Muchas empresas están trasladando los cambios a una sola pregunta: ¿Evolucionar o morir? Y parece que algunas lo tienen muy claro. Adaptarse y evolucionar conforme a las circunstancias del mercado es uno de los grandes retos de las compañías en la actualidad, a la vez que una de las características principales del CEO. Los cambios llegan y pegan una sacudida para transformarlo todo. Nos obligan a convertirnos en camaleones capacitados para adaptarnos a cualquier avance, circunstancia o situación. La transformación digital ya ha comenzado. Y las empresas siguen evolucionando. ¿Dónde estás tú?
¿Cuáles son las circunstancias del mercado?
La situación es la siguiente: unos consumidores exigentes con nuevas necesidades y unas empresas que necesitan adaptar sus formas de vender. Como resultado, los CEO de las compañías deben asumir la responsabilidad y encabezar el proceso evolutivo con compromiso y liderazgo. ¿Cómo vas a hacer frente a la transformación digital?
Se veía venir. Esta es la pregunta que se hacen a menudo los directores generales de las compañías, una interrogante que debe empezar a responderse a raíz de tres factores principales:
- Tomar conciencia del grado de incertidumbre y riesgo al que se exponen.
- Las inversiones requeridas en el proceso.
- La necesidad de una sola voz que oriente a toda la empresa hacia el objetivo principal.
El éxito de tu compañía depende en gran medida de la capacidad que tengas para hacer frente a los cambios y de adoptar la tecnología digital para todos los aspectos de tu empresa. Están cambiando las formas de trabajar, el tiempo que dedicamos a nuestras tareas de valor, la filosofía empresarial… Se avecina un futuro marcado por la reinvención de los negocios. Porque no se puede trabajar en las necesidades y exigencias de hoy con los instrumentos de ayer.
La transformación digital no implica solo cambiar las formas de trabajar, sino también las de pensar. Es un cambio que comienza en la conciencia y que pone en un aprieto el miedo a lo desconocido.
Sabemos que tenemos consumidores cada vez más exigentes, porque tú y nosotros también lo somos, y no nos extraña nada. Estamos en continua evolución, cuando por fin creemos haber encontrado la respuesta a un problema, alguien cambia las preguntas. ¿El mejor remedio? Adaptarse. Ya no solo cuenta la facilidad de comprar un producto o servicio, sino la confianza y la fidelidad del cliente, algo que se trabaja con contenido de valor, con redes sociales, con dispositivos, con nuevas tendencias. Y, sobre todo, con Adaptación.
¿De qué va eso de NO quedarse atrás?
En cuestiones de transformación digital y evolución dicen que la peor decisión es quedarse de brazos cruzados, que el mayor riesgo es no asumir ningún riesgo y que quedarse de brazos cruzados te servirá para eso, para quedarte ahí. Pero el mundo actual no funciona así. Menos aún teniendo en cuenta la velocidad a la que emergen los cambios tecnológicos y la rapidez con que los absorben los consumidores.
Por eso, los directivos deben implicarse con el proceso de integración y cambio que nace en el núcleo del negocio y extenderse hacia afuera. Y no solo importa adaptarse a las necesidades del mercado, sino a las de los propios profesionales internos de la compañía en un nuevo contexto de relaciones.
Asumir el gran riesgo implica algo más que invertir en tecnología. La evolución de las empresas requiere revisar, replantear y rediseñar los procesos colaborativos y comunicativos de la compañía. Se trata de fluir, de evolucionar, de dejarse llevar y de hacer un cambio profundo. Porque no es lo mismo ser digital que parecerlo.
Las compañías buscan cada vez más una oferta de vanguardia en cuestiones de gestión empresarial, sistemas, infraestructuras, cloudsourcing y otros servicios de TI con los que impulsan sus negocios al máximo.