En estos últimos años, el mundo ha sufrido cambios en sus reglas de juego, lo que genera oportunidades y amenazas para el país en términos de su inserción logística a nivel mundial.
Por: Ec. Marcelo Pérez, socio director y economista especializado en Infraestructura de AIC Economía & Finanzas, y Ec. Gastón De Lorenzi, economista de AIC Economía & Finanzas
El mundo está cambiando, y Uruguay, como economía pequeña y abierta, está expuesto a las modificaciones que existan en él. Ahora bien, si analizamos el sector logístico como tal, el comportamiento del resto de las economías del mundo, y fundamentalmente de aquellas que mueven la aguja a nivel de comercio mundial, es incluso aún más relevante. Entonces, ¿qué está sucediendo en el mundo actual en términos de globalización y comercio exterior?
Adoptando una visión de largo plazo, los últimos años exhiben una caída de la globalización a nivel mundial. Analizando el comportamiento histórico de los indicadores de apertura al comercio y tomando como referencia el período entre 1870 y 2008, únicamente el período de entreguerras (1914-1945) demostró reducciones de este indicador, respondiendo a la realidad reinante de dicho período. No obstante, posterior al período de entreguerras, se observa una fuerte aceleración de la globalización a nivel mundial hasta el año 2008, donde la crisis financiera de dicho año frenó este proceso, revirtiendo la tendencia hacia un mundo de menor apertura y comercio exterior hasta la actualidad.
Modificando la visión largoplacista y centrándonos en el corto plazo, la pandemia del covid-19 no ha hecho otra cosa que acentuar este proceso de desglobalización, profundizando aún más este fenómeno. Por otro lado, la guerra comercial entre Estados Unidos y China ha generado modificaciones en las cadenas de suministros, con demoras en las entregas, mayores rigideces e incertidumbre.
En este contexto de reducción de la globalización a nivel mundial que data de hace ya más de una década, la crisis de la pandemia, y la guerra comercial entre China y Estados Unidos, ha dejado de operar la lógica de “just in time” reinante para las cadenas de suministros. Ahora las empresas inmersas en cadenas de valor, requieren de mayor planificación y de contar con recursos con mayor anterioridad que antes, de forma de prevenir problemas futuros, y así cumplir con las obligaciones ya pactadas, lo que ahorraría costos sociales a nivel social fuera de estas propias empresas (vinculados a la escasez de oferta de productos básicos). En otras palabras, y citando a Stiglitz, “¡ahora las fronteras importan!”.
¿Qué oportunidades se observan?
En primer lugar, asociado a esta necesidad de requerir insumos con mayor anticipación, surge la oportunidad de aumentar los metros cuadrados de almacenaje, particularmente generando más espacio para depósitos fiscales. De esta manera, el país se puede posicionar como un hub logístico para centralizar inventarios, y posteriormente sí ser trasladados al destino final una vez que sea necesario su uso.
Por otra parte, y con una visión de más largo plazo, surgen otras oportunidades asociadas al transporte y su intermodalidad. Por un lado, la inauguración del Ferrocarril Central puede abrir las puertas para que otras líneas ferroviarias se conecten con el mismo. A su vez, considerando las hidrovías, se podría generar infraestructura portuaria, fluvial y vial o ferroviaria asociada, para que surja una nueva fuente de mayor conectividad, principalmente con Brasil a través de la hidrovía de la Laguna Merín-Laguna de los Patos. No obstante, la variabilidad de las lluvias genera que la disponibilidad de este modo de transporte pueda verse afectada. Por último, se espera que en el mercado de transporte marítimo las navieras introduzcan nuevos buques de mayor tamaño que puedan reducir considerablemente el costo del flete. Sin embargo, se debe de acompañar este proceso verificando que la infraestructura portuaria esté actualizada y sea capaz de recibir a estos, de forma tal de no perder competitividad con otros puertos de la región. En cierto punto, esto configura una oportunidad que, de no ser aprovechada, supone una amenaza de forma simultánea.
¿Y qué desafíos se presentan?
El contexto actual exhibe precios de fletes muy altos, donde algunos índices de precios de fletes mundiales se han más que triplicado en cuestión de poco más de 30 meses. Los precios elevados de los fletes estimulan una menor comercialización internacional, dado que aproximadamente el 80% del comercio mundial es marítimo, alimentando aún más la caída de globalización ya mencionada. Estos precios internacionales representan variables exógenas que no podemos controlar en lo que refiere a la competitividad del sector logístico.
Variables en las que sí podemos tener una mayor incidencia están asociadas a los costos de transporte internos, tanto para los costos carreteros, manteniendo una red vial densa, en un buen estado y cuyos proyectos futuros permitirán mejorar aún más la calidad de la misma, como para los costos ferroviarios, donde el estado del Ferrocarril Central y particularmente cómo este se inserte y pueda ser utilizado por otras cargas, juegan un rol fundamental.
En resumen…
El mundo está presentando cambios, y junto con estos, surgen para Uruguay oportunidades y amenazas. En este contexto, el sector logístico juega un rol clave para la inserción de Uruguay en las cadenas productivas regionales, ya no solo a nivel portuario, sino como hub logístico para centralizar inventarios. Es fundamental que se desarrolle infraestructura de manera estratégica para aumentar la competitividad del sector, aprovechar al máximo las oportunidades que se presentan, y reducir el impacto potencial de las amenazas exhibidas.