Por Daniel Martínez Escames (*) | @D_Martinez71
La reciente renuncia del Dr. Luis Fernando Calabria y los últimos datos de la situación socioeconómica nacional, me impulsan a escribir esta nota.
Como bien dijo el ministro Heber, la actitud de nuestro correligionario elevó mucho la vara con la que se pueden medir las conductas de los hombres que ocupamos cargos públicos y mucho nos enorgullecemos de ello.
En eso las comparaciones son muy favorables a la coalición de gobierno y la opinión pública lo valora.
También son muy valorados por la ciudadanía todos los logros obtenidos en la situación socioeconómica. Crece el PBI, baja el desempleo, aumentan las exportaciones, los niveles de inversión y de importación de bienes de capital son muy buenos.
De igual modo, pueden destacarse el orden fiscal, la atención social del Mides, la política para erradicar los asentamientos y mejorar los niveles de vivienda, los seguros de desempleo otorgados, la lucha contra el narcotráfico, la inversión pública, la recuperación del Puerto, la política de salud, la defensa del medio ambiente y la dignificación de las Fuerzas Armadas y la Policía, entre otros logros de este gobierno.
También en este plano las comparaciones entre los menos de tres años de esta administración y los 15 de gobiernos del Frente Amplio (FA), son muy favorables a la coalición gobernante.
Por eso, pienso que la mayoría de los uruguayos ven como necesario su triunfo en las próximas elecciones de 2024 para consolidar esos éxitos.
Y, si realmente queremos colaborar con el logro de ese objetivo, tenemos que hacernos oír en todos los ámbitos que podamos.
No debemos perder tiempo en enfrentamientos inconducentes con el FA y el PIT-CNT, sino que tenemos que concentrarnos en buscar soluciones a problemas reales, en el debate político y en la defensa de la gestión que forman parte del ejercicio democrático.
Al común de los ciudadanos no solo no les importan esas rencillas, sino que les molestan, pues desvían el foco de atención de sus verdaderos problemas.
Ahora bien, una cosa es no distraernos en las disputas con las cúpulas políticas frentistas y el PIT-CNT y otra es desatender a razonables reclamos de trabajadores y militantes del FA, que actúen con buenas intenciones y serias razones.
Debemos asistir, en primer lugar y con urgencia, a los sectores más pobres de nuestro Uruguay, pasivos, policías, soldados, personal de salud, trabajadores rurales y domésticos.
Y tenemos que luchar eficazmente contra la inflación, el endeudamiento, el déficit fiscal y las injustas presiones de muchos organismos internacionales.
Lo primero que debemos resolver, con todos los esfuerzos que se puedan hacer, es el control de la inflación en niveles aceptables, que estén por debajo del aumento de los ingresos de los más desposeídos.
Un elemento de control de la inflación es el descenso o, por lo menos, el no aumento de las tarifas y de los precios públicos.
Ha sido un gran logro que las tarifas no se aumenten en función de las necesidades de caja del Estado, sino exclusivamente en función de los aumentos de los costos de producción, receta esta que no era la común en administraciones del FA.
Pero no es suficiente. Deben bajarse, porque las utilidades de los entes públicos deben dedicarse al descenso de las tarifas y los precios.
El principal y casi diría el único destino de las utilidades que puedan obtenerse es el beneficio de los usuarios.
Se deben aumentar los ingresos de los sectores más sumergidos y disminuir injustas diferencias que no están basadas en el esfuerzo personal, sino en estructuras sociales de gran inequidad.
Para ello hay que investigar con seriedad y objetividad las diferencias que existan, no solo en violación de la consabida fórmula de que a igual función corresponde igual remuneración, sino también en violación de la dignidad de la persona.
Ese análisis debe conducirnos a aplicar, sin dudas ni temores, aumentos diferenciales de ingresos, en lugar de los aplicados al barrer que acentúan las distancias entre los que ganan más y los que ganan menos. Las fórmulas de aumentos porcentuales sin distingos son injustas.
La adopción de estas y otras medidas requieren el apoyo y aporte de todos quienes integran la coalición de gobierno.
Es imperativo que las adoptemos con urgencia, pues la situación de desamparo de los más postergados así lo requiere, además de que debemos evitar los impedimentos constitucionales en los tiempos que se aproximan.
Por lo pronto, nos felicitamos de que los diputados de la coalición hayamos encontrado algunas soluciones en la Rendición de Cuentas, que permiten aumentar algo más los sueldos de los policías y soldados de menores ingresos.
El incremento diferencial del escalafón más bajo de los militares es de $ 400 millones —que se suman a otros $ 520 millones que estaban incorporados en la iniciativa original— lo que implica una suba de 7,8% para el personal más postergado de las Fuerzas Armadas y de 2,6% para los oficiales que se encuentran en el inicio de su carrera.
Por su parte, el salario básico de los agentes policiales pasará de los $ 44.800 nominales actuales a más de $ 50.000 a partir de enero de 2023.
Nos congratulamos de que en el proyecto de reforma de la seguridad social se propongan mayores aumentos a los pasivos con más necesidades económicas y urge una reforma global de todas las cajas para proteger a los trabajadores futuros.
Somos conscientes de que esos logros son muy escasos y que es menester que sigamos trabajando para que los uruguayos tengan más oportunidades, mejor educación, mayores niveles de seguridad y que nuestro país siga siendo una muy buena opción para inversores; en definitiva, un Uruguay más próspero para todos.
Y seremos todos los coaligados quienes debamos seguir ese camino que nos haga merecedores de triunfar en el 2024. Sin temor a plantear discrepancias, porque señalar una diferencia o discrepar con otro miembro de la coalición no puede entenderse como ruptura o ataque personal. Hay que tener cuidado en evitar los agravios y debe primar el respeto por el pensamiento del otro. Se debe preservar la unidad en lo principal, lo que no quiere decir estar obsesionados por las unanimidades.
Es lógico que cada sector quiera y pueda marcar su perfil diferencial, que es un atractivo de la coalición, sin el cual dejaría de interesar la participación en la misma, pues se debe tener en claro que la actividad política implica el deseo del triunfo.
Para poder gobernar debe cuidarse la unidad en lo esencial, permitiendo que se marquen los matices en todo lo que no lo es.
Los ciudadanos perciben claramente los logros que estamos consiguiendo y las conductas que nos diferencian, pero también valoran y premiarán el accionar serio de la coalición gobernante, que fue llamada a actuar para cambiar las cosas y lo está consiguiendo.
(*) Diputado por Montevideo – Lista 71 – Partido Nacional.