Giovanni Escalante, representante de la OPS/OMS en Uruguay
Para el segundo semestre del año próximo se prevé la llegada de las vacunas contra el Covid-19, aunque de acuerdo con el jerarca, es fundamental que las medidas de prevención pertinentes no dejen de aplicarse. Entrevistado por CRÓNICAS, advirtió que el haber superado los 100 contagios diarios es “una señal de alarma”, pues la situación puede empeorar “de un momento a otro” y complejizar así el control de la pandemia. Igualmente, opinó que la estrategia del gobierno uruguayo “ha sido una de las más exitosas del mundo”.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
A través de la plataforma Covax, la Organización Mundial de la Salud (OMS) planea garantizar el acceso a todas las vacunas disponibles contra el Covid-19, mediante mecanismos de cooperación internacional, para, de esa manera, facilitar una distribución global para todos los países del mundo. La meta es distribuir, en el transcurso del próximo año, dos mil millones de dosis, lo que cubriría al 20% de la población mundial.
-¿La distribución de las vacunas será equitativa para todos los países?
-Exacto. Todas las vacunas deben ser debidamente autorizadas por la OMS, cuyo Grupo Técnico Asesor en Vacunas ya está evaluando aquellas que entraron a la fase tres de experimentación clínica, que son 10, para garantizar dos condiciones fundamentales: la seguridad y la eficacia.
-¿Cómo se puede garantizar la eficacia y seguridad de una vacuna creada en tan poco tiempo?
-Cuando hablamos de fase clínica tres, es que esas vacunas están siendo sometidas a ensayos clínicos controlados que tienen un protocolo muy estricto, donde se hace una aplicación a voluntarios humanos con un proceso de monitoreo de los mismos. Luego, el comité experto revisa todo lo actuado y determina si la vacuna cumple con esas dos condiciones.
-Sin embargo, en una entrevista con CRÓNICAS, el infectólogo Álvaro Galiana sostuvo: “Cuando una vacuna sale muy rápido me da miedo; normalmente demoran cuatro o cinco años en producirse, y recién a partir de ahí se puede tener certeza en cuanto a su seguridad”. Dado que las vacunas que menciona se han desarrollado en solo meses, ¿eso no generaría algún riesgo?
-Para tranquilidad de toda la población, ahora hay un desarrollo sin precedentes de un esquema colaborativo de múltiples instituciones: las universidades, los institutos de investigación, las entidades prestadoras, los gobiernos. En un mecanismo de solidaridad, todos ellos están permitiendo hacer este tipo de ensayos clínicos pero a escala colaborativa –tenemos como 7.500 en todo el mundo-.
Hay 200 tipos de vacunas que están en proceso de experimentación. De esas, 47 ya pasaron a la fase clínica, es decir, la aplicación en voluntarios humanos fase uno, dos y tres. De esas tres fases, en la última hay 10 vacunas, por lo tanto, los avances son prometedores.
-¿Considera que se debería vacunar a toda la población o no necesariamente?
-Lo más realista es trabajar en función de las prioridades, entonces, se va a hacer de manera escalonada, priorizando a aquella población que tiene mayor riesgo. En este caso son los trabajadores de salud, del sector social –por ejemplo, los que atienden a los adultos mayores, los acompañantes- y el personal que hace transporte sanitario o que está a cargo de instituciones donde hay adultos mayores o personas en reclusión. Después está la población adulta mayor de 65 años que tenga comorbilidad.
Se está planteando hacerlo a través de los esquemas regulares de inmunización. En Uruguay entendemos que va a ser así y se va a seguir la experiencia exitosa que se ha tenido en la campaña invernal contra la influenza.
-¿La vacuna debería ser obligatoria en un futuro?
-En Uruguay, esa no sería una mayor preocupación porque aquí la ciudadanía está informada de las ventajas de las vacunas, así que no nos preocuparíamos de que se estableciera una obligatoriedad porque la gente responde rápidamente. Hemos hecho un análisis de lo que ha sucedido en la campaña de influenza estacional y se han logrado récords históricos de adherencia.
Igualmente, la llegada de las vacunas no es una bala de plata con la que se va a controlar todo. Debemos continuar con todas las medidas. La población puede sentirse un poco cansada del virus, de esta situación, pero la verdad es que el virus no está cansado, entonces, no hay que bajar la guardia.
-¿Cuándo llegarían las vacunas a Uruguay?
-Nuestro interés es que lleguen lo más pronto posible, pero de acuerdo a la velocidad y los procesos necesarios, esperamos que estén disponibles en el segundo semestre del año próximo. A partir de allí, nuestra meta es que el 20% de toda la población mundial reciba su dosis y luego, escalonadamente, se sigan cubriendo más segmentos –la mayor cantidad posible-.
-El Casmu anunció la reserva de 1,5 millones de dosis de la vacuna rusa, lo que va por fuera del acuerdo del Ministerio de Salud Pública (MSP) con el fondo Covax. ¿Qué comentario puede hacer al respecto?
-Las vacunas deben seguir suministrándose a través del programa regular de vacunaciones del MSP. Aquí prima un mecanismo de solidaridad y la idea es que no haya competencia entre las empresas o los países, sino que más bien hay que luchar todos juntos contra la expansión de esta enfermedad.
Las iniciativas privadas deben pensarse como algo complementario, porque el objetivo es que toda la población tenga acceso a las vacunas sin un riesgo catastrófico de pagos adicionales. Es la mejor manera, porque si no, se van a incrementar innecesariamente los precios y eso puede tener un efecto restrictivo.
“Hay un aflojamiento de las medidas en ciertos grupos de población que capaz tienen una sensación de que ya todo concluyó, pero el virus está circulando”.
-¿Cómo ha visto la estrategia de Uruguay en el combate a la pandemia?
-Ha sido una de las estrategias más exitosas en el mundo por su capacidad de haber implementado un paquete de medidas en simultáneo. El factor fundamental ha sido la comprensión de las medidas por parte de la ciudadanía, que cívicamente y voluntariamente, sin ninguna presión, ha cumplido con las disposiciones.
No obstante, hay un aflojamiento de las medidas en ciertos grupos de población que capaz tienen una sensación de que ya todo concluyó y tienen un cansancio por esta permanente preocupación por la presencia del virus, pero este está circulando ampliamente en la mayoría de los países de América Latina.
-¿Y en Uruguay?
-Podríamos decir que Uruguay se comporta como una isla de excelencia que ha logrado controlar la situación, por eso ahora tiene mayor población susceptible. Si la gente afloja en las medidas, aumenta el riesgo de que ya no haya un seguimiento epidemiológico del virus y que por tanto se transforme en una transmisión comunitaria.
-De todas maneras, Uruguay venía con muy pocos contagios meses atrás y la curva empezó a repuntar, al punto de que las autoridades han mostrado cierta preocupación por el afloje de la gente en los cuidados. ¿Qué opinión le merece?
-Hay que estar preocupado, pero más que eso, tenemos que ocuparnos. Debemos seguir cumpliendo todas las medidas. El otro tema es mantener activadas las actividades de rastreo, la aplicación intensiva de tests y la vigilancia epidemiológica. También se debe mantener la atención a domicilio a través de las brigadas móviles y tratar de evitar que los casos se compliquen.
-Ya se superaron los 100 contagios diarios. ¿Preocupa esa cifra, dada la importancia de no perder el hilo epidemiológico? ¿Es una señal de alarma?
-Sí, es una señal de alarma. No todos esos casos llegarían a complicarse, aproximadamente se complica un 20%. De esa cifra, entre 5% y 10% de los casos pueden llegar a unidades de cuidados intensivos. La capacidad de las mismas se ha expandido a unas 1.000 camas, pero no podemos llegar a esa cifra alta por la vía del afloje.
-¿Cuál es el mensaje que debería darse hacia las fiestas de fin de año?
-El tema es: ¿Hace falta realmente juntarse de esa forma, pensando que este factor no existe? El virus está circulando de manera intensiva, entonces, la idea será reflexionar sobre esto, pensar en nuestra familia y allegados sabiendo que las complicaciones son muy serias y que hay fatalidad.
Hay que apelar al espíritu solidario tradicional del Uruguay y pensar que las fiestas y la temporada estival van a ser atípicas en esta nueva normalidad. El beneficio de una fiesta es divertirse, pero ¿a costa de qué? Ese es el punto de reflexión y ahí yo apelaría otra vez a la libertad responsable de la ciudadanía.
El hecho de que en Uruguay no haya pasado lo que está pasando en el mundo no significa que esto no pueda cambiar de un momento a otro. Paraguay iba a la par de Uruguay, pero después, por una serie de factores, el virus se volvió de transmisión comunitaria y ya es muy complicado controlarlo.
-¿Se precipitó Uruguay en la apertura económica y social?
-Yo creo que no. La apertura es necesaria porque la gente tiene que vivir de algo, trabajar, transportarse, pero el tema es ser conscientes de la importancia de las medidas de prevención. Por ejemplo, he notado que hay algunas personas que ya no utilizan barbijo y están circulando, se están abrazando, incluso están compartiendo los vasos. Hay música, fiestas, aglomeración. Esas son conductas de riesgo.
-¿Es una medida acertada mantener las fronteras cerradas en la próxima temporada?
-Es una decisión soberana de cada país. Nosotros, desde la OPS/OMS estamos coordinando con las agencias reguladoras del transporte, con los ministerios de Salud Pública, con las empresas de transporte aéreo, para establecer protocolos y perfeccionarlos.
Obviamente, es el deber de los Estados instaurar las medidas necesarias de protección, pero eso también hay que contrapesarlo con la necesidad de la reactivación económica. Si eso se protocoliza en función de la experiencia ganada, estamos seguros de que se va a encontrar el punto medio por el cual puede haber una progresiva apertura de las fronteras, siempre con mucho cuidado. No es cuestión de tomar medidas extremas, sino más bien muy valoradas con base en el análisis epidemiológico.