Toda empresa o negocio existe si obtiene beneficios. Sin beneficios la empresa pierde su capacidad de crecer y desarrollarse. Como organización debe competir con otras que realizan idénticos productos o servicios. Una empresa que no obtenga beneficios, a pesar de la buena voluntad de sus gestores, tiene que gestionar perfectamente sus recursos, tanto disponibles como obtenibles para alcanzar aquellos, tratando por todos los medios de conseguir un óptimo equilibrio entre los mismos.
En un entorno donde por lo general dichos recursos escasean, el empresario debe aplicar fórmulas para persuadir y motivar continuamente a los inversores o fuentes de capital, para que apoyen su proyecto empresarial.
Una empresa o departamento del Estado entra dentro del sector público. Aunque ambos tipos de organización tienen que administrar recursos de la forma más eficaz, no ha sido preciso hasta ahora que las empresas del gobierno obtengan beneficios, porque existen diferencias entre los objetivos financieros de las empresas del sector privado y las del gobierno. Una característica por lo general idéntica para las organizaciones de ambos sectores es la necesidad de tener en cuenta como objetivo final de su actividad al cliente o consumidor.
¿Es el beneficio la medida de la eficiencia?
En primer lugar, el beneficio debe ser el resultado óptimo de una actividad empresarial; y este solo puede medirse al finalizar un determinado periodo. Es lo que prueba la capacidad del empresario de lograr sus objetivos.
Este beneficio sirve de feedback o comentario y actúa como fuerza impulsora de la gestión, estimulando la búsqueda de nuevas formas de alcanzar buenos resultados dentro de un mercado competitivo, elevando a mayores niveles de creatividad el marketing, el diseño del producto y su distribución.
Las grandes corporaciones publican anualmente sus logros económicos. De esta forma recompensan a los miembros de la organización por el aumento de beneficios, y también de forma velada, para que los directivos sigan en la misma línea para que aquellos no disminuyan y, por qué no decirlo, ejerciendo una presión para un cambio estratégico si la compañía sufre pérdidas.
Con estas definiciones queremos hacer hincapié en que todo negocio debe potenciar al máximo sus posibilidades año tras año, es decir, obtener el mayor beneficio posible. Pero en algunos países, como el nuestro, el sistema impositivo grava los beneficios de forma muy alta y no siempre el empresario se siente estimulado o recompensado en sus esfuerzos.
En estos casos la eficacia de las empresas españolas, sobre todo las pequeñas y medianas, se medirá según la forma en que se pueden minimizar los impuestos, no defraudando al fisco, sino aplicando una correcta política fiscal.
Podría decirse que unos impuestos demasiados altos restan motivación para la eficacia a largo plazo y frenan el progreso de un país.
¿Qué aportan los beneficios a la sociedad?
Una empresa obtendrá beneficios si su estrategia se basa en la innovación, motivación y la eficacia. Estos beneficios, que aumentan su valor, permitirán a la empresa la distribución equitativa de los mismos y recompensar a quienes forman parte de ella, accionistas, directivos, empleados, etc. Estas recompensas son necesarias por las razones siguientes:
-Permiten a muchas personas invertir su tiempo, energía y dinero en una empresa rentable. Por ello los inversores han de sentirse debidamente compensados y estimulados, colaborando con sus aportaciones económicas en los planes futuros de la empresa y siempre con relación al beneficio que esperan obtener (binomio rentabilidad-riesgo).
-La buena marcha de las empresas permite invertir a muchos ahorradores privados, esperando recibir una recompensa futura. Si estos pequeños inversores no esperaran obtener beneficios, posiblemente estos ahorros irían preferentemente al consumo.
-Los beneficios de las empresas que posteriormente tributan al Estado, permiten a este dotar a la sociedad en general de mejores servicios, infraestructura, etc.
-Los beneficios propician la utilización de nuevos elementos o procesos productivos de la forma más eficaz posible.
-Los beneficios estimulan el desarrollo de nuevas tecnologías y el uso de nuevos métodos de marketing, distribución y financiación.
El cliente, “punto de mira” en la organización
Muchas veces olvidamos que el objetivo de todas nuestras actividades es el cliente. Los empresarios tienen la responsabilidad de asegurar que cada miembro de la organización tome en serio la idea del cliente como objetivo y ello se vea reflejado en una correcta actitud en el desempeño de sus funciones.
En cualquier empresa el que un solo empleado no trate al cliente como es debido debe ser motivo grave de preocupación, puesto que se está poniendo en evidencia a toda la organización.
La capacidad de crecimiento de una empresa, en el sentido más amplio, se basa en “hasta dónde puede identificar las necesidades de sus clientes y como satisfacerlas”. Una empresa es un ente dinámico que crea clientes.
En vez de esperar pasivamente a que el cliente acuda a comprar un producto o recibir un servicio, deberemos salir a buscar activamente los clientes e identificar sus necesidades y tratar por todos los medios de satisfacerlas.
Por lo general los clientes no tienen las ideas muy claras de cómo mejorar sus vidas, es labor nuestra desarrollar dicha percepción. A principios del siglo pasado a las personas les gustaba escuchar la radio como distracción. Luego se desarrolló la tecnología para poder ver lo que escuchaban y apareció la televisión en blanco y negro, luego en color, en TV portátil, en los coches, e incluso en un reloj de pulsera o en un teléfono móvil.
El proceso de invención/innovación es interminable y continuo, y siempre va dirigido a los clientes consumidores.
Las preguntas que hemos de plantearnos al llegar a este punto son:
-¿Qué elementos harán más cómodas las vidas de nuestros clientes?
-¿Cómo orientar la capacidad de nuestra organización para cubrir esas necesidades o deseos?
-¿Qué medios necesitará nuestra empresa para asegurarnos de que los clientes acudirán a nosotros y no a la competencia?