La guerra en Ucrania y la alta inflación en diversas naciones han llevado al Fondo Monetario Internacional (FMI) a rebajar en ocho décimas su anterior previsión de crecimiento de la economía mundial para 2022, hasta situarla en el 3,6 %, frente al 4,4 % que pronosticó en el pasado mes de enero.
Las perspectivas económicas mundiales han sufrido un grave revés, debido en gran medida a la invasión rusa de Ucrania. En su informe de perspectivas económicas globales, actualizado en el marco de la reunión anual del FMI y del Banco Mundial, el Fondo revisa a la baja las previsiones de crecimiento para 143 países, lo que supone un impacto sobre el 86 % del producto interior bruto (PIB) mundial.
El FMI atribuye «mayoritariamente» esta caída con respecto a las previsiones anteriores al conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, aunque también menciona como factores la histórica inflación que se está viviendo en gran parte del mundo y los confinamientos de ciudades enteras que se siguen produciendo por covid-19, especialmente en China.
«Esta crisis (haciendo alusión a la guerra) ocurre cuando la economía global se hallaba en una senda de recuperación de la pandemia, pero todavía no se había recuperado del todo», estableció el organismo financiero.
En el caso de Rusia, una de las 12 mayores economías del planeta, el FMI pronostica un hundimiento del 8,5 % este año y una caída del 2,3 % en el 2023, como consecuencia del conflicto y de las sanciones impuestas por otros países.
Si bien en enero el FMI pronosticaba para Rusia un crecimiento del 2,8 %, tres meses después y tras más de seis semanas de guerra, la institución financiera internacional ha rebajado en 11,3 puntos esa previsión, y ahora proyecta una fuerte contracción de la economía en el país eslavo.
Como es natural, las peores consecuencias económicas de la guerra se las lleva el país invadido, Ucrania, cuyo PIB se desplomará un 35 % en 2022, y los efectos se alargarán por muchos años, incluso si el conflicto llegase a una pronta resolución, según advierte el FMI.
“La guerra se suma a una serie de shocks de la oferta que han golpeado la economía mundial en años recientes. Como una ola sísmica, sus efectos se propagarán a lo largo y ancho del mundo, por vía de los mercados de materias primas y los vínculos comerciales y financieros. Rusia es un importante proveedor de petróleo, gas y metales, y, junto con Ucrania, de trigo y maíz. La reducción del suministro de estos productos básicos ha hecho que sus precios se disparen. Los importadores de materias primas en Europa, el Cáucaso y Asia central, Oriente Medio y Norte de África y la región de África subsahariana son los más afectados. Pero el alza de precios de los alimentos y los combustibles perjudicará a los hogares de menores ingresos de todas las regiones del mundo, incluidas las Américas y el resto de Asia”, estableció el organismo.