La posibilidad de “un aterrizaje suave” para la economía mundial (con baja inflación y crecimiento firme) parece alejarse, y aumenta la probabilidad de “un aterrizaje brusco”, según advirtió el FMI. En su escenario base, espera una desaceleración del PIB mundial a 2,8% este año, estabilizándose en el 3% en los próximos cinco años, lo que representa “el pronóstico a mediano plazo más bajo en décadas”. Sin embargo, en un escenario alternativo razonable con mayor tensión en el sector financiero, el crecimiento mundial disminuye a alrededor de 2,5% en 2023, el crecimiento más débil desde la desaceleración mundial de 2001.
“Las tenues señales a comienzos de 2023 de que la economía mundial podría logar un aterrizaje suave -con inflación a la baja y crecimiento firme- se han disipado, en medio de una inflación persistentemente alta y de las recientes turbulencias en el sector financiero”, señala el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último informe de Perspectivas Económicas (WEO, por sus siglas en inglés), publicado en el marco de las Reuniones de Primavera (boreal) del organismo y el Banco Mundial.
Si bien la inflación se redujo, debido a las subas de las tasas de interés por parte de los bancos centrales y a la reducción de los precios de la energía y los alimentos, las presiones subyacentes de los precios se mantienen debido a la escasez de la mano de obra en varias economías. Asimismo, las vulnerabilidades del sector bancario y los temores de contagio en el sistema financiero más en general, evidencian “los efectos colaterales del rápido aumento de las tasas de política monetaria”.
Al mismo tiempo, otras fuerzas importantes que incidieron en la economía mundial en 2022 parecen subsistir este año, pero con diferentes intensidades: los niveles de deuda siguen siendo elevados (limitando la capacidad de las autoridades para responder a nuevos retos), los precios de las materias primas se moderaron, y la guerra en Ucrania continúa y las tensiones geopolíticas son agudas.
Doble de riesgo
En ese sentido, se advierte que los riesgos están firmemente inclinados a la baja debido al aumento de la incertidumbre tras la reciente turbulencia en el sector financiero. “Los riesgos para las perspectivas están muy sesgados hacia un empeoramiento de la situación, y las probabilidades de que se produzca un aterrizaje brusco han aumentado notablemente”, advierte el organismo.
En su escenario base, que supone que las tensiones en el sector financiero están contenidas, el crecimiento económico mundial se desaceleraría de un 3,4% en 2022 a 2,8% en 2023, para después aumentar lentamente y estabilizarse en 3% en cinco años. “Se trata del pronóstico a mediano plazo más bajo en décadas”, advierte el FMI. Se prevé que las economías avanzadas experimenten una desaceleración del crecimiento especialmente pronunciada, desde el 2,7% en 2022 al 1,3% en 2023.
No obstante, en un escenario alternativo razonable, con mayor tensión en el sector financiero, el crecimiento mundial disminuye a alrededor de 2,5% en 2023 -el crecimiento más débil desde la desaceleración mundial de 2001, sin contar la crisis inicial de covid-19 en 2020 y la crisis financiera mundial de 2009-, y en las economías avanzadas el crecimiento desciende hasta menos de 1%.
Se prevé que el nivel general de inflación disminuya del 8,7% en 2022 al 7% en 2023 debido a los menores precios de las materias primas, pero es probable que la inflación subyacente disminuya más lentamente. En la mayoría de los casos, es poco probable que la inflación retorne al nivel fijado como meta antes de 2025.
En cuanto a las proyecciones para Uruguay, el FMI mantuvo las estimaciones presentadas en el marco de su misión por el Artículo IV del organismo en el mes de marzo, esperando una expansión de 2% para el PIB en el año en curso y de 2,9% para 2024 (ver CRÓNICAS del 24 de marzo).