La economía mundial se encamina hacia una recuperación más rápida de la esperada, pero alcanzar los niveles de actividad previos a la pandemia, será un camino lleno de “obstáculos” según el último informe WEO del Fondo Monetario Internacional (FMI). De acuerdo al documento, además de combatir la profunda recesión a corto plazo, las autoridades tendrán que abordar retos complejos para encauzar las economías hacia una mayor productividad.
La economía mundial está comenzando a levantarse del piso al que cayó durante el mes de abril, tras el conocido como “Gran Confinamiento”. Sin embargo, la pandemia del Covid-19 sigue propagándose, lo que ha llevado a muchos países a enlentecer el ritmo de reapertura e incluso a adoptar nuevos confinamientos parciales, según señala el informe del FMI.
SI bien la recuperación de China fue más rápida de lo esperado, “el largo camino que deberá recorrer la economía mundial para retomar los niveles de actividad previos a la pandemia sigue siendo susceptible a obstáculos”.
En su informe Perspectivas Económicas Mundiales (WEO, por sus siglas en inglés), el organismo prevé una caída del PIB global de 4,4%, lo que implica un descenso menor al proyectado en junio (-4,9%). Esta mejora del pronóstico se debe a una contracción menos grave particularmente en las economías avanzadas, ya que comenzaron a repuntar antes de lo esperado. En tanto, para el 2021 se proyecta un repunte de la economía mundial de 5,2%, lo que implica una leve reducción respecto al pronóstico anterior (5,4%).
“Las proyecciones de crecimiento implican amplias brechas negativas del producto y elevadas tasas de desempleo este año y el próximo, tanto en las economías avanzadas como en las de mercados emergentes”, señala el informe.
Pensando a mediano plazo, el organismo espera que tras el rebote de 2021 la economía mundial se ira “enfriando” hasta rondar el 3,5% en promedio. Ello representa un duro revés a la mejora proyectada de los niveles de vida promedio de todos los grupos de países.
“La pandemia borrará el progreso realizado desde la década de 1990 hacia la reducción de la pobreza mundial y agudizará la desigualdad”, advierte el organismo.
Según el informe, casi 90 millones de personas podrían caer por debajo del umbral de pobreza extrema de US$ 1,90 al día. También alerta que el cierre de escuelas durante la pandemia plantea un reto significativo, que podría constituir un grave revés para la acumulación de capital humano.
La proyección de base supone que el distanciamiento social continuará en 2021, pero que irá disminuyendo a medida que crezca la cobertura de la vacuna y mejoren las terapias. Se supone que para fines de 2022 la transmisión local del virus habrá disminuido a niveles bajos en todas partes.
El FMI entiende que los países experimentarán “daños perdurables” debido a la recesión, lo que incluye costos de ajuste e impactos en la productividad de las empresas sobrevivientes, shocks debido a quiebras, reasignación de recursos entre sectores, y la salida del mercado laboral de trabajadores desalentados.
Todo puede pasar
El panorama no está exento de riesgos. El FMI señala que “la incertidumbre en torno a la proyección de base es inusitadamente aguda”, debido a las dificultades para saber qué ocurrirá con la pandemia y por las consecuencias económicas de la débil demanda global, la reducción del turismo y de las remesas. También hay duda de cómo evolucionará el ánimo de los mercados financieros y sus implicaciones para los flujos internacionales de capital. Asimismo, hay dudas en torno al daño sufrido por el potencial de oferta, que dependerá de la persistencia del shock producido por la pandemia, el alcance y la eficacia de las políticas de respuesta y el grado de incompatibilidad entre los recursos sectoriales.
Del lado positivo, el FMI interpreta que una prolongación de las contramedidas fiscales en 2021 podría empujar el crecimiento por encima del pronóstico. No obstante, también advierte por el riesgo de un crecimiento peor al proyectado, por ejemplo, en caso de un rebrote del virus, o si los tratamientos y vacunas avanzan a ritmo menor al previsto. También se alerta que un deterioro del ánimo de los mercados financieros podría provocar una suspensión del crédito (o del refinanciamiento) a economías vulnerables.
Prioridades de política
El FMI establece diversas prioridades de corto plazo y retos de mediano plazo. “Además de combatir la profunda recesión a corto plazo, las autoridades tendrán que abordar retos complejos para encauzar las economías por una senda de mayor aumento de la productividad, cerciorándose al mismo tiempo de que los beneficios se vean distribuidos equitativamente y que la deuda siga siendo sostenible”, sostiene el informe.
Se reconoce que muchos países están frente a la disyuntiva entre implementar medidas para apuntalar el crecimiento y evitar un incremento de la deuda que se vuelva insostenible. En ese sentido, las medidas, deben enfocarse en lograr “un crecimiento más vigoroso, equitativo y resiliente”. “Las medidas de tributación y gasto deberían privilegiar iniciativas que ayuden a estimular el producto potencial, garantizar un crecimiento participativo que beneficie a todos y proteger a las poblaciones vulnerables”, sostiene.
También se insta a promover la inversión en salud, educación e infraestructura de alto rendimiento, así como en investigación e innovación, que permitan un aumento de la productividad de largo plazo. Además, insta a fijar “mecanismos para preservar el gasto social crítico” como forma de garantizar la protección de los grupos más vulnerables.
También se llama a promover la inversión pública hacia energías sostenibles, mejora de la eficiencia, y el reacondicionamiento de edificios para reducir su huella de carbono.
Pensando más allá de la pandemia, el FMI remarca la necesidad de una cooperación internacional que “desactive las tensiones comerciales y tecnológicas entre países” apostando a un “sistema de comercio multilateral basado en reglas”.
También se debe actuar colectivamente para cumplir con los compromisos de mitigación del cambio climático. “Una acción mancomunada —especialmente por parte de los emisores más grandes— que combine un aumento sostenido de los precios del carbono con medidas de impulso a la inversión verde es un paso necesario para reducir las emisiones, en consonancia con la limitación del aumento de la temperatura global a las metas del Acuerdo de París de 2015”. “En comparación con la inacción, un plan de esas características mejoraría significativamente los ingresos en la segunda mitad del siglo, evitando daños y riesgos catastróficos causados por el cambio climático”, agrega.
Estabilidad financiera: riesgos “se mantienen contenidos por el momento”
En su informe sobre la estabilidad financiera mundial que elabora el FMI, se remarca que los riesgos a corto plazo “se mantienen contenidos por el momento”. “Una respuesta de política económica oportuna y sin precedentes ha contribuido a mantener el flujo de crédito a la economía y a evitar la interacción adversa de factores macrofinancieros negativos, lo que ha tendido un puente hacia la recuperación”.
No obstante, se alerta por un aumento de las vulnerabilidades, lo que intensifica la incertidumbre sobre la estabilidad financiera de ciertos países.
“Las presiones sobre la liquidez empresarial podrían transformarse en insolvencias, sobre todo si la recuperación se retrasa”, señala el documento, agregando que las pymes son las más vulnerables en este escenario.
Aunque se destaca que el nivel de capitalización del sistema bancario internacional es adecuado, existe un grupo débil de instituciones, y algunos sistemas bancarios podrían experimentar insuficiencias de capital debido al contexto económico desfavorable.
En particular, algunas economías de mercados emergentes y preemergentes afrontan problemas de financiamiento, que podrían empujar a algunas a una situación crítica causada por sobreendeudamiento o dar lugar a inestabilidad financiera, planteando quizá la necesidad de apoyo oficial. A medida que las economías reabren, será fundamental mantener políticas acomodaticias para que la recuperación se afiance y sea sostenible.
Por último, señala que el programa de reformas financieras tras la pandemia debe centrarse en el fortalecimiento del marco regulatorio del sector financiero no bancario y en el refuerzo de la supervisión prudencial, con el fin de contener la toma excesiva de riesgo en un entorno de tasas de interés que se mantendrán más bajas durante más tiempo.