Para el primer objetivo, el director ejecutivo de Ceres, Ernesto Talvi, propone mirar las experiencias de países similares al nuestro que lograron el desarrollo económico gracias a la apertura comercial, la mejora de la calificación de sus recursos humanos, y a tener servicios públicos que se condicen con el nivel de impuestos que se pagan. Para recomponer el tejido social promueve reducir la brecha educativa, cambiar la forma de gestión de la asistencia social y modificar el paradigma de rehabilitación de los menores infractores.
Parecía el estreno de una película con miras a ser éxito de taquilla, pero quienes hacían fila para ingresar al Movie del Montevideo Shopping el pasado miércoles esperaban para escuchar la disertación de Ernesto Talvi, director ejecutivo del Instituto Ceres. El inusual lugar para este tipo de actividad, sirvió para llevar a cabo uno de los “Encuentros Ciudadanos”, instancias organizadas por Ceres, cuyo objetivo es “conversar” acerca del “Uruguay que soñamos”, y que se han realizado desde marzo a lo largo y ancho de todo el país.
Para Talvi, “nuestra casa” tiene humedad, se le “descascara la pintura”, pero sin embargo “tiene cimientos sólidos”. Destacó que luego de una “década formidable” en materia económica, ahora se entra en “una fase de dificultades”, aunque “no de crisis”. “Crisis es otra cosa (…), esto son dificultades”.
Contextualizó que “China, que era un consumidor voraz, perdió el apetito”, mientras que los países desarrollados no logran recuperarse, lo que ha repercutido en un descenso de los precios de los productos agrícolas que son los que Uruguay exporta. Asimismo, “los capitales que después de 2008 llegaban a raudales”, ahora “no vienen o se están yendo”, lo que ha generado ese enfriamiento de la economía.
A nivel global, agregó que están ganando terreno “los partidos anti-establishment”, por lo que “estamos entrando en mundo desconocido”. “El proyecto europeo no fue económico (…) fue un proyecto de paz. (Pero) ahora todo eso está en entredicho”, lamentó Talvi.
“El gran desafío”
Respecto a la economía uruguaya, evaluó que 2017 va a empezar mejor que como termina este 2016, ya que “la temporada turística va a ser excelente” debido a que “vamos a tener la mejor temporada de argentinos en doce años” y a que los brasileños también vendrían en buen número aprovechando el beneficio del tipo de cambio. No obstante, advirtió que ese hecho no va a resolver los problemas de precios que tienen algunos sectores del país, como el lechero o el arrocero.
En ese sentido, analizó que “el gran desafío” de Uruguay es por un lado mantener la senda de crecimiento económico, y del otro, recomponer el tejido social del país.
En materia de desarrollo económico, subrayó que es necesario “mirar experiencias” de países similares a Uruguay que lograron desarrollarse y ahora producen bienes de calidad. Al respecto, opinó que “es falso que para desarrollarse haya que dejar de hacer lo que estamos haciendo bien”, sino que se requiera que a esa producción se le incorpore “sofisticación y diversificación”.
El director ejecutivo de Ceres fundamentó que cuando se observan las condiciones que llevaron a estos países a la senda del desarrollo se observa que tuvieron “tres condiciones fundamentales”. En primer lugar, valoró que los países chicos requieren de mercados grandes, y criticó que con el Mercosur “Uruguay está aislado”. “No tenemos conexiones relevantes con ningún mercado relevante del mundo”, señaló Talvi, agregando que junto con Argentina y Brasil “somos de los países del mundo que más aranceles pagamos”. Sin embargo, destacó que los cambios políticos generan una cuota de optimismo. “De golpe se nos alinearon las estrellas”, graficó el experto, quien interpreta que Uruguay “no debe solo promover esta mayor apertura”, sino “liderarla”.
La segunda condición es que “se necesitan trabajadores altamente calificados”, y en ese sentido, Talvi evaluó que la situación de Uruguay es grave. “Solo 4 de cada 10 jóvenes termina el liceo”, y la mitad “no reúne las destrezas mínimas para insertarse en el mercado laboral”.
Por último, la tercera condición, es que “los impuestos que se cobran tienen que tener una correspondencia con los servicios que se brindan”. “No se puede cobrar impuestos finlandeses para dar servicios de Costa Rica”, sostuvo. Para Talvi, hay países que “gastan mucho pero gastan bien”, pero claramente ese no es el caso de Uruguay.
Fractura social
Sin embargo, otro foco en el que hizo hincapié Talvi es en la necesidad de recomponer la fractura social. Destacó que la “brecha educativa” es perceptible al ver los porcentajes de jóvenes que terminan el liceo según los distintos barrios de Montevideo. Mientras que en Casavalle solo el 18% de los alumnos termina el liceo, en Carrasco, Punta Carretas, Pocitos y Parque Rodó superan el 80%. Este problema, luego se traslada al mercado laboral, genera necesidad de asistencialismo que puede llevar al clientelismo político –lo que “corroe” la institucionalidad del país- y también lleva a mayores índices delictivos. “No debe sorprender que en la década que tuvimos hayamos triplicado las rapiñas” y registrado un aumento de los homicidios.
Para solucionar la marginalidad social, Talvi dijo que hay dos caminos: cambiar el paradigma de gestión de la asistencia social y el de la rehabilitación de los menores infractores.
“Una pequeña revolución”
Talvi hizo mención al caso del liceo Impulso, primer liceo “privado, gratuito y laico”, ubicado en La Cuenca de Casavalle, al que concurren alumnos de un contexto social complejo y que se ha transformado en una “experiencia exitosa”.
Explicó que allí se concurre 10 horas diarias, de lunes a sábados, funciona en verano, y las clases son de 25 alumnos. Además, se entrena a los docentes en técnicas para atender a jóvenes con dificultades de aprendizaje, se les brinda alimentación, y atención sanitaria y odontológica. Los directores tienen “cualidades de liderazgo”, hay un “equipo docente comprometido” y se busca “educar en valores”.
Afirmó que se trata de una zona problemática, con contextos familiares complicados y que muchas veces eso se refleja en “cómo llegan al liceo” los alumnos, con “grandes carencias, incluso físicas”.
Destacó que los primeros datos de las evaluaciones luego de cuatro años de trabajo, ha mostrado buenos resultados en matemáticas, informática e inglés. A su vez, el porcentaje de repetición es de solo 2% en comparación al 40% que tienen liceos de contextos similares.
Además, recordó que hace unos años, solamente el 5% de los jóvenes se imaginaba como estudiante universitario, “porque no concebían la palabra futuro”, pero actualmente un 85% se ve a sí mismo como estudiante de carreras terciarias. “En su cabecita dejaron ser marginales. Están pensando en un futuro mejor y eso se revierte hacia los padres, hacia las familias”. “Es una pequeña revolución”, reflexionó.
Debido a los resultados favorables, Talvi propone extender esta experiencia a todos los barrios de alta vulnerabilidad del país, como forma de terminar con la marginalidad y la fragmentación social. Para ello promueve la creación de 136 liceos públicos que funcionen con este modelo y que sean gestionados por el Plan Ceibal, lo que tendría un costo de US$ 240 millones, lo que equivale “al 1,3% del presupuesto” o “ a lo que perdió anualmente Ancap en los últimos años por mala gestión”. “Por la misma plata que hoy gastamos se podría implementar este plan”, aseguró.