Luego de un “deslucido” 2016, el Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que la actividad económica mundial repunte en 2017 y 2018. Sin embargo, alertó acerca de los riesgos que implican un incremento del proteccionismo, un deterioro de las condiciones financieras mayor al esperado, un recrudecimiento de las tensiones geopolíticas, y una desaceleración más grave en China.
El FMI interpreta que luego de dicho “deslucido” 2016, la actividad económica repuntaría este año y el próximo, fundamentalmente en las economías de los mercados emergentes y en desarrollo. No obstante, advierte que “existe una amplia dispersión de posibles desenlaces en torno a las proyecciones, dada la incertidumbre que rodea la orientación de las políticas del gobierno estadounidense entrante y sus ramificaciones internacionales”.
La última actualización del informe Perspectiva de la Economía Mundial, sostiene que en el tercer trimestre de 2016 la economía mundial habría crecido a una tasa anualizada de 3%, similar a la registrada en los dos primeros trimestres de ese año. Sin embargo, el dato global oculta diversas realidades. Por un lado, el repunte económico ha sido mayor en las economías avanzadas, mientras que las economías emergentes se han desacelerado de forma “inesperada”, lo cual es “atribuible más que nada a factores idiosincráticos”.
“Existe una amplia dispersión de posibles desenlaces en torno a las proyecciones, dada la incertidumbre que rodea a la orientación de las políticas del gobierno estadounidense entrante y sus ramificaciones internacionales”
“La tasa de crecimiento de China superó ligeramente las expectativas gracias a una ininterrumpida política de estímulo. Pero la actividad fue más débil de lo esperado en algunos países de América Latina que están atravesando una recesión, como Argentina y Brasil, así como en Turquía, cuyos ingresos por turismo sufrieron una profunda contracción. En Rusia, la actividad superó ligeramente las expectativas, gracias en parte al afianzamiento de los precios del petróleo”, sostiene.
De esta forma, el FMI estima que el PIB mundial habría crecido en 2016 un 3,1%, y prevé que la actividad económica se acelere en 2017 y 2018, al crecer un 3,4% y 3,6%, respectivamente. Las economías avanzadas crecerán 1,9% en 2017 y 2% en 2018, lo que implica una leve corrección al alza de 0,1 y 0,2 puntos porcentuales respectivamente en relación al pronóstico de octubre.
Sin embargo, el organismo insiste en que estos pronósticos están rodeados de una gran incertidumbre relacionada a la orientación que tendrán las políticas estadounidenses con Donald Trump a la cabeza del gobierno. El FMI entiende que la principal economía mundial aplicará un estímulo fiscal que hará que la economía crezca un 2,3% en 2017 y 2,5% en 2018, medio punto porcentual por encima del pronóstico de octubre. También se revisaron al alza las proyecciones de crecimiento de 2017 en el caso de Alemania, España, Japón y el Reino Unido, mientras que se ajustaron a la baja las perspectivas de Corea e Italia.
Las economías emergentes y en desarrollo habrían crecido en 2016 un 4,1%, mientras que este año lo harían un 4,5% en 2017, lo que implica una leve reducción de 0,1 puntos porcentuales respecto al pronóstico de octubre. Para 2018, se espera que estas economías crezcan en conjunto un 4,8%. En el caso de China, se revisó levemente al alza la estimación de crecimiento para este año a 6,5% (tres décimas de punto más que en octubre) ya que se espera que se mantengan las políticas de estímulo, aunque ello también “plantea el riesgo de una desaceleración más fuerte o de un ajuste perturbador”.
El organismo también revisó a la baja las perspectivas de crecimiento de América Latina, fundamentalmente por “una menor expectativa de recuperación a corto plazo en Argentina y Brasil tras cifras de crecimiento que defraudaron las expectativas en torno al segundo semestre de 2016, condiciones financieras más restrictivas y vientos en contra más fuertes para México debido a la incertidumbre relacionada con Estados Unidos, así como el deterioro ininterrumpido de la situación en Venezuela”.
Problemas tenemos todos
El FMI enumera varios riesgos que enfrentan las perspectivas económicas en el mundo. En primer lugar, interpreta que “los sucesos políticos recientes ponen de relieve la erosión del consenso en torno a los beneficios de la integración económica transfronteriza”. En ese sentido, las presiones proteccionistas podría intensificarse y “el aumento de las restricciones al comercio mundial y a la migración dañaría la productividad y los ingresos, y golpearía inmediatamente el ánimo de los mercados”.
En las economías avanzadas, también persisten “problemas de balance”, con un déficit prolongado de la demanda privada y falta de avance adecuado de las reformas (incluido el saneamiento de los balances bancarios), lo que podría afectar el crecimiento y la inflación, “con implicaciones negativas para la dinámica de la deuda”.
“Los sucesos políticos recientes ponen de relieve la erosión del consenso en torno a los beneficios de la integración económica transfronteriza”
Respecto a los mercados emergentes, el FMI advierte que “persisten vulnerabilidades fundamentales”. “El elevado nivel de la deuda empresarial, el decreciente volumen de las utilidades, la debilidad de los balances bancarios y la ausencia de amortiguadores sólidos implican que estas economías continúan expuestas a una desmejora de las condiciones financieras mundiales, los vuelcos de los flujos de capital y las implicaciones de las depreciaciones fuertes para los balances”, sostiene. Asimismo, señala que en muchas economías de bajo ingreso, los bajos precios de las materias primas y las políticas expansivas erosionaron los márgenes de protección fiscal y en algunos casos ha causado precariedad económica, acentuando su vulnerabilidad a nuevos shocks externos.
En otro orden, otros riesgos geopolíticos y factores no económicos, empañan las perspectivas de crecimiento en diversas regiones: guerra civil y conflictos internos en algunas partes de Oriente Medio y África, la trágica situación de los refugiados y los migrantes en los países vecinos y en Europa, atentados terroristas en el mundo entero, los prolongados efectos de la sequía en el Este y en el Sur de África y la propagación del virus del Zika. “Si estos factores se intensifican, agravarán las penurias de los países directamente afectados. El recrudecimiento de las tensiones geopolíticas y el terrorismo también podrían asestar un duro golpe a los mercados internacionales y la confianza económica”, agrega.
Como dato positivo, el informe subraya que en Estados Unidos y China, las políticas de estímulo económico podrían beneficiar la actividad, y también a sus socios comerciales, salvo que se propagaran las políticas comerciales proteccionistas.
Acomodando el cuerpo
Ante las grandes interrogantes que existen en la economía mundial y los riesgos mencionados, el FMI propone una serie de políticas a considerar según las diversas necesidades. Las economías avanzadas en las cuales la brecha del producto se mantiene negativa y las presiones salariales se redujeron, persiste el riesgo de una inflación baja (o incluso deflación), que lleva a la necesidad de adoptar una política monetaria “acomodaticia”. Sin embargo, esta política debe estar acompañada por “el respaldo fiscal” que le permita dar impulso a la actividad, en función del margen de maniobra disponible. “En los casos en los que el ajuste fiscal no se puede postergar, su ritmo y composición deben calibrarse de modo de minimizar los efectos negativos sobre la producción”, subraya el organismo.
Otras economías avanzadas con menos problemas de crecimiento, el respaldo fiscal debe orientarse a las redes de protección social y a aumentar el producto potencial a más largo plazo mediante inversiones en infraestructura de buena calidad y reformas tributarias equitativas y favorables a la oferta.
El Fondo también propone “reformas estructurales” que respalden el crecimiento mejoren el mercado de trabajo, generen más conocimiento y fomenten la investigación, desarrollo e innovación empresarial.
Por su parte, las economías emergentes y en desarrollo “enfrentan retos estructurales sumamente dispares y se encuentran en posiciones en el ciclo económico muy distintas”. Como norma general, insta a “mejorar la capacidad de resistencia financiera” para resistir de mejor forma un deterioro de las condiciones financieras a nivel mundial, fluctuaciones cambiarias significativas y el riesgo de cambios en la dirección de los flujos de capital. Las economías con un nivel elevado y creciente de deuda no financiera, pasivos externos sin cobertura o una fuerte dependencia al endeudamiento a corto plazo para financiar inversiones a más largo plazo, deben adoptar prácticas más sólidas de gestión de riesgo y contener los descalces de los balances.
“Los países que dependen considerablemente de una o varias materias primas deberán esforzarse por diversificar las bases de sus exportaciones”
Los países de bajos ingresos que sufrieron un deterioro en sus defensas fiscales, deben recomponerlas mientras se preserva el gasto en las necesidades de capital y las erogaciones sociales de importancia crítica.
Los países afectados por la caída en los precios de las materias primas deberán realizar de forma “urgente”, ajustes para restablecer la estabilidad macroeconómica. “Esto implica permitir un ajuste del tipo de cambio en aquellos países que no mantienen un vínculo cambiario, endurecer la política monetaria donde sea necesario para enfrentar los aumentos de la inflación, y asegurarse de que la debida consolidación fiscal sea lo más propicia posible para el crecimiento”, sostiene el informe. Asimismo, pensando en el largo plazo, los gobiernos de “los países que dependen considerablemente de una o varias materias primas deberán esforzarse por diversificar las bases de sus exportaciones”.