El sector pesquero local viene experimentando una continua decadencia en las últimas dos décadas. Una flota pesquera obsoleta y reducida, plantas industriales cerradas y la pérdida de miles de puestos de trabajo ponen un manto de dudas sobre la pesca local, y despierta más dudas que certezas respecto a su viabilidad. El panorama se agrava ante la alta tasa de conflictividad que padece el sector al comienzo de cada zafra y que pone en riesgo las inversiones. Los empresarios aducen que deben negociar con un sindicato profundamente ideologizado, con dirigentes que llaman a terminar con todo lo establecido y que el control pase a sus manos.
El pasado 16 de junio, el senador por el Partido Nacional, Gustavo Penadés, realizó en el Parlamento una exposición sobre la situación de la pesca en Uruguay, que tuvo como objetivo informar sobre la realidad que vive el sector pesquero nacional desde hace años. A su vez, el legislador hizo énfasis en el tema desde el punto de vista geopolítico, económico y social, de una zona del territorio de nuestro país que es mayor que el territorio terrestre nacional.
Respecto a la situación de la industria a nivel local, recordó que el sector pesquero ha experimentado una continua decadencia en los últimos 20 años, a tal extremo que hoy están en juego miles de puestos de trabajo, que se suman a los tantos que ya se han perdido en la década.
Penadés enfatizó en el desacople que la industria pesquera ha tenido en la importancia de la integración del producto bruto interno, con una caída sistemática desde el año 2006.
La pesca, recordó, genera hoy alrededor de 6.000 puestos de trabajo y una exportación de unos US$ 100 millones al año.
Las principales especies que se capturan en estos mares son la corvina, la merluza, la pescadilla, el calamar y el sábalo.
El drama de la pesca industrial
En un pormenorizado análisis, Penadés informó en el Parlamento que entre 2007 y 2015 en Uruguay se cerraron 26 empresas pesqueras. Por ejemplo, de las 25 empresas que explotaban merluza en 2005, hoy solamente quedan 14; de otras especies había 47 y hoy solamente quedan 6; en la categoría D -que refiere a la pesca internacional o pesca en aguas internacionales-, existían nueve emprendimientos y hoy solamente queda uno. Esta situación se ve agravada por algunos problemas endémicos que complican la situación, siendo uno de ellos el envejecimiento de la flota.
En detalle, y para escenificar la grave situación, estableció que en el período 2008-2015 se perdieron más de 2.300 puestos de trabajo en las plantas de procesamiento. De los 4.116 trabajadores que había en 2008, en 2015 quedaban solamente 1.738, y hoy son alrededor de 1.600 los trabajadores vinculados al sector pesquero. En lo que respecta a explotación pesquera, en 1980 se generó el máximo en el país, con 146.973 toneladas, pero tras la permanente caída que sufrió el sector, hoy no llega a las 50.000 toneladas.
Más allá de múltiples factores que llevan a que el sector pesquero esté en crisis, el componente vinculado a las relaciones laborales fue señalado por el legislador como uno de los motivos principales por el que los emprendimientos terminan siendo inviables.
“Tenemos que reducir, por todos los medios posibles, la altísima tasa de conflictividad que hoy tiene la industria pesquera, que también ha sido parte responsable de su crisis”, remarcó Penadés.
Esta es una realidad que el sector empresarial soporta al comienzo de cada zafra, y que pone en riesgo las inversiones. Este 2021 no ha sido la excepción, porque desde el pasado 2 de junio el Sindicato Único de Trabajadores del Mar y Afines (Suntma) se manifestó en conflicto por falta de acuerdo salarial. Desde dicho sindicato se ha expresado estos días que las instancias de negociaciones ya “están agotadas”, y desde el pasado lunes 5 convocó a sus agremiados a parar la actividad de la flota que estaba en faena en el mar, cerrando la puerta a cualquier tipo de solución. Cabe recordar que la zafra va de junio a setiembre.
Los afiliados al Suntma aducen baja de los salarios, y condiciones laborales no acordes con la tarea, y piden que “alguien” del Poder Ejecutivo se haga cargo de la situación.
Pero desde el sector empresarial alegan otra realidad. En diálogo con CRÓNICAS, Eduardo Estellano, director de Novabarca, dijo que el principal problema que existe hoy en el sector de la pesca es la conflictividad. “Quienes invertimos en el sector sabemos cuál es la realidad, y el principal problema que debemos enfrentar es la desproporcionada conflictividad. No hay ninguna actividad económica que pueda soportar la cantidad de paros y distorsiones que nosotros sufrimos, y eso tiene una base fundamental, y es que tenemos un sindicato muy ideologizado”, estableció el empresario.
Estellano recordó las amenazas que han debido afrontar, con sindicalistas que a viva voz establecen que «quieren reconstruir la pesca desde las cenizas» y que para ello “primero habría que incendiar y quemar a todos los empresarios” del sector. “El Suntma se define como un sindicato socialista y es muy difícil mantener reuniones productivas porque se debe pasar por todo el proceso de la lucha de clases. Toda esa gimnasia hace que las reuniones sean eternas y nunca se avance”, consideró.
El ejecutivo recordó que el 30 de abril se venció el convenio colectivo, el cual establecía que 60 días antes -o sea el 1º de marzo-, había que empezar a negociar, y cerrar el acuerdo 60 días después. Eso daba un plazo de cuatro meses para acordar un nuevo convenio.
“En los primeros 60 días, antes del 30 de abril, nunca se presentaron al Ministerio de Trabajo, y recién lo hicieron en mayo, cuando faltaba un mes y pico para que se vencieran los 60 días posteriores al 30 de abril. Ahora, el 30 de junio, decidieron parar la flota porque no se había alcanzado ningún acuerdo cuando en realidad desde el 3 de febrero estábamos ya hablando con el Ministerio para empezar a negociar con tiempo para no sufrir una paralización. Pero no pudimos juntarnos con el sindicato, y recién se presentaron cuando faltaban 40 días para el vencimiento del último plazo. Y a partir de ahí no entendieron razones y decidieron parar”, explicó el empresario, quien agregó que se trata de un tema político.
“Es un tema ideológico. Ellos (los del Suntma) están convencidos de que la pesca se tiene que destruir y construir en base a los trabajadores”, manifestó Eduardo Estellano, director de Novabarca.
“Junto con el Ministerio propusimos extender hasta el año que viene el convenio que finalizaba, y en 2022 sí discutir un nuevo acuerdo en forma presencial, pero no lo aceptaron. Fuimos más allá y terminamos ofreciéndoles mejorar el convenio actual en algunos puntos, como por ejemplo en las licencias, con la idea de hacer una prórroga hasta el año que viene, pero tampoco estuvieron de acuerdo con eso. Es un tema ideológico. Ellos están convencidos de que la pesca se tiene que destruir y construir en base a los trabajadores”, insinuó Estellano.
El entrevistado entiende que es inviable que un sindicato maneje todas las decisiones, y eso es lo que está pasando hoy en el puerto.
“Hasta el año pasado el puerto era manejado por el Suntma. Si alguien tenía que descargar un barco había que recurrir a gente del sindicato para que lo hiciera, y lo mismo para salir a pescar. Si se quería poner otro marinero, no se podía hacer si no estaba sindicalizado; y si por casualidad se subía a uno que no estaba en el sindicato, todos los demás se bajaban de ese viaje. El año pasado logramos cambiar ese monopolio que tenía el Suntma en la carga y descarga de los barcos y que se pudiera contratar a otras pandillas (grupo de trabajo). Este año vamos a tratar de hacerlo también con la gente embarcada”, advirtió el empresario.
Añadió que hoy se desconoce si hay 2.000, 3.000 o 5.000 libretas para embarcar, pero la realidad indica que hay pocos barcos saliendo porque muchos dejaron de operar en Uruguay. Estellano considera que el motivo es la intransigencia del Suntma y la ideologización que tiene. Esto ha llevado a que ellos mismos promuevan leyes, como que el 90% de la tripulación tiene que ser uruguaya, originada bajo el gobierno del Frente Amplio, que se volvió un boomerang porque los barcos extranjeros no quieren tener tripulación uruguaya. “Incluso han llegado a ofrecerle al gobierno que si bien contratan a los uruguayos, les pagan la marea, los dejan en la casa y salen con otra gente… no es un problema de plata. Es tan caótico trabajar con ellos, tan anárquico todo que hasta paran un barco porque no les gusta la marca del dulce de leche, porque no les cae bien la cara del cocinero o porque a uno se le ocurrió que estaba mal liquidada la licencia y después se dan cuenta de que estaba bien”, reveló.
Estellano explicó que en los últimos años se perdieron más de 100 barcos de pesca como consecuencia de esta situación, y hoy sólo permanecen unos 50 barcos activos. Esos 300 o 400 pescadores que hoy están trabajando ganan, en promedio unos US$ 20.000 por año, y lo hacen cumpliendo tareas entre 150 y 190 días al año. En esta época, que es la de zafra, un marinero puede llegar a cobrar hasta US$ 700 por semana.
“Hoy, los que quieren trabajar se pierden de facturar eso, y el sindicato no lo tiene en cuenta. En cambio decide hacer un paro en el momento de la zafra con la peregrina idea de que como nosotros también perdemos le vamos a ceder cosas que en otro momento ni se cedieron por la necesidad de salir. A ellos no les interesa lo que pierden quienes no pudieron embarcar, sino que quieren destruir a los empresarios. El sindicato tiene una audición todos los domingos (en Radio Fénix) que es como si bajaran de Sierra Maestra, como si cada barco fuera un pequeño Granma en busca de la revolución, y uno piensa: ¿dónde vive esta gente?”, reflexionó el director de Novabarca.
Recordó que en el ‘90 había 20 o 25 plantas frigoríficas, pero hoy solo quedan tres o cuatro. Enfatizó en que mientras en el mundo la pesca está en una curva ascendente, en Uruguay ocurre completamente lo contrario: cada vez se pesca menos, hay menos barcos y un descenso continuo de gente embarcada.
“En este proceso ya le dijimos al gobierno que nos vamos a fundir todos, esto no tiene solución, estamos en plena zafra parados. Es como si en Punta del Este en enero todos los gastronómicos y los hoteleros hicieran una huelga”, ejemplificó.
Añadió que el Suntma es el único gremio que no puede negociar trabajando. “Mientras todos los demás gremios van a los consejos de salarios, y aún con diferencias continúan trabajando, en la pesca vence el convenio y se para. Es de locos, pero es así”, subrayó.
A contramano de las normas de la OIT
La pesca es una actividad muy especial, y así lo reconoce la OIT (Organización internacional del Trabajo), exceptuándola de una cantidad de normas fijadas por este organismo, por ejemplo en la jornada que fija en ocho horas para la mayoría de las actividades, menos para la pesca, que es ilimitada. Pero si bien hay algunas particularidades, también grandes beneficios, porque mientras la gran mayoría de los trabajadores tienen 20 días de licencia, la pesca tiene 30 y además van a la parte –son socios-, es decir, cuanto más gane el dueño del barco, más gana el trabajador; y cobra en dólares.
“Presentaron una plataforma para no arreglar. Todos hemos mostrado los lineamientos de la OIT y por qué lo que es para los trabajos en tierra no aplica al mar, algo que contemplan todas las legislaciones del mundo. Ellos quieren hacer una nueva ley de pesca que solo sea aplicable a Uruguay y que los uruguayos sean, a diferencia de todos los trabajadores de la pesca del mundo, los que cobren cada ocho horas y perciban nocturnidad. Quieren cambiar el mundo de la pesca y después expandir la revolución pesquera por el mundo”, expresó Estellano.
Recordó que en una fábrica se llama al trabajador cuando hay trabajo, pero las pretensiones del Suntma son otras. “En una industria normal lo llamás a trabajar, le decís que se vaya con radio y cuando lo volvés a necesitar se lo llama. Ellos pretenden que si no los llamás a las 24 horas les pagues cuatro horas por día todos los días como tiempo a la orden. Eso no existe en la pesca y la OIT lo explica bien claro cuando habla de la paga de los marineros, donde está incluido ese tiempo que tienen que estar a la orden. El Ministerio y los abogados también les han dicho que no existe esa figura que ellos pretenden cobrar, pero insisten con eso, llames o no llames, haya pescado o no, tengas el barco roto o no. A eso, por supuesto, le dijimos que no”, explicó.
Para el empresario, queda en evidencia que los trabajadores ni quieren arreglar ni tampoco firmar un nuevo convenio. “Lo que quieren, como lo dijeron específicamente, es que la pesca se liquide, que se convierta en cenizas, quemar a todos los empresarios y hacer una pesca nueva con el socialismo. Aunque parezca infantil, ese es el objetivo”, advirtió el director de Novabarca.
Empresarios y personal de plantas los rehenes
Además del perjuicio que esta decisión del Suntma está causando en la industria, el personal de planta también se ha visto afectado, siendo rehén de la situación.
El personal de planta gana un jornal, cobra por hora, y cada vez que los barcos dejan de pescar estos obreros de planta dejan de trabajar. Este personal está conformado, en su gran mayoría, por madres de hogares monoparentales.
“Lo paradójico es que en Suntma también representa a esos trabajadores. Antes existía el sindicato de las plantas (Cutip) que era distinto del Suntma, pero a medida que las plantas fueron desapareciendo, ese sindicato, que era muy fuerte y defendía a los trabajadores de planta, desapareció, y cuando surgieron los consejos de salarios el sindicato más representativo de la industria tenía que representar a todos los subgrupos, entonces quedaron los corderos defendidos por los lobos”, esgrimió Estellano.
La situación es de tal gravedad que el personal de las plantas está yendo de vuelta a seguro de paro, después de haber pasado por todos los seguros de paro imaginables.
“Es muy difícil tratar de razonar con alguien que está pensando de esa manera porque no hay argumentos económicos. Hacen perder a sus afiliados US$ 150 por día por jornal, y aunque quieren salir no se animan por la famosa frase de ‘carnero’. Les están haciendo perder lo que tienen… Lo he vivido en anteriores huelgas; los marineros tienen que salir a vender las heladeras, a entregar sus casas porque no las pueden pagar. Ellos hacen el conflicto pensando en dañarnos a nosotros, pero a costa de sacrificar la vida de sus afiliados”, dijo sobre esta situación el entrevistado.
“Nosotros, siempre por buscar una salida al problema, no nos dimos cuenta de que nos venía un tren de frente, pero ya soportamos demasiado”, finalizó Estellano.