“Common stocks and uncommon profits” es un antiguo clásico de la literatura financiera de los Estados Unidos. Su autor, Philip Fisher, ha sido uno de los inspiradores del estilo de inversión de Warren Buffet, el veterano mutibillonario dueño de Berkshire Hathaway. Su libro, editado por primera vez en 1958, nos propone algunos buenos consejos para aquellos que buscan invertir en acciones. Veamos algunos de ellos, junto con otros de “gurúes” de Wall Street
Por Carlos Saccone | @Carlossaccone
“La diversificación es sólo para quien no sabe lo que hace” es una de las máximas de Warren Buffet. Si bien yo personalmente no la comparto, digamos que el Sr. Buffet tiene una trayectoria que volvería desafiante la discusión. Este inversor y empresario estadounidense siempre fue adherente a la teoría del “valor” para invertir en acciones. Esto es, cuánto vale la acción y cuánto podría valer en función de sus ganancias futuras, contexto del negocio, management y competencia, entre otros. Es un inversor de “fundamentos” (fundamental), entendiendo por tal aquel que se dedica a analizar “fundamentos” de una empresa antes de invertir en ella. Esto está en oposición a la pseudo disciplina conocida como “análisis técnico”, que en realidad es más parecido a astrología financiera que a cualquier estudio o análisis serio y riguroso.
Buffet también ha declarado que su inspiración al invertir ha sido, mayoritariamente, el autor Benjamin Graham, una leyenda del mercado financiero de los Estados Unidos por su libro “El inversor inteligente”. A partir de las enseñanzas de Graham, Buffet construyó su acción y su éxito. Graham comienza su texto, editado por primera vez en 1949, de esta forma: “¿Qué queremos decir por inversor? A lo largo de este libro el término será utilizado en contradicción a ‘especulador’. En nuestro antiguo texto ‘Análisis de valores’, de 1934, ya intentamos una formulación precisa de la diferencia entre ambos. Una operación de inversión es una en la cual, luego de un profundo análisis, promete seguridad del principal y un retorno adecuado. Las operaciones que no reúnan estos requerimientos son especulativas”[1].
Esto quiere decir que no todas las personas que participan del mercado son inversores, sino que muchos de ellos son, en realidad, “especuladores”, donde el azar está presente. Necesitamos preguntarnos: ¿Quiero ser un inversor o un especulador? Una inversión en acciones es comprar una parte de una empresa, donde me beneficiaré debido al retorno a través de sus dividendos en caso que los distribuya y/o por una revalorización de su precio de mercado debido a una performance que termine siendo mejor a lo que ya se espera. Pero tenemos que entender si hay valor, más que saber el precio.
Decía Phillip Fisher que “el mercado está lleno de gente que sabe el precio de todo y el valor de nada”. Es que a veces, el exceso de información, como saber el precio de algo “segundo a segundo” puede ser contraproducente, dado que este exceso de información tiene el potencial de presionarnos sicológicamente, y obligarnos a tomar decisiones no racionales.
Si no conocemos el valor intrínseco de una compañía, difícilmente tengamos éxito. Al leer el libro de Fisher[2] ya desde el inicio nos damos cuenta de que estamos ante un texto práctico y directo, que comienza anunciando: “Este libro está dedicado a todos los inversores, grandes y pequeños, que NO adhieren a la filosofía que dice: ´yo ya me decidí, no me confundas con los hechos’”.
Fisher propone una serie de términos cualitativos que debemos considerar antes de tomar la decisión de comprar acciones de una determinada compañía. A continuación, un repaso por su capítulo 3[3], “Qué comprar”, con algunos de los puntos que se deben considerar antes de comprar una acción.
1) ¿Tiene la empresa en cuestión productos o servicios con el suficiente potencial de mercado para alcanzar un considerable aumento en sus ventas durante al menos varios años?
2) ¿Tiene la gerencia de la compañía la determinación para continuar desarrollando productos o procesos que seguirán incrementando las ventas potenciales cuando el potencial de crecimiento de los productos atractivos en la actualidad hayan sido ya ampliamente explotados?
3) ¿Cuán efectivos son los esfuerzos de investigación y desarrollo de la empresa, en relación a su tamaño?
4) ¿La empresa tiene una organización de ventas por encima del promedio?
5) ¿La empresa tiene márgenes de ganancias que valen la pena?
6) ¿Qué está haciendo la empresa para mantener o mejorar estos márgenes de ganancia?
7) ¿Posee la empresa buena calidad de personal y buenas relaciones con el mismo?
8) ¿Cuenta con excelentes ejecutivos?
9) ¿Cuán buenos son los análisis de costos y los controles contables de la empresa?
11) Con respecto a las ganancias, ¿la empresa piensa en perspectivas de corto plazo o largo plazo?
12) ¿Cuenta la empresa con un management de integridad incuestionable?
Al combinar ambas perspectivas -la de Graham y la de Fisher-, podemos percibir que una inversión en acciones no es tarea sencilla si queremos tener éxito. También es cierto que en los mercados alcistas cualquiera es un genio, quiero decir que eventualmente podría participar del mercado y tener éxito de corto plazo, algunas veces… Pero si no somos especuladores es necesario hacer los deberes. Recordemos que estamos comprando parte de una empresa. Entender el negocio, estudiar, analizar, verificar, ver el balance, las ganancias, comprender si hay “valor”. Cualquiera con algo de dinero puede comprar acciones. De hecho, a través de varios bancos locales y corredores se puede hacer. Todos los proveedores que estamos en la industria de inversiones tenemos las capacidades para que nuestros clientes compren acciones en el mercado, particularmente el de Estados Unidos.
Desafortunadamente, no todos serán verdaderos inversores.
[1] The Intelligent Investor. Edición revisada 2006. Pág. 18.
[2] “Common stocks for uncommon profits” 1958.
[3] “Common stocks, uncommon profits” chapter 3, “what to buy – The fifteen points to look for in a common stock. Pág. 19 y ss.