En el entendido de que “lo peor” de la pandemia a nivel sanitario y sobre la economía ya pasó, la reducción de la inflación comienza a ganar protagonismo dentro de los objetivos del gobierno, y por ello el Banco Central (BCU) decidió elevar levemente la tasa de interés de política monetaria. En diálogo con CRÓNICAS, los economistas Pablo Moya e Ignacio Umpiérrez destacaron que se trató de una decisión “esperable” y “consistente con su objetivo de converger hacia una inflación más estable y más baja”. Ambos resaltaron que actualmente existe un mayor alineamiento entre las políticas monetaria, fiscal y salarial.
En una decisión vista como “esperable” y “correcta”, el Comité de Política Monetaria (Copom) del BCU decidió incrementar en medio punto porcentual la tasa de política monetaria, llevándola del 4,5% al 5%, en el entendido de que “la situación sanitaria ha mejorado de forma sustancial y junto con ello la actividad económica”.
De acuerdo al comunicado difundido por el organismo, se han visto “signos de recuperación” en algunos indicadores adelantados que “exhiben fortalezas en varios sectores”, así como la reducción del desempleo que se registró en junio.
Por su parte, se destaca que existe una reducción de las expectativas de inflación, que ha estado “guiada por los anuncios de política monetaria” que aportan “un marco de consistencia de las políticas macroeconómicas, con el cumplimiento de las metas fiscales planteadas en la Rendición de Cuentas y donde las pautas de ajuste salarial se encuentran alineadas con una senda de inflación convergente al rango meta”.
Ante esta coyuntura, el Copom evaluó necesario que “la política monetaria comience a dejar su fase más expansiva para recorrer una senda gradual de adecuación de la tasa de interés y, por tanto, incrementar la tasa de política monetaria a 5%”.
El economista Pablo Moya, de la consultora Oikos, evaluó que la decisión es una señal clara al mercado de que el Gobierno está tomando las acciones que son correctas, en el entendido que su objetivo claramente es el control de la inflación. “Dadas las condiciones actuales de mejora de la actividad y de que la inflación merece acciones concretas, las está tomando”, agregó.
Por su parte, Ignacio Umpiérrez, investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), comentó que se trató de “una decisión esperada”, ya que el BCU venía anticipando que cuando la situación sanitaria y la actividad mejoraran, comenzaría gradualmente a volcarse a una instancia de política monetaria menos expansiva, consistente con su objetivo de converger hacia una inflación más estable y más baja, así como también lograr expectativas que converjan a ese rango objetivo. “Por tanto, es una decisión esperada y que podría seguir profundizándose en las próximas reuniones de Copom”, agregó.
Umpiérrez evaluó que es una decisión “muy importante para la credibilidad” del BCU, y remarcó que representa un “desafío” para la entidad “gestionar esa tensión entre la actividad y la inflación”. En ese sentido, si bien aún se está lejos de los niveles de crecimiento potencial de la economía, existe una recuperación de la actividad que permite comenzar a transitar hacia una política monetaria más contractiva.
En la misma línea, Moya opinó que se trata de un alza leve, de medio punto, que más que su efecto concreto en la economía real, importa desde el lado de las señales que se mandan al mercado. “Si bien la inflación muestra leve convergencia al rango meta, aún se mantiene por encima de ese objetivo, y entonces cuando se muestran que existen indicadores claros que la actividad está recuperándose, me parece que es una señal en tiempo”, comentó.
“Lo peor de los efectos de la pandemia sobre la economía ya pasaron, y claramente el BCU tiene el objetivo inflacionario que debe ser uno de los objetivos del gobierno y, como tal, toma medidas concretas”, agregó.
Por su parte, Umpiérrez reconoció que en los últimos meses se han dado algunos factores “más transitorios que permanentes”, como el aumento de los combustibles, o el incremento de las materias primas, que pueden haber empujado al BCU a tomar la decisión de aumentar los tipos de interés.
Políticas alineadas
Respecto a la influencia que tiene el manejo de la tasa para incidir sobre la inflación, Moya señaló que tiene varios “pesos”. Por un lado, representa una “señal al mercado”, pero también tiene sus efectos sobre el nivel de precios al contraer el crédito. Evaluó que a diferencia del pasado, en esta oportunidad hay una consistencia de la política monetaria con otro tipo de políticas macroeconómicas, principalmente la fiscal y la salarial. “Los anuncios, parecen -a priori- mantener un grado de armonía y de estar adecuadas, que en el pasado no se había visto en algunas instancias”, reflexionó.
Por su parte, Umpierrez subrayó que la política monetaria tiene peso sobre la inflación. Si bien reconoció que en los últimos años la política monetaria ha estado subordinada a otros desafíos, “las nuevas autoridades del BCU han tenido un objetivo muy explícito de converger hacia una inflación más baja y más estable”.
Pese a esta decisión, estimó que es probable que la inflación cierre el año levemente por encima del rango meta, pero proyectó que posiblemente converjan hacia el rango en 2022 por la coherencia entre todas las políticas macroeconómicas: salarial, fiscal y monetaria. “Las políticas macro están alineadas, y es una buena señal para que la inflación converja hacia los niveles que el BCU quiere y para que las expectativas converjan a ese nivel”.
Dólar seguirá estando “débil”
Consultados respecto a la incidencia de esta decisión sobre el tipo de cambio, Umpierrez subrayó que tiene un impacto directo y podría inducir a una apreciación real. “De hecho, el tipo de cambio ha evolucionado por debajo de la inflación en lo que va del año, y esto podría profundizar” esa tendencia, evaluó.
Sin embargo, el investigador del CED realizó algunas precisiones, explicando que “una de las formas más genuinas para evitar situaciones de atraso cambiario y ser competitivos en una economía como la uruguaya (…) es converger hacia una inflación baja y estable”. También comentó que las condiciones globales actualmente “son consistentes con un dólar relativamente débil” y que “si bien tenemos un dólar débil, también es cierto que los precios de las materias primas están a niveles no vistos desde 2013-2014”.
Por tanto, resumió, “el dólar tendería a seguir débil como hasta ahora, pero también hay que mirar todos estos otros puntos”.
Por su parte, Pablo Moya coincidió en que el billete verde “va a mantener su tónica de estar débil”, aunque “en la medida que la economía de EEUU estabilice su recuperación, va a generar soporte al dólar, que acompañará su revalorización de forma moderada».