El Uruguay del futuro: de importar petróleo a exportar energía renovable

EDICIÓN ESPECIAL 2022

Alejandro Stipanicic, presidente de Ancap

La petrolera estatal cumple un rol fundamental en la segunda transición energética que ha impulsado este gobierno. El 2022 fue un año clave para la empresa pública en ese aspecto, sin dejar de lado el suministro de combustibles fósiles. Con miras a los próximos años, el ente pondrá el foco en liderar los esfuerzos para descarbonizar la matriz fósil. “La movilidad eléctrica es un hecho y el país va hacia ella”, destacó el jerarca.

¿Qué análisis hace de la performance de Ancap durante el 2022?

El 2022 fue un año clave para el futuro de Ancap en el marco de la segunda transición energética y nos proyectamos a ella sin descuidar la misión principal de la empresa, que es suministrar combustibles fósiles de calidad al menor precio posible.

En ese sentido, creo que hemos cumplido con creces por cuanto la población termina el año pagando cerca de US$ 200 millones menos que lo que hubiera costado importar las gasolinas, el gasoil y el supergás, y eso fue posible sin afectar ni las finanzas ni el patrimonio de Ancap. Más relevante es aun cuando se suma a los casi US$ 160 millones de ingresos por debajo de la paridad de importación del año 2021 y cuando se observa que Ancap no tomó nuevo financiamiento bancario (ni siquiera en forma transitoria) y canceló préstamos por US$ 100 millones en los últimos dos años.

Además, se consumó el primer año del nuevo contrato para el suministro de caña de azúcar para la producción de etanol con resultados extraordinarios en el rendimiento agrícola y su efecto en la baja del costo unitario del biocombustible. Esto es, sin duda, consecuencia del cambio desde un modelo asistencialista a uno en el cual se premia el mérito de acuerdo con la realidad de cada productor. Es la primera vez desde 2006 que los productores transcurren la zafra sin generar deuda con ALUR.

¿Cuáles son los mayores retos que tiene la empresa pública a futuro?

La visión de Uruguay es pasar de ser importador de petróleo y derivados a ser exportador de energía renovable. Tenemos el rol de liderar los esfuerzos enfocados en descarbonizar la matriz fósil y para Ancap resulta esencial que ese proceso sea responsable. En efecto, el crecimiento económico del país está condicionado por el abastecimiento energético y en ese punto es crítico asegurar el suministro mientras ocurren las transformaciones. Todos los estudios prospectivos coinciden en la importante participación de los combustibles fósiles en la matriz energética del mundo más allá de 2050. Por lo tanto, para Ancap, es primordial mantener la provisión eficiente de combustibles derivados del petróleo y el gas natural hasta tanto puedan ser sustituidos por otros provenientes de fuentes renovables.

En 2022 se consolidó el papel de Ancap como referente en la transición energética del país que se corona con la inclusión del hidrógeno verde y sus derivados en el cometido legal del ente. En Uruguay la energía eléctrica atiende al 20% del consumo energético del país y su generación es casi 100% renovable. A partir de esa base, se da paso a una segunda transición energética que apunta a reducir aún más el 40% de la matriz primaria de origen fósil y tiene en la adopción progresiva de los combustibles renovables para otros consumos, como la industria y el transporte pesado, uno de sus pilares. Esto ha sido posible gracias a políticas de Estado en materia energética y ambiental que tienen un punto de arranque en 1997 con el establecimiento del Marco Regulatorio Eléctrico (no exento de críticas y rechazos) hasta la creación del Ministerio de Ambiente en 2020. En estos 25 años el país ha dado muestras de una evolución ejemplar que recientemente se manifiesta en la definición de la Estrategia Climática de Largo Plazo, la presentación de la Hoja de Ruta del Hidrógeno Verde y la exitosa e innovadora emisión de bonos de deuda que penalizan el incumplimiento de metas ambientales y premian su sobrecumplimiento.

La movilidad eléctrica es un hecho y el país va hacia ella. Sin embargo, el tránsito hacia la sustitución de automóviles de uso preferentemente urbano por vehículos a batería es previsible que sea lento y no libre de nuevos problemas ambientales. Mientras tanto, es necesario asegurar el abastecimiento de gasolina y gasoil para el transporte urbano al igual que para el transporte de cargas y de larga distancia que, como la industria, son difícilmente electrificables.

¿Qué expectativas tiene para el próximo año? ¿Cuáles son los principales objetivos planteados?

Primero, en un año en el que prevemos una parada de mantenimiento de la refinería por cuatro meses, el objetivo es asegurar el suministro a precios competitivos y administrar las finanzas para mantener la solidez mostrada en estos últimos años.

Por otro lado, tenemos el gran desafío de encontrar solución para la falta de mercado en el negocio del cemento y la cal, para lo cual tenemos previsto una licitación internacional para seleccionar un socio regional en el primer semestre. El negocio muestra más de 20 años de pérdidas recurrentes y en ese tiempo Ancap ensayó todo tipo de soluciones que no dieron resultado: desde inversiones que superaron los US$ 400 millones al ingreso masivo de personal o a la asociación comercial con un privado; lo único que queda por probar es el cierre de las operaciones, la venta o seguir esta lenta agonía hasta la desaparición de la marca en el mercado uruguayo.

Para el mediano y largo plazo Ancap definió 24 proyectos que fijan el rumbo en la transformación de la compañía en un contexto que exige, por un lado, el compromiso por la reducción de la huella de carbono y la disminución de los combustibles fósiles y, por otro, no perder de vista la necesidad de mantener las operaciones tradicionales. Estos proyectos abarcan la sustentabilidad de las operaciones, los procesos de gestión, la alineación de todas las empresas y segmentos de negocio del grupo y, por supuesto, la gestión del talento y capital humano.

Dentro de esta agenda estratégica hay distintos proyectos orientados a enfrentar la nueva coyuntura energética del mundo en base a cuatro líneas de acción. La primera es avanzar en la descarbonización de la refinería y las operaciones tradicionales, en un camino hacia su transformación en una biorrefinería. La segunda es concretar la captura de carbono biogénico generado en la destilación de cereales para la producción de etanol, para que, junto con el aprovechamiento de la logística de combustibles y la potencia eléctrica renovable disponible, permitan la producción de metanol para la exportación. En tercer lugar, aprovechar la capacidad de molienda y acceso a oleaginosas no competitivas con el alimento humano disponibles para la producción de biodiesel, para incorporar proyectos de hidrogenación de aceites vegetales. Por último, promover la inversión privada para la producción a gran escala de hidrógeno verde en la plataforma marina, para la exportación.

El desafío de la transición energética responsable está en reconocer la necesaria convivencia, complementariedad y competencia justa entre las energías fósiles y las energías de fuente renovable durante un proceso que se estima prolongado e incierto.