Los avances en legislación y supervisión contra el lavado de activos que ha tenido Uruguay lo ponen entre los países más adelantados de la región, según dijeron a CRÓNICAS expertos en la materia. La cantidad de reportes de operaciones sospechosas va en aumento, lo que significa que los sujetos obligados son conscientes de los riesgos. Si bien nuestro país es vulnerable al lavado, el gobierno intenta fortalecer los controles, entre otras cosas, mediante la inspección en el sistema no financiero. De todas formas, los recientes casos de narcotráfico demuestran que puede haber organizaciones delictivas localizadas en territorio uruguayo.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
En el año 2000, Uruguay estaba claramente rezagado respecto de la región en materia de lavado de activos, recordó en diálogo con CRÓNICAS el abogado experto en la prevención de este delito, Leonardo Costa, quien por ese entonces se desempeñaba como prosecretario de la Presidencia de la República y asesoraba en la legislación por el combate al lavado.
A poco más de una década y media, nuestro país se encuentra más avanzado que los países vecinos tanto en legislación como en supervisión, y es uno de los que presenta mayor cantidad de procesamientos por casos de lavado de activos.
Uno de los resultados visibles es el incremento de los reportes de operaciones sospechosas, que tal como informó semanas atrás la Superintendencia de Servicios Financieros del Banco Central del Uruguay (BCU), en 2016 fue del 33%. Esto, según el especialista, demuestra que los sujetos obligados tienen mayor percepción de riesgo y que la supervisión está empezando a funcionar cada vez mejor.
En la misma línea, el secretario nacional para la Lucha contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo, Carlos Díaz, expresó a CRÓNICAS que “estamos bastante adelantados” con respecto a la región.
Agregó que Uruguay es vulnerable a que se cometa este delito, dado que “todos los países lo son porque la vulnerabilidad cero no existe, es imposible, a través de cualquier transacción se puede lavar”.
De todas formas, destacó que desde la Secretaría Nacional para la Lucha Contra el Lavado de Activos y el Financiamiento del Terrorismo (Senaclaft), están trabajando para hacer el control cada vez más fuerte para enfrentar al lavado de activos, entre otras cosas, mediante la inspección en el sistema no financiero.
“Uruguay tiene un montón de bondades que lo hacen atractivo, lo que puede hacer que criminales internacionales lo vean como un buen lugar donde vivir o para que vivan sus hijos, y eso, si no es la parte más sustancial del lavado, puede tener alguna connotación en esa materia; esos riesgos siempre están”, puntualizó.
Por su parte, Costa afirmó que nuestro país tiene una vulnerabilidad histórica que es estar entre medio de dos países con fuertes restricciones y sobre todo con problemas en el clima de negocios, y eso ha hecho que sea un lugar donde se puedan refugiar capitales lícitos, pero también de los otros.
“Uruguay ha sido muy permeable en casos de corrupción vinculados al lavado en la región, y ha habido casos de narcotráfico, como el caso reciente del cártel de Los Cuinis, que demuestran que hay organizaciones que pueden estar localizadas aquí”, ejemplificó.
De cualquier manera, sostuvo que el sistema de prevención ha funcionado bastante bien porque ha detectado muchos casos, por lo cual, si bien hay vulnerabilidades, los riesgos se han empezado a mitigar fuertemente, y el riesgo residual del país –tal como se llama en prevención de lavado- es menor que el de los países vecinos.
A tono con el mundo
Un sistema muy integrado, juzgados especializados y también fiscalías especializadas con jurisdicción nacional, forman parte de las herramientas fundamentales para combatir el lavado, expresó el titular de la Senaclaft. Además, “el tener equipos especializados en la investigación es algo que no se ve en otros países”, aseguró.
En tanto, el Dr. Costa expresó que lo fundamental para combatir este delito es la supervisión en los sistemas de prevención y el reporte de operaciones sospechosas, puesto que a partir de esos dos mecanismos se puede conocer el origen de fondos y el beneficiario final, y en la eventualidad de que haya operaciones inusuales o sospechas, el reporte da origen a una investigación, lo que puede derivar en la judicialización del caso o en la cooperación con la región.
Los casos que se judicializan en Uruguay representan cerca del 4-5%. “Es una cifra bastante común en toda la región y en el mundo, y significa que hay muchos reportes que se realizan pero después no hay ninguna causa”, explicó, y añadió que el reporte de operación sospechosa es el factor clave para que la Unidad de Inteligencia Financiera del BCU haga los análisis necesarios.
“Siempre se puede mejorar, pero yo creo que las herramientas que tenemos son suficientes. Si uno mira la normativa y las 40 recomendaciones del GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional), lo que hay acá es lo que se pide en el mundo. El gran desafío que tiene Uruguay es asegurar que el sistema funcione y sea efectivo, sobre todo en los sectores no financieros”, concluyó.
Más control, más resistencia
A partir de la Ley de Rendición de Cuentas del 2016 y del fortalecimiento institucional de la Senaclaft, los agentes del sector no financiero –rematadores, constructores, operadores inmobiliarios, escribanos, entre otros- son sujetos obligados y deben supervisar las transacciones y reportar en caso de sospecha u operación inusual.
“Eso requiere un gran aprendizaje y es lo que probablemente va a generar más tensiones en los próximos tiempos”, aseveró Costa. A su vez, dijo que hay resistencia por parte de sectores profesionales que dicen que no deberían ser sujetos obligados, pero en prácticamente todos los países del mundo lo son.
Incluso en algunos países como en España se han encontrado soluciones alternativas. Por ejemplo, en el caso de los notarios, son los colegios o las asociaciones de escribanos los que hacen el reporte, lo que significa que existen caminos de colaboración en materia de prevención, de los cuales Uruguay podría tomar nota.