elevada incertidumbre persista durante algún tiempo y, por tanto, podría seguir frenando el crecimiento del PIB real de la zona del euro durante los próximos trimestres. Los indicadores de incertidumbre observados se mantuvieron en niveles muy elevados en julio y agosto de 2020, y es probable que se mantengan elevados a corto plazo, al menos hasta que se haya encontrado una solución médica eficaz a la pandemia del Covid-19”.
Efectos varios
El BCE señala varios canales a través de los cuales la incertidumbre afecta al crecimiento económico presente y futuro. En primer lugar, las empresas se frenan y mayormente pueden retrasar sus decisiones de inversión y de creación de empleo. “Puede ser preferible que una empresa posponga una decisión hasta que haya más información disponible o haya disminuido la incertidumbre sobre las perspectivas económicas futuras», señala el BCE, agregando que eso afecta debido a una menor inversión y un menor consumo derivado de la menor creación de empleo.
Por otra parte, puede frenar la actividad a través del aumento de las primas de riesgo y el aumento del costo de financiación de la deuda, ya que la menor previsibilidad generalmente se asocia con una mayor aversión al riesgo. Sin embargo, la política expansiva de los bancos centrales y los gobiernos ha permitido anular ese efecto, al menos de momento.
“Se estima que el aumento de la incertidumbre representó alrededor de una quinta parte de la caída de la actividad en el primer semestre de 2020, especialmente en el segundo trimestre, con un impacto relevante en la formación de capital fijo (inversión)”
Algo que ya ocurre, pero que podría acentuarse, es que la incertidumbre lleva a los hogares a aumentar sus ahorros por precaución, lo que afecta el consumo privado y frena el crecimiento.
Otro impacto de los eventos de alta incertidumbre es que puede provocar cambios permanentes en el comportamiento de los hogares y las empresas. El banco alemán Deutsche Bank menciona en un informe cambios en el consumo, viajes, ocio, turismo, que posiblemente tengan “un impacto permanente a nivel mundial”. Pero no todos pierden, también aumentan las compras on line, y los servicios a distancia (abogados, telemedicina, entre otros).
Por último, el BCE advierte por una “gran trampa de liquidez”. La elevada incertidumbre puede hacer que una economía sea menos sensible a las acciones de política monetaria y fiscal: los bancos centrales pueden bajar tasa e inyectar liquidez, los gobiernos pueden brindar apoyos a empresas y familias, pero si no se utilizan esas condiciones para mayor consumo e inversión, el efecto sobre la economía se disipa.
De acuerdo al BCE, los choques de incertidumbre pueden frenar el crecimiento del PIB real por hasta cuatro trimestres. “Todo esto implica que, si bien se espera que la actividad económica se recupere en los próximos trimestres, la incertidumbre podría seguir frenando la velocidad y el impulso del repunte en el corto plazo. Pero si la mayor incertidumbre persiste durante un período más largo, también podría implicar un impacto adverso para para el crecimiento potencial de la economía», sentencia el informe.
Fed y Comisión Europea reclaman estímulos
La Comisión Europea (CE) instó a mantener durante 2021 los estímulos presupuestarios para superar la recesión causada por el Covid-19, mientras que la Fed entiende que la aprobación de un nuevo plan de estímulos es fundamental para reactivar la actividad en la mayor economía mundial.
En una carta enviada a los 27 ministerios de Finanzas de la UE, el vicepresidente ejecutivo al cargo de Economía, Valdis Dombrovskis, y el comisario del ramo, Paolo Gentiloni, señalan que «las políticas fiscales de los Estados miembros deberían continuar apoyando la recuperación a lo largo de 2021».
La CE señala que al evaluar los presupuestos nacionales para 2021, y que los gobiernos tienen que enviar para el 15 de octubre, «prestará una atención particular a la calidad de las medidas presupuestarias tomadas y planeadas para amortiguar el impacto de la crisis, apoyar la recuperación y reforzar la resiliencia, tomando en cuenta consideraciones de sostenibilidad fiscal».
También confirmó que el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que limita el nivel de déficit y deuda de los socios, continuará suspendido el año que viene. Incluso si volviera a aplicarse en 2022, su impacto sería para las cuentas de 2023.
Al otro lado del Atlántico, el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, y el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, defendieron su respuesta a la pandemia durante una comparecencia ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes. En dicha instancia, señalaron que es una condición para la recuperación de la economía de EEUU que los legisladores y la Casa Blanca activen cuanto antes un nuevo plan de estímulo.
«El camino a seguir dependerá de controlar el virus y de las acciones políticas que se tomen en todos los niveles de gobierno», señaló Powell, quien recordó que pese al repunte de la actividad, la economía en general se mantiene todavía muy por debajo de sus niveles anteriores a la pandemia, por lo que el camino a seguir sigue siendo incierto.
Demócratas y republicanos llevan semanas sin conseguir aprobar otro paquete de estímulo que ofrezca continuidad al aprobado el pasado 27 marzo, cuyo tamaño alcanzó los 2,2 billones de dólares. Los demócratas abogan por un nuevo plan que incluya ayudas significativas para los gobiernos estatales y locales, en una iniciativa que debería igualar al menos el tamaño de la medida bipartidista aprobada hace cinco meses.
Por su parte, los republicanos se han mostrado reacios y solo han propuesto gastar un billón de dólares más. La Casa Blanca ha indicado que podría respaldar una legislación que alcance, al menos, alrededor de 1,5 billones de dólares. Mnuchin ha sido claro al considerar que la Administración Trump está lista para llegar a un acuerdo bipartidista. «Creo que todavía se necesita un paquete específico», señaló.
Una nueva dificultad para un acuerdo es la tensión política que genera la vacante en el Tribunal Supremo tras el fallecimiento de Ruth Bader Ginsburg. Trump quiere nominar a su reemplazo este sábado y los senadores republicanos parecen dispuestos a continuar adelante con el proceso de confirmación. Sin embargo, los demócratas se oponen y buscan que la decisión se tome luego de las elecciones presidenciales.