La apertura comercial tiene beneficios “conocidos”, como el mayor acceso a mercados y escala, pero hay otros “menos conocidos”, como la mayor libertad de opciones de compras, el abaratamiento de insumos y productos importados, y la incorporación de conocimiento, que pueden potenciar el desarrollo del país. Esa son algunas de las ideas abordadas en el libro “Apertura Comercial e Innovación como motores de Desarrollo de Uruguay”, de Victoria Martini, quien evaluó que muchas veces se habla de “ganadores y perdedores”, pero no se piensa en lo que ya se está perdiendo “con la política proteccionista”. Agustín Iturralde, director del CED, instó a “combatir ese chip mercantilista”, y María Dolores Benavente defendió la importancia de la libertad para generar mayor comercio y desarrollo.
La Academia Nacional de Economía y la Universidad de Montevideo organizaron la presentación del libro “Apertura Comercial e Innovación como motores de Desarrollo de Uruguay”, de la Magister Victoria Martini. En el evento, la autora explicó que la idea de la investigación fue la de “aportar a la discusión de nuestra política comercial”.
El libro se divide en tres partes. En la primera se habla del comercio en general, “partiendo de la base de que las transacciones comerciales son voluntarias y, por tanto, son beneficiosas para ambas partes”. Martini dijo que hay beneficios “conocidos” de la apertura comercial, como el acceso a mayores mercados, la generación de escala y mayor eficiencia en la producción. Pero también hay beneficios “menos conocidos y que es importante que se pongan sobre la mesa”. A modo de ejemplo, indicó que la apertura comercial beneficia a las personas porque da mayor libertad para sus opciones de compra y de venta; también para las empresas, las pymes y los emprendedores, porque permite importar insumos para producir, trabajar mejor, generar eficiencia, mayores oportunidades de inversión, y –consigo- mayores posibilidades de empleo.
Martini evaluó que los efectos de largo plazo de una mayor apertura son más significativos para países como Uruguay, por la incorporación tecnológica, de conocimiento y nuevas innovaciones. “Se abren oportunidades”, resumió, indicando que la apertura facilitaría la creación de bienes o servicios que hoy no se nos ocurren. “Estas posibilidades son las más atractivas y las que se asocian al desarrollo de los países”, destacó.
La autora del libro también manifestó que al analizar la apertura comercial se suele hablar de “ganadores y perdedores”, pero que no se evalúa “cuáles son los ganadores y los perdedores con la política que tenemos hoy, con la política proteccionista que tiene nuestro país”. Explicó que para la población tienen un alto costo, que es difícil de percibir, pero que se observa en las subvenciones de empresas a través del Estado, pagando productos más caros o adquiriendo bienes intermedios con aranceles de importación. “La política proteccionista es una de las razones por las que Uruguay es un país caro”, sostuvo.
La segunda parte del libro busca identificar si una mayor apertura comercial está asociada a un mayor desarrollo e innovación en los países. Al respecto, destacó que hay “siempre una influencia positiva” de doble vía, donde “mayor apertura genera más innovación y desarrollo, y mayor innovación y desarrollo genera más apertura”.
Por último, la tercera parte del libro está enfocada en Uruguay, haciendo una breve historia de la política comercial del país, comparando con la situación mundial, y donde se identifican cuatro áreas a mejorar: acceso a mercados, consolidación de nuestra oferta exportable, el rol del estado y el capital humano. Martini dijo que su intención es lograr que como sociedad lleguemos a determinados acuerdos y que “nos unamos en que por lo menos una mayor apertura es deseable”.
“Combatir ese chip mercantilista”
La presentación del libro contó con dos destacados comentaristas: María Dolores Benavente, presidenta de la Academia Nacional de Economía (ver recuadro), y Agustín Iturralde, director del CED.
En su intervención, Iturralde destacó el aporte del libro a la teoría y al debate, ya que incluye aspectos que “no están siempre presentes en la discusión”. Ejemplificó que él mismo, quien tiene una “visión aperturista”, muchas veces termina viendo la temática comercial desde “una visión mercantilista” en la que las exportaciones son buenas y las importaciones son malas. “Obviamente es importante exportar más, pero tenemos que combatir ese chip mercantilista”, comentó Iturralde. En ese sentido, resaltó el valor del comercio más allá de apuntalar las exportaciones ya que “también es bueno cuando importamos cosas y las compramos más baratas. (…) Cuando nos permite incorporar conocimientos, tecnología, información”.
En la misma línea, aseguró que hay otras ganancias de las exportaciones más allá de los millones de dólares, ya que hay una “correlación y causalidad” entre las exportaciones y el aumento de la productividad. “Las empresas más productivas terminan exportando más (con la apertura comercial) y ser exportador nos hace ser más productivos”, dijo el economista.
Iturralde evaluó que el comercio exterior también “es un motor para obtener más conocimiento”, ya que “se importan ideas”.
En esa línea, puso como ejemplo la importancia de la inversión extranjera directa (IED) en la economía nacional, algo que se ve con las grandes inversiones de UPM y Montes del Plata. Si bien reconoció que muchas veces se cuestiona “qué le queda al país” tras la construcción de estos proyectos, Iturralde fundamentó que estos emprendimientos han servido para “traccionar” a otras empresas uruguayas y enseñarles a trabajar en cadenas globales de valor. “La IED nos mostró cómo muchas empresas uruguayas cambiaron sus formas, mejoraron su productividad y nos hace avanzar como país”, sostuvo.
Por último, subrayó que el trabajo de Martini invita a soñar. “Se mete, se empapa, se remanga, y va a lo que se le viene al Uruguay”, sostuvo.
Libertad o muerte
María Dolores Benavente, fue la encargada de prologar el libro de Martini y subrayó durante la presentación que el desarrollo de los países depende de la innovación, lo cual va asociado a la apertura comercial y eso “viene de la mano” de la libertad. “Es necesario que todo repose sobre la libertad”, sostuvo.
Resaltó la rigurosidad del trabajo, en el cual hay estadísticas y comparaciones que fundamentan la hipótesis de trabajo, pero fundamentalmente destacó que “hace recomendaciones”. Explicó que son recomendaciones para el mediano y largo plazo, pero que algunas tienen urgencias de corto plazo. “Son medidas que tenemos que tomar hoy porque hay urgencia, porque el tiempo a Uruguay le juega en contra”, sostuvo.
También se refirió a lo que denominó “las ganancias dinámicas del comercio”, ya que la apertura comercial también alimenta “la apertura mental”. Recordó que a fines del siglo XIX y principios del XX, el país era muy liberal, ortodoxo en lo fiscal y muy disciplinado, lo que nos dio una generación de hacedores y pensadores. “No se puede adjudicar todo a la libertad económica, pero qué enlazado que estaba, y qué integrado al mundo estaba ese Uruguay”, sostuvo.
En tal sentido, Benavente defendió que “si queremos una agenda de crecimiento, nos tenemos que cuestionar qué tan libre es la sociedad”.
No obstante se cuestionó si la clase dirigente política tiene claras las urgencias que se mencionan en el libro, y se preguntó por qué motivo no se presenta una solicitud para adherirse al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico o al tratado internacional de patentes. “Esas son barreras de nuestra cabeza”, indicó.
Por último, subrayó que “Uruguay necesita un nuevo paradigma que nos una”.