Marcela Ferrando, fundadora de Escuela de Experimentos
Generar en los niños el interés por la ciencia no es de las tareas más fáciles, sin embargo, Escuela de Experimentos cumple con ese objetivo de manera lúdica, en tanto proyecta que el futuro será un gran demandante de carreras vinculadas a las disciplinas científicas.
¿Cómo y cuándo surgió la posibilidad de trabajar en Escuela de Experimentos?
Escuela de Experimentos surgió hace tres años. Estuve trabajando varios años en el Interior del país como química, y había vuelto a Montevideo con la idea de radicarme aquí nuevamente. Entre que tenia una y otra entrevista, me juntaba con los niños de la familia y se me ocurrió jugar a los químicos. Primero hacíamos salidas a los parques a hacer observaciones y luego los experimentos propiamente dichos, así es como encontré mi verdadera vocación. El primer tiempo lancé Escuela de Experimentos para niños cercanos y luego para el público en general.
En noviembre del 2019 decidí dar el paso y mudarnos a un espacio más grande, donde estamos instalados. Tenemos a disposición dos espacios de laboratorio, uno de química y otro de física, un área de juegos y normas de seguridad en el laboratorio. Son ambientes cómodos para los chiquilines, que tratamos de aprovecharlos al máximo, sobre todo en las vacaciones, donde vienen no solo a hacer experimentos, sino que tenemos una propuesta más variada. Estamos instalados en Pocitos, en la calle Manuel Pagola 3242.
¿Cuáles son los principales objetivos de su labor?
El objetivo principal de Escuela de Experimentos es motivar a los más pequeños en la ciencia, entendiendo que esta es parte de nuestra vida diaria desde la taza de café con leche en la mañana, como el jabón con los que nos lavamos y el agua que tomamos.
Damos por hecho las leyes de la ciencia en la cotidianeidad, y hacer experimentos con ella nos trae a conectar más con la naturaleza y con la vida misma. Podemos pensar en el medio ambiente y hacer plástico biodegradable o experimentos deslumbrantes para divertirnos con las reacciones químicas o jugar con imanes.
El mundo esta cambiando y muchas de las carreras que hoy existen no lo harán en el futuro, por eso entendemos que es tan importante estimular en lo que se denomina Steam (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y matemáticas por su sigla en inglés).
Desde Escuela de Experimentos sumamos nuestro granito para que los niños se emocionen con la ciencia y vean que hay muchas cosas que podemos hacer; el pensamiento lateral y la creatividad son parte de nuestra esencia.
Hacemos talleres de ciencias para niños y niñas de cuatro a 12 años, y a su vez hemos desarrollado algunos kits como forma de llevarse el taller a casa.
¿Qué cosas son las que la distinguen a la hora de trabajar?
Si bien es una institución educativa, al ser un espacio distendido y lúdico, donde el disfrute es materia corriente, los niños que no pueden venir durante el año, por motivo de tiempos en la semana, muchas veces son nuestros fans de vacaciones.
Cuando muchas instituciones educativas cierran, nosotros encontramos nuestro momento de zafra, un lugar donde los padres saben que pueden disfrutar de la ciencia de forma segura y sin ensuciar ni desordenar en casa, compartiendo con pares lo que van descubriendo.
Hay quienes llegan con bichitos que juntaron para verlos en la lupa, o en el microscopio, los que traen ideas de programas de televisión que tratan estos temas y quienes simplemente piden que la magia de la química se haga realidad frente a sus ojos.
¿Cuáles considera que son los puntos esenciales para trabajar en ciencia con niños?
Lo más importante es trabajar los valores, aprender a trabajar en equipo, aceptar y escuchar al otro. Darnos el tiempo de expresarnos. En los talleres los niños expresan lo que sienten con respecto a la tarea, se escucha “soy un genio/a” cuando las cosas funcionan de maravilla y un “¿qué pasó? ¿por qué?” o “¿cuánto tengo que esperar?” cuando las cosas no funcionan tan bien.
Los experimentos son empíricos; si bien en general funcionan porque ya han sido probados, también puede suceder que un día no funcione y está bien, es parte del aprendizaje, volver a intentar, trabajar la paciencia, porque hay experiencias que no son instantáneas.
El sentir en el aula es lo más importante, la intención no es dar una clase de química o física, sino tomar el gusto por la experimentación, asociarlo a la vida diaria y a la fantasía, y así, sin darse cuenta, van tomando como natural la observación científica, la búsqueda de soluciones y la magia de la química.
¿Cómo afectó la llegada de la pandemia el pasado año a su trabajo? ¿De qué manera se han venido superando los nuevos desafíos?
La pandemia ha sido dura en nuestra área. El año pasado fue muy difícil porque mucho tiempo tuvimos que cerrar; probamos hacer Zoom y finalmente esto nos llevo a armar los kits y empezar a venderlos. Los kits de experimentos eran una idea que no se materializó hasta tener la necesidad real de seguir en la retina de los niños y niñas que asistían al taller y como forma de llegar a muchos más que no habían podido venir por estar lejos.
Este año tuvimos la suerte de ganar un fondo Semilla de ANDE y estamos apuntando a crecer, si bien es difícil dada la coyuntura del país. Estos desafíos nos han fortalecido y confiamos en que todo se acomodará pronto.
¿Cuánto hace que se asoció a AJE y cuáles fueron los motivos para hacerlo?
Me asocie a AJE en enero de este año. La idea de formar parte era estar cerca de otros emprendedores, hacer redes, y estar más acompañada como emprendedora y empresaria. No tuve muchas oportunidades de participar de los talleres, pero sí de charlar con Juan, el director ejecutivo, instancia que me ayudo a mirar los desafíos desde otra perspectiva.
¿De qué manera ha colaborado AJE al desarrollo del proyecto?
Todavía soy muy nueva, pero espero poder hacer alianzas con otras empresas, poder hacer sinergia con quienes tengan el mismo público objetivo, formarme en áreas relacionadas al ámbito empresarial.
¿Cuáles son las ventajas y desventajas de emprender en Uruguay?
Como ventaja principal es que nos conocemos todos, por lo que cuando hacés las cosas bien la gente recomienda. Siento mucho el cariño de la gente, por una cosa u otra, por haber venido al taller, por los kits o incluso por las ideas que les damos a través de las redes para compartir en familia.
Creo que emprender siempre es difícil, hay que tener mucha resiliencia y trabajar en uno mismo continuamente; lo siento más como un camino espiritual porque me enfrenta a crecer continuamente.
Creo que lo más difícil del mercado es encontrar la fidelidad, sostener la actividad, aunque ya han pasado más de 3.000 niños desde que empezamos.
Señas de identidad
Marcela tiene 37 años y nació en Montevideo. Su profesión es química -sueño que tuvo desde pequeña-, y ha realizado un curso de coaching de grupos, narración oral, y de aprendizaje basado en juegos. Desde sus inicios laborales estuvo vinculada a la química y tiene más de 10 años trabajados tanto en la industria como en laboratorios de control.
Se define como una persona creativa, ejecutiva y audaz. “Se me ocurre algo y no puedo esperar una vez que se cómo. Me animo a hacer las cosas sin mucha reflexión”, comenta. Su libro favorito es “Los pilares de la tierra”, de Ken Follett.
Su lugar en el mundo es en el agua, y en su tiempo libre elije andar en kayak, canoa y hacer kitesurf. Se declara admiradora de las personas que exudan seguridad, que van por lo que quieren. “En ese sentido tengo varias cercanas que son así”, dice.