Para atender y abordar la problemática de las adicciones, un tema asociado a la salud mental, es necesario entender cómo se comportan las personas que sufren esta enfermedad y, a su vez, comprender cómo se inserta este problema en la sociedad uruguaya. Para ello, CRÓNICAS consultó a la psicóloga Martha Valfre, quien considera que es necesario abandonar los tratamientos sintomáticos, y al antropólogo Nicolás Guigou, que dijo que la sociedad uruguaya tiene “muchas” conductas adictivas y una salud mental “fragilizada”.
Una persona puede ser adicta a una sustancia, a una comida o a una actividad y, generalmente, estos comportamientos responden a un tipo de fragilidad arraigada en los primeros meses de vida, por lo que se trata de una falta en la etapa oral y eso explica la necesidad de llenar un vacío.
Así lo explicó Martha Valfre, que además señaló que el perfil de un adicto es el de una persona con una personalidad inmadura, con dificultad para manejar la adversidad o el estrés, con la imposibilidad de poder poner en palabras lo que siente y la necesidad de acudir a algo externo para poder canalizar la inquietud que padece.
En Uruguay, según estimaciones realizadas por el Observatorio Uruguayo de Drogas (OUD) en 2019, hay unos 10.000 adictos a la pasta base, siendo un grupo de la población que presenta un mayor problema en la sociedad, dado que están asociados a distintas vulnerabilidades como la situación de calle, la delincuencia y el tráfico de sustancias.
Por otro lado, un estudio sobre el consumo de drogas durante la pandemia de covid-19, realizado también por el OUD, arrojó que el usuario “frecuente” de cannabis aumentó en este período.
En lo que respecta al alcohol, la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de un informe elaborado en 2020, difundió que Uruguay tiene el consumo de alcohol per cápita más alto de la región e incluso alcanza a superar a algunos países de Europa, y el consumo en mayores de 15 años es de 11,1 litros de alcohol por persona al año.
Estos guarismos pintan el escenario de cómo las adicciones se posicionan dentro de la sociedad uruguaya, y luego de enumerarlos en una conversación con el antropólogo Nicolás Guigou, este respondió: “La sociedad uruguaya, en general, tiene muchas conductas adictivas, pero también tiene una salud mental muy fragilizada y no ha habido políticas serias en los últimos años para abordar el problema”.
El abordaje y tratamiento de esta problemática social
Un tratamiento sintomático, en el mundo de la psicología y la psiquiatría, es aquella terapia donde se utilizan medicamentos como ansiolíticos, antidepresivos y neurolépticos para atacar los síntomas que el malestar produce y no la causa y origen subyacente.
Este tipo de terapias son las que, actualmente, se llevan a cabo a nivel país, tanto en el ámbito público como privado.
“Si vos das un tratamiento sintomático, lo único que haces es atacar el síntoma en el momento, pero después, con el paso del tiempo, viene con otra adicción. Si vos eras adicto al juego, podés cambiarlo por la adicción a la droga, y así sucesivamente, porque la personalidad base no se modificó”, explicó Valfre al respecto.
Pero, tal como especificó la psicóloga, detrás de ese síntoma, de la necesidad de algo externo para bajar la ansiedad y el dolor, persiste una adversidad que sigue siendo “infantil” y que en “cualquier momento de estrés se vuelve para atrás”, un aspecto que explica las recaídas.
Sobre esto, Guigou fue enfático en que esta problemática se trata de una cuestión “muy uruguaya” al considerar que la salud mental es secundaria. “Si a un uruguayo le duele el hígado, va al médico, pero si está triste no va al psicólogo”, señaló, y agregó que la salud mental no es una prioridad, “ni para la gente ni para el sistema de salud”.
¿Cuál es la forma de salir de las adicciones?
Al entender de la psicóloga, la forma no es con un tratamiento ambulatorio, porque la persona va a seguir “moviéndose en el mismo círculo y con la misma situación”, sino que la solución reside en sacar a la persona del ambiente, enseñarle patrones nuevos y ayudarlo a enfrentar los problemas.
“Si se quiere hacer una intervención para hablar de una solución a largo plazo, lo que se requiere son instituciones con personas capacitadas en el tema de las adicciones, conformar un equipo multidisciplinario con psiquiatras, psicólogos y alguien que actúe con las familias”, resaltó Valfre.
En este sentido, agregó que las internaciones no pueden ser de 40 días, sino que deben ser más largas, porque al tomar una persona adulta y adicta, se debe desacondicionarla de esa forma de resolver su angustia y su problema, lo que no se hace en ese “corto” período de tiempo. Sobre esta problemática, el Ministerio de Salud Pública (MSP) anunció en agosto la creación de un programa de “prevención y tratamiento de las adicciones” enfocado en diseñar políticas orientadas a mitigar el consumo de drogas. Tras ser consultados por CRÓNICAS, desde la cartera manifestaron que el programa aún está en construcción.