Hoy viernes 20 de enero se cumple algo que no se esperaba que ocurriese. Al menos hasta la madrugada del 9 de noviembre, cuando Donald Trump fue electo como el cuadragésimo-quinto presidente de Estados Unidos. Ahora dirigirá los destinos de la mayor economía del planeta. “Incertidumbre” es la palabra que predomina para la gestión que empieza. El canciller Rodolfo Nin Novoa usó esa definición, pero también valoró que “desde el punto de vista comercial se pueden aprovechar algunas cosas”.
Por Joaquín Requena | @ReqJ
Los organismos económicos mundiales también han compartido sus expectativas. “Más políticas fiscales expansivas americanas podrían llevar a un crecimiento más fuerte dentro y fuera de los Estados Unidos en el corto plazo, pero cambios al comercio u otras políticas podrían desequilibrar esas ganancias,” dijo Ayhan Kose, director de prospectos económicos del Banco Mundial (BM). Con dichas medidas en la gestión de Trump, el BM espera que Estados Unidos aumente su PIB en 2,2%.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó el lunes una actualización sobre el desempeño económico global y se detuvo en EE.UU. (ver nota página 15). Para este 2017 esperan que gracias a las políticas fiscales expansivas que propone Trump, el PIB estadounidense crezca 2,3% en el presente año. “La posibilidad de disrupciones al comercio es un riesgo a la baja; es un importante riesgo a la baja”, dijo Maurice Obstfeld, economista en jefe del FMI, respecto a la postura del presidente electo sobre acuerdos de comercio exterior.
Análisis
A lo largo de su campaña electoral, el entonces polémico candidato habló de renegociar tratados de libre comercio como el Nafta, acuerdo que sostienen con sus vecinos países Canadá y México, así como el Acuerdo del Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), el cual aún no está vigente pero del que planea retirarse de las negociaciones.
Para Ignacio Bartesaghi, director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la Universidad Católica, Trump “se va a enfrentar a restricciones” para alterar los TLC. En el caso del Nafta, al ser un contrato vigente, será “bastante difícil desmantelarlo,” señaló en diálogo con CRÓNICAS. En su lugar, Trump “puede proponer una renegociación pero desmantelarlos o empezar a incumplir lo que allí está dispuesto supone, en definitiva, violar el Tratado”. Según detalló Bartesaghi, en relaciones internacionales, la violación de un acuerdo comercial le podría significar una serie de reclamos de los demás países, algo que “los norteamericanos no están acostumbrados a recibir.”
La posible ruptura de tratados comerciales de Estados Unidos no va a afectar a Uruguay en términos directos. Al menos así lo considera Nicolás Albertoni, especialista en Estudios Latinoamericanos, quien habló con CRÓNICAS y considera que la anulación de los TLC de Estados Unidos “puede ser, en algún rincón, positivo”. Al cancelarse los acuerdos comerciales, Uruguay estaría en una situación de igualdad con otros países y eso “va a llevar a que miren a otros lados, como Europa,” razonó Albertoni. Por ello, el analista considera que hay que apostar a relaciones comerciales con mercados alternativos al estadounidense.
¿Protegidos?
Otra de las medidas que dieron paso a creer que la economía doméstica crecerá son las medidas proteccionistas que el nuevo presidente planea emplear.
Para Albertoni, esta tendencia proteccionista estadounidense es “una luz amarilla para Uruguay” porque los países que no empezaron a abrirse comercialmente tendrán que apurarse a concretar avances. “Ese es el riesgo para Uruguay más importante,” recalcó el analista.
Teresa Aishemberg, gerente general de la Unión de Exportadores, habló con CRÓNICAS sobre la importancia de un creciente proteccionismo estadounidense. “Va a afectar a otros países que venden a EE.UU. de forma mucho más fluida que nosotros,” observó, y eso afectaría a Uruguay si esos países son destinos de exportación, como China. Ante esta situación “debe primar la cautela,” recomendó Aishemberg.
Trump ha hablado de aumentar la carga impositiva especialmente los productos provenientes de China con aranceles alrededor del 30%, lo que para Bartesaghi a largo plazo “es como golpearse a sí mismo”. El doctor en negocios internacionales señaló que el perjuicio para Estados Unidos vendría porque hay empresas americanas instaladas en China que exportan a su país de origen. Los precios de productos locales subirían también, dado que importan insumos desde el gigante asiático. En el corto plazo “puede ser que contrate más gente” pero en el largo plazo habría un encarecimiento que costaría consumo doméstico y, “en una sociedad tan consumista como la norteamericana va a empezar a tener problemas,” agregó Bartesaghi.
Cruce de Titanes
Esta semana el Foro Económico Mundial (WEF) se congregó en la ciudad suiza de Davos y Xi Jinping, presidente de China, agitó las aguas con su discurso. El mandatario chino apuntó contra el proteccionismo y apostó a la apertura comercial. «No va a haber ganadores en una guerra comercial,» señaló en su discurso en clara alusión a las intenciones de Trump (ver nota página 24).
Anthony Scaramucci, miembro del equipo de transición de Trump, hizo un esfuerzo por mejorar las relaciones públicas en Suiza. “Los Estados Unidos y la nueva administración no quieren una guerra comercial,” dijo en su discurso en el foro de Davos, en respuesta a las observaciones de Xi Jinping. “Queremos tener una relación fenomenal con los chinos,” dijo el asesor, quien brindó explicaciones al foro ya que consideró que Trump “no está necesariamente comunicándose de una manera que le gustara a la gente en esta comunidad”.