Aunque las perspectivas de corto plazo para la economía uruguaya “lucen auspiciosas”, en una perspectiva de largo plazo el país sigue mostrando bajas tasas de crecimiento e inversión, según advirtieron desde la consultora Exante. Para lograr incrementar el crecimiento potencial, se requieren reformas estructurales en áreas claves, como seguridad social, inserción internacional, relaciones laborales, regulación y competencia, educación, pobreza y marginalidad. No obstante, advierten que la discusión política sigue enfocada en “urgencias de corto plazo” que pueden relegar el abordaje de esa agenda de reformas.
«Pasó el Covid; quedó la LUC. ¿Y ahora qué?” fue el nombre del desayuno de trabajo organizado por la consultora Exante donde los socios de la firma Florencia Carriquiry, Tamara Schandy y Pablo Rosselli compartieron su visión acerca de las perspectivas económicas, las oportunidades y los desafíos que enfrenta el país, en una mirada de mediano y largo plazo.
En el evento se destacó que “las perspectivas de corto plazo lucen auspiciosas”, debido al rebote de la actividad económica post-covid 19 y de un contexto internacional favorable para Uruguay debido a los altos precios internacionales de las materias primas que el país exporta. En ese sentido, se espera que este año el PIB crezca en el entorno del 5%, mientras que en 2023 lo haría un 3%.
Asimismo, el contexto de expectativas empresariales se presenta favorable, por lo que se espera un aumento de la inversión en 2022 y en 2023. La Encuesta de Expectativas Empresariales que elabora semestralmente Exante marca la mejor percepción del clima de negocios en más de diez años. Un 52% de las empresas cree que aumentará su inversión en los próximos doce meses.
En consonancia con lo anterior, los balances de las empresas se están recuperando luego del shock generado por la pandemia. A partir de un análisis realizado en base a la herramienta Lince-Monitor de Estados Financieros, se constata que más de la mitad de las empresas aumentaron sus ventas en 2021 y más del 60% mejoraron sus márgenes de rentabilidad.
Sombras
Sin embargo, no todas fueron luces en el horizonte. Se advirtió que, mirado desde una perspectiva de largo plazo, Uruguay está mostrando tasas de crecimiento muy reducidas y la inversión se encuentra en niveles bajos a nivel internacional. En la década de 2012 a 2022 el crecimiento de Uruguay se situó en apenas 1,6% anual (muy por debajo de la media mundial de 3%, aunque por encima del 0,8% de América Latina).
Desde Exante se interpreta que para lograr tasas de crecimiento más altas a largo plazo, es “imprescindible impulsar una agenda ambiciosa de reformas, que aborde desafíos en múltiples frentes: seguridad social, inserción internacional, relaciones laborales, regulación y competencia, educación, pobreza y marginalidad”.
Pese a ello, se alerta que tras el referéndum por la LUC, la discusión política “continúa enfocada en urgencias de corto plazo que pueden terminar relegando, al menos en parte, el abordaje de esa agenda de reformas”. En particular, la discusión política de las últimas semanas ha estado enfocada en la suba de la inflación, que a su vez ya está tensionando otros objetivos de la política económica como la recuperación de los salarios y pasividades en términos reales.
Los socios de la consultora advierten que el contexto de alta inflación mundial, la guerra en Ucrania y el freno de China son factores de alto riesgo, que podrían conducir a un final abrupto del ciclo alcista de los precios de las materias primas que está favoreciendo a nuestro país.
“Por esa razón, la preservación de adecuados equilibrios macroeconómicos (inflación, déficit fiscal, competitividad, salarios y empleo) resulta clave para los próximos años, que estarán paulatinamente marcados por la proximidad del ciclo electoral y probablemente por mayores tensiones entre los distintos objetivos de la política económica”, señalaron desde Exante.
ILC muestra que la economía sigue firme al alza
El Índice Líder de Ceres (ILC) aumentó 0,3% en abril y completó cuatro meses consecutivos de tasas positivas, lo que ratifica la tendencia de crecimiento de la actividad económica en el comienzo del año. Además, el Índice de Difusión (que mide la proporción de variables del indicador que registraron crecimiento) se ubicó en abril en 70%, lo que indica que más de la mitad de las variables que componen el ILC registraron tasas positivas en el mes.
El agro se mantiene como uno de los principales motores para el crecimiento de la economía nacional. El conflicto Rusia-Ucrania prolonga los problemas de oferta en materias primas, y los precios altos incentivan la producción.
La industria mantiene empuje y sigue por encima de los niveles prepandemia, pero con evolución heterogénea: el impulso está en ramas del sector exportador.
La construcción es uno de los sectores que empujó a la recuperación de la actividad y se mantiene firme con grandes obras.