Actualmente hay en la base antártica uruguaya investigadores de las ciencias biológicas, físicas y ambientales. En diálogo con CRÓNICAS, Silvia Batista, miembro del Comité Uruguayo del SCAR (Comité Científico para la Investigación Antártica), habló sobre los estudios en curso y sobre el proceso de selección para las expediciones antárticas.
El presidente Luis Lacalle Pou hizo el pasado martes una visita oficial a la base antártica uruguaya, acompañado de sus tres hijos y del ministro de defensa Javier García. En declaraciones recientes, el ministro destacó la importancia de la visita, de la presencia de Uruguay en el continente helado a nivel geopolítico, y explicó que la idea era “visitar humanamente a nuestro contingente que va a pasar un año allí en condiciones muy extremas”.
La base antártica Artigas se ubica en la Isla Rey Jorge, en la punta del continente que más se acerca a América. En sus casi cuatro décadas de historia vio pasar un gran número de científicos, muchos de los cuales migran allí por meses para llevar a cabo sus investigaciones. Actualmente, hay más de diez proyectos establecidos en la base uruguaya, aunque según comentó a CRÓNICAS la microbióloga y miembro del Comité Uruguayo del SCAR, Silvia Batista, “también hay proyectos de investigación que se nutren de muestras antárticas aunque no vayan personalmente”.
El Comité Científico para la Investigación Antártica (SCAR por su sigla en inglés) es un organismo internacional que se encarga de desarrollar y coordinar proyectos de investigación científica en el continente. En su sede uruguaya encuentran representación miembros de la comunidad científica nacional, y su labor consiste en representar a Uruguay a nivel internacional, diseminar información de la organización en el país, y promover la investigación en Antártida, entre otras cosas.
Las investigaciones en curso
El comité clasifica a los proyectos en cuatro categorías: geociencia, ciencias de la vida, ciencias sociales y humanas, y monitoreo ambiental. Según Batista, “la mayoría de los proyectos son llevados a cabo por la Udelar”, aunque otras organizaciones, como el Instituto Geográfico Militar (IGM) o el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), también se ven representados. Dentro de la categoría de la geociencia hay un proyecto llevado a cabo por el IGM que hace relevamientos de información geográfica en la Isla Rey Jorge, y otro realizado en conjunto con el Servicio de Oceanografía, Hidrografía y Meteorología de la Armada, que observa el nivel medio del mar en la zona.
La mayoría de los proyectos se dan dentro del segundo grupo, el de Ciencias de la vida, que incluye disciplinas como la biología, la microbiología, o la química. Entre ellos hay uno realizado por la Facultad de Ingeniería que estudia la producción de ácido poliláctico mediante la polimerización de lipasas obtenidas de microorganísmos antárticos. El ácido poliláctico es un polímero biodegradable, y una alternativa viable al plástico. Alberto Liguori, ingeniero químico que participó anteriormente del proyecto, comentó a CRÓNICAS que la experiencia fue muy grata, y que “la base está muy completa”. El científico destacó además la buena disposición de todos los integrantes de la base y las condiciones del laboratorio.
Otro proyecto en el área de ciencias de la vida incluye uno de la Facultad de Química y Facultad de Ciencias sobre el ciclo biogeoquímico del metano en sedimentos antárticos. Según Batista, esto se enmarca en el proceso de deshielo ocasionado por el calentamiento global, y el estudio consiste en buscar microorganismos que contrarresten la producción de metano que ocasionan otros al retraerse los glaciares. Además, hay proyectos que trabajan con la fauna autóctona, como uno que estudia la distribución, ecología y abundancia de cetáceos en el océano austral, y otro que analiza el paisaje sonoro antártico y el efecto de los sonidos humanos en la fauna de la zona.
El proceso de selección
Sobre el proceso de aplicación para investigar en el continente antártico, Batista explicó que el IAU pone un plazo hasta el mes de marzo para presentar propuestas. Luego de esto, el instituto evalúa la viabilidad logística, es decir, qué tan plausible es llevar a cabo el proyecto dadas las instalaciones de la base. Una vez seleccionados los proyectos que pasan a esta etapa, el Comité Uruguayo del SCAR evalúa el proyecto a nivel científico. Este ciclo se completa generalmente en agosto, que es cuando se ofrece al científico o al grupo participar del proyecto.
Sin embargo, según Batista “habría que revisar” el proceso de selección, ya que a veces se dan desfases con las solicitudes de financiamiento que ocasionan un retraso en la visita a la Antártida. Expresó que hay veces en que el proyecto es aprobado por la IAU pero los plazos de los fondos concursables no permiten que estos grupos vayan ese mismo año, sino que tengan que esperar a la siguiente campaña para poder comenzar la investigación.