La economía mundial enfrentará el año próximo “cuatro obstáculos” que generarán una desaceleración de la recuperación: la quinta ola de covid-19, el aumento de los precios de los alimentos y la energía, la ralentización del sector inmobiliario chino, y el endurecimiento monetario en los mercados emergentes y los países anglófonos. Así lo analizan dos expertos de la firma de gestión de activos Carmignac, al evaluar las perspectivas económicas para 2022 y los principales desafíos para la asignación y la estrategia de inversión.
El 2022 está a la vuelta de la esquina y las perspectivas para el año que comienza en tan solo unas pocas semanas marcan importantes desafíos, según reconocen Raphaël Gallardo, economista jefe de Carmignac, y Kevin Thozet, miembro del Comité de Inversión de la misma empresa.
Al analizar las perspectivas macroeconómicas, Gallardo estima que “la desaceleración de la economía mundial debería cobrar mayor fuerza el próximo año debido a cuatro obstáculos: la quinta ola de covid-19, la subida de los precios de los alimentos y la energía, la ralentización del sector inmobiliario chino, y el endurecimiento monetario en los mercados emergentes y los países anglófonos”.
El experto interpreta que la economía estadounidense es menos vulnerable a estos factores y, por lo tanto, intensificará su disociación inflacionaria respecto al resto del mundo. “Aunque la Fed no puede permitirse ser paciente, el inicio de la normalización monetaria conlleva nuevos riesgos para los mercados financieros, a la luz de las exigentes valoraciones de los activos nacionales”, advierte Gallardo.
Por su parte, Europa está acusando el aumento en la factura de sus importaciones energéticas y su dependencia de las cadenas de suministro del sector manufacturero a escala mundial, que continúan afectadas por la pandemia. No obstante, al contrario de EEUU, se beneficiará del positivo impulso presupuestario asociado al plan NGEU (NextGenerationEU, el plan de recuperación de la UE que se basa en el mayor presupuesto a largo plazo de la historia).
En cuanto a China, debido al ajuste en curso en su sector inmobiliario, el gigante asiático sigue necesitando exportar a un ritmo fuerte para mantener un crecimiento del PIB adecuado. Por ello, Pekín continuará frenando la apreciación del yuan acumulando activos en moneda extranjera. “Estos activos se reciclarán, en gran medida, en el mercado de bonos del Tesoro estadounidense, dificultando con ello la labor de normalización monetaria de la Fed. China se verá presionada por EEUU para instrumentar una política de estímulo de mayor alcance en el transcurso de 2022”, interpreta Gallardo.
La hora de invertir
En cuanto a la asignación y estrategia de inversión, Thozet explica que en el ámbito de la renta variable Carmignac se está centrando en empresas de crecimiento a largo plazo con buena visibilidad, lo que implica que no dependan en exceso del ciclo económico y sean capaces de trasladar la inflación inducida por los costos, sin reducir su actividad.
En cuanto a la renta fija, se apunta de forma selectiva a bonos de empresas con rendimientos atractivos cuyos modelos de negocio no se hayan visto demasiado afectados. “Se trata de una característica necesaria en un contexto de abundante liquidez y escasos mecanismos de determinación de precios”, fundamenta Thozet.
El experto también interpreta que los mercados emergentes ofrecen nichos de valor (en los mercados tanto de renta fija como de renta variable) tras haber padecido por las políticas ortodoxas aplicadas en China, así como por la inflación y las perspectivas de normalización de la política monetaria estadounidense.
Thozet subraya que el mundo está pasando de una situación de “relajación cuantitativa infinita” y “tasas reducidas”, a una suba de los tipos de interés rápida y generalizada a escala mundial. En ese sentido, las diferentes realidades de los distintos bloques económicos hacen necesario “aplicar enfoques heterogéneos”.
“Los inversores podrían estar asumiendo un elevado grado de riesgo crediticio a cambio de una rentabilidad real cercana al 0%”, advierte el miembro del Comité de Inversión.
Teniendo en cuenta este contexto, en el cual la inflación alta podría prolongarse más tiempo del esperado, Carmignac concentra sus herramientas de gestión de riesgo en tres estrategias:
En primer lugar, una gestión activa de la exposición a la deuda pública con buena calificación debido a la volatilidad de los tipos de interés generada por la inflación y los temores asociados al nivel de endeudamiento. Los reducidos rendimientos de los bonos no son suficientes para compensar esta volatilidad y los mercados son particularmente propensos a ajustar los precios tanto al alza como a la baja.
En segundo orden, interpreta que “el efectivo y los instrumentos a corto plazo parecen los instrumentos más adecuados para capear episodios de volatilidad”.
Por último, el dólar, debido a “su dinámica y condición de activo de refugio”.