La realidad geopolítica y comercial se reconfigura constantemente y les exige a las naciones adaptarse a nuevos contextos y condiciones. Uruguay no escapa a esta coyuntura; una escalada de la izquierda a nivel regional planta dudas sobre cómo será el futuro del país en los próximos años. En este escenario, CRÓNICAS mantuvo contacto con Gonzalo Oleggini y Carlos Mazal, quienes adelantaron que los resultados de las recientes elecciones en Colombia pueden ser beneficiosos para Uruguay, ya que lo erigen como un país fértil para las inversiones. Además, dieron su perspectiva sobre el desarrollo de los liderazgos intercontinentales y analizaron cómo la nación puede insertarse en esta nueva coyuntura.
Por Naara Pérez Carrere | @NaaraPerez3
La llegada del coronavirus, la elección de Biden como presidente en Estados Unidos, la invasión de Rusia a Ucrania y el acercamiento de los países latinoamericanos a China, son tan solo algunos ejemplos que demuestran que el contexto internacional experimenta hoy importantes transformaciones.
Y es que, lejos de ser impasible, y más allá de algunos patrones repetidos, el mundo de la geopolítica y la configuración de las relaciones diplomáticas y comerciales a nivel internacional se caracteriza por una movilidad vertiginosa, que obliga a los países a estar atentos constantemente para poder mantener su competitividad e inserción.
A nivel regional, la alternancia entre gobiernos de derecha e izquierda genera incertidumbre sobre el futuro político de Latinoamérica, sobre todo, tras convertirse Colombia en otro bastión populista y con las elecciones de Brasil a la vuelta de la esquina. Para entender el rol de Uruguay en esta coyuntura y para empezar a abordar la difícil pregunta de cómo será el mundo del mañana, CRÓNICAS mantuvo contacto con Carlos Mazal, consultor y miembro de la Academia Nacional de Economía (Acadeco), y Gonzalo Oleggini, consultor en asuntos internacionales y logística, y magíster en Negocios Internacionales.
El cambio ideológico y las promesas no cumplidas
“Los gobiernos de nuestros países no solo no han cumplido con promesas electorales, sino que tampoco han resuelto los problemas más graves que tiene nuestra sociedad. Me parece que desde las últimas tres o cuatro décadas, lo que podemos ver es que ningún país latinoamericano se ha desarrollado”, reflexionó Oleggini al ser consultado sobre el porqué del ida y vuelta ideológico que experimenta la región.
Aunque Mazal afirmó que en los últimos tiempos estas concepciones se han desnaturalizado, concuerda con que esta realidad refleja la falta de oferta política y denota que la sociedad se ve obligada a elegir entre una opción pésima y otra peor.
“Es el poder por el poder”, sostuvo, haciendo referencia a las promesas incumplidas y a los paradójicos cambios entre presidentes identificados con la centroderecha y mandatarios autodeclarados como guerrilleros.
A su vez, destacó que estos constantes cambios frenan de alguna manera la concreción de transformaciones significativas.
“No dan cuatro o cinco años para permitir que la innovación se concrete”, enfatizó el integrante de la Acadeco.
Uruguay y su rol en la región
Para ambos especialistas, la realidad política de Latinoamérica y los cambios de signo que se han sucedido en las naciones -calificados por Oleggini como bruscos- pueden ser beneficiosos para Uruguay, ya que lo posicionan como una “isla” de estabilidad democrática e institucional.
Esto, según los consultores, puede propiciar la llegada de inversiones a Uruguay. De hecho, Mazal explicó que ya existen empresas radicadas en Chile y Perú que están interesadas en instalarse en Uruguay, lo que indica que no sería nada raro que lógicas similares se den con compañías colombianas.
“Los inversores quieren vivir en un país predecible”, aseguró y agregó que “con esto de Colombia todavía mejor visto va a estar Uruguay, y si se da lo de Brasil” -en referencia a una posible victoria del expresidente Lula en las elecciones de octubre-, “va a ser realmente una joya”.
Afectaciones menores en relaciones comerciales
“Yo creo que la alternancia quizás no tenga el efecto que nosotros pensamos en muchos sentidos, y que, principalmente, la estrategia de los países y su modelo de desarrollo muchos lo siguen independientemente del gobierno”, respondió Oleggini al ser consultado sobre cómo estos cambios de signo político pueden impactar en las relaciones comerciales y diplomáticas de Uruguay.
Para el experto, lo anterior también responde a que, en la mayoría de los casos, los gobiernos identificados con la izquierda han puesto como ministros de Economía a personas más cercanas a los procesos económicos anteriores, es decir, de derecha.
En este escenario, aseveró que, como Uruguay mayormente vende fuera de la región, los efectos pueden llegar a ser muy reducidos.
Otra característica del actual contexto es que la Alianza del Pacífico se encuentra a día de hoy con la totalidad de los países miembros gobernados por presidentes identificados con la izquierda. “Independientemente de que estamos hablando de Chile, Perú, Colombia y México, desde el punto de vista comercial son países que siguen con su estrategia de inserción internacional, de apertura, y no creo que haya cambios importantes desde el punto de vista comercial; la mayoría de los presidentes de estos cuatro países entendieron que esa lógica de funcionamiento de la economía no es negociable, independientemente del tema de la ideología”, acotó el magíster en Negocios Internacionales.
Lo mismo, aunque con un poco más de recelo por los antecedentes de Lula con Uruguay, esperan los consultores con Brasil si su población decide virar hacia la izquierda. De todos modos, ambos recalcan que aún es muy difícil adelantar quién va a ser el próximo presidente del país vecino.
“En Brasil gobierna Itamaraty, la Federación de Industriales del Estado de San Pablo y las Fuerzas Armadas. No sé si cambiaría tanto como uno puede pensar”, estimó Mazal.
Otro tema que está sobre la mesa, aunque se posiciona más allá de una cuestión coyuntural, es el futuro del Mercosur. “No lo veo volviendo a lo que era, por más que Argentina insista, también tenemos esperanza de que otros países quieran negociar con Uruguay”, reconoció. Esto, para el analista, aviva aún más el estímulo hacia los Tratados de Libre Comercio y la posible incorporación de Uruguay al Acuerdo Transpacífico.
A la interna el futuro político es difuso
Más allá del alcance de los impactos comerciales y diplomáticos signados por la configuración actual de la región, es interesante preguntarse qué esperar, en este contexto, en lo que refiere al futuro político de Uruguay.
Este punto, vale decirlo, es el que mayor disidencia genera entre los entrevistados.
Mientras que para Oleggini es difícil que el país escape a las tendencias de alternancia, con un 90% de los oficialismos desplazados en la región, para Mazal el pragmatismo del presidente puede ser un factor clave para que la línea de pensamiento actual se mantenga en el país.
“Ojalá Uruguay siga una ruta pragmática, veo que el presidente lo es, pero no tiene suficiente tiempo y la coalición va a necesitar otro período para temas como innovación, políticas marítimas, biotecnología aplicada a nuestras exportaciones, entre otros”, expresó este último. A la vez, señaló que la actual izquierda del país, “liderada por el Partido Comunista”, no parece ofrecer demasiadas garantías.
Sin perjuicio de lo anterior, los especialistas consideran que la actual administración tiene aún importantes debes y cuestiones que demostrar.
“Falta empleo, seguridad, infraestructura, oportunidades, y creo que ese tipo de cosas son las que terminan impactando al momento de los procesos electorales”, opinó Oleggini.
Por su parte, el integrante de la Acadeco manifestó que la prematura conflictividad es un tema que preocupa. “Se está saliendo a la calle, atacando mucho, en un país donde no hay grandes diferencias, simplemente hay matices”, planteó.
¿Qué pasa con los liderazgos de las principales potencias mundiales?
La mención a la Guerra Fría es moneda corriente a la hora de hablar de política y liderazgos intercontinentales. Y es que, de cierta manera, los vestigios de este hecho histórico continúan funcionando como parámetros para analizar la situación actual. Aunque, claro está, muchas cosas han cambiado desde la caída de la URSS, aún prevalecen fantasmas.
“A partir de la invasión de Rusia a Ucrania lo que se ha generado y se ha evidenciado más claramente es una fractura Occidente-Oriente; no solo coincidente gráficamente, sino que tenemos un Occidente más cercano a las democracias que nosotros conocemos y un Oriente con gobiernos más cercanos a visiones autocráticas”, analizó Oleggini.
“Estamos en medio de un panorama difícil, porque estamos viviendo una globalización sin liderazgos y eso preocupa”, indicó Mazal, quien también considera que Estados Unidos ha dado un paso al costado en materia de conducción de organismos internacionales y en su histórico rol “de promotor de democracias”. Además, según su visión, preocupa cuál va a ser la reacción de esta nación con países como Colombia, Perú y Chile, aunque reconoció que es cierto que en este momento el país presidido por Biden “no tiene política, conocimiento o mayor interés hacia la región”.
En este escenario, Rusia, China y Turquía están aprovechando “para hacer sus movidas”, mencionó.
“China ha entendido algo que quizás la Unión Soviética en su momento no entendió, que es que una cosa es la estructura política y otra es la estructura económica comercial. El gigante asiático participa del comercio a nivel global, con lo cual hay una diferencia con aquel liderazgo que nosotros veíamos en la guerra fría, donde Estados Unidos y la URSS eran dos modelos totalmente antagónicos. Yo creo que no lo son totalmente, tienen algo en común, que es el factor comercial, todos creen que el comercio es una de las opciones para desarrollar los países”, declaró Oleggini.
Volviendo a Europa, y analizando el panorama en clave política, preocupan algunos movimientos de extrema derecha, que para Mazal traen a colación “temas que uno no quiere repetir del pasado”.
En base a todas estas variables, para los expertos es fundamental continuar apostando a la competitividad de Uruguay, a la educación y a mantener su valorada estabilidad democrática.
Definitivamente, el mundo del mañana no va a ser el mismo que conocemos; se espera que los cambios que están introduciendo Rusia, Turquía y China continúen transformando las actuales lógicas internacionales y quién sabe qué más nos espera.