Sentado tras el escritorio de su despacho, ubicado en el primer piso del Palacio Legislativo, el senador y precandidato Jorge Gandini brindó una entrevista a CRÓNICAS, en la que resaltó sus condiciones, aptitudes y conocimientos para enfrentar el debate del “tirón final” del proceso electoral, pese a ser consciente de que le será más complejo ganar las internas que las elecciones nacionales. A su vez, el entrevistado declaró que hay un Frente Amplio “más de izquierda e influenciado por el movimiento sindical” y que dentro de la oposición “nadie se anima a levantar la voz” en contra del plebiscito de seguridad social que promueve el PIT-CNT-
Por Oscar Cestau | @OCestau y Mateo Castells | @teocastells
-¿Cuál cree que es la pertinencia de su precandidatura?
-Voy a hacer todo lo que me toque para ganar la próxima elección. Hay dos modelos en pugna, donde se enfrentan la continuidad o el retroceso, y el país se juega mucho en esto. Hay un Frente Amplio (FA) más de izquierda e influenciado por el movimiento sindical, sin liderazgos de moderación en su interna, que sirvan para tamizar la postura de izquierda. No hay un Seregni, un Batalla y tampoco un Astori ni un Vázquez, y por lo tanto las posturas sindicales duras pasan de largo y no hay quien las enfrente. Hay quien las comparte y las acepta, pero quien no las comparte, debido a esta presión, las deja pasar, como está ocurriendo con las firmas para el plebiscito de la seguridad social. En el FA manda la izquierda dura. Del otro lado hay un proyecto político que se consolidó con una coalición de gobierno, con mucho que hacer por delante y que tiene desafíos importantes para volver a ganar. Mi candidatura está donde debe estar, en un sector del Partido Nacional (PN) que debe estar representado.
-En un encuentro nacional de agrupaciones de Por la Patria afirmó que usted puede ganarle al FA. ¿Cree que los otros precandidatos no?
-Yo creo que le gano a cualquiera de los candidatos del FA porque soy capaz de motivar y emocionar al electorado, y correr a la izquierda por la izquierda, como lo he hecho siempre. Tengo condiciones, aptitudes y conocimientos para enfrentar el debate del tirón final del proceso electoral. Para eso, hay que llegar hasta esa instancia, y quizás para mi es más difícil ganar la interna que ganarle al FA.
-Mencionaba la división dentro del FA con respecto al plebiscito de seguridad social. ¿Cómo ve el hecho de que el partido de libertad de acción y dentro del mismo existan diferentes posturas e incertidumbre con respecto a este tema?
-En el FA manda el movimiento sindical. La libertad de acción que promueven no es verdadera, porque todos los que están a favor militan por esto y los que no están a favor se callan. De hecho, no hay un comité de base que no junte firmas, y que a través de su libertad de acción se oponga. Dentro del FA nadie se anima a levantar la voz en contra del plebiscito porque el que manda está afuera del partido, controlando las bases y las finanzas, y se llama PIT-CNT. Que Fernando Pereira no firme, que viene del movimiento sindical, revela lo que afirmo. No hay nadie que quiera ser presidente de la República que pueda estar a favor de esto, porque si esto se aprueba, nadie puede gobernar.
-Juan Sartori estaría por definir su futuro. ¿Cómo cree que eso impacta en el resto de candidaturas del partido?
– No sé lo que va a hacer Sartori. Tampoco sé cuál será su fortaleza, pero creo que si se convierte en la sexta precandidatura del PN, será para sumar. No sé si lo hará presencial o virtual, pero espero que genere alguna sinergia que atraiga gente nueva. A mí no me preocupa, creo que está en el derecho de todos ser precandidato, y si lo quiere volver a ser, bienvenido sea.
-¿Qué opina del mensaje que busca dar Delgado sobre la continuidad del gobierno en su precandidatura?
-Todos somos gobierno y formamos parte de él. Cada uno lo ha gestionado y defendido desde su lugar, y todos queremos que lo que se ha hecho se mantenga. Algunos tenemos otros sueños de cambios que hay que agregar, con cosas que no se han hecho del todo bien y debemos mejorar, y con otras que tampoco se pudieron empezar y sobre las que hay que trabajar. Nosotros creemos que hay mucho por hacer, yo tengo una visión muy positiva de lo realizado y del liderazgo de Lacalle Pou, pero también tengo la visión autocrítica de aquello que no pudimos hacer del todo bien. Tengo una visión muy favorable de Ley de Urgente Consideración (LUC), creo que empujó rápidamente muchos cambios que ordenaron la casa, también tengo una visión positiva de la economía, que fue muy buena en términos comparativos, pero considero que también resta mucho por hacer. Queda en el tintero un proyecto de desarrollo nacional integral, descentralizar las oportunidades, una reforma educativa a nivel terciario, incorporar la ciencia y la tecnología para mejorar la calidad del empleo futuro y, por supuesto, la seguridad pública. También falta mucho por hacer en el control del gasto del Estado. No hicimos todo lo que teníamos para hacer en la auditoría de gestión y administración económica del gobierno anterior, donde creo que no hubo la cantidad de auditorías necesarias. En esta administración no ha coincidido la visión política con la visión del sistema judicial.
-Usted le respondió a Álvaro Delgado luego de que declarara que la seguridad va a ser su prioridad, que «estamos en el gobierno y no hay que esperar un año». ¿Cómo evalúa la actualidad en esta materia? ¿Es comparable con la situación de 2019?
-Yo le contesté pensando en plural y poniéndome adentro, porque en este gobierno la prioridad fue la seguridad y aún estamos gobernando. Si hay algo nuevo para hacer no hay que esperar un año. La situación con 2019 es diferente por varias cosas. Hemos conquistado niveles de bienestar que no tenía el gobierno pasado. Los delitos dejaron de subir, pero el problema es que hay más violencia instalada en la sociedad y hay un número de homicidios que no baja pero que son brutales y están asociados al narcotráfico. Han caído los homicidios vinculados a los delitos comunes, pero han aumentado los homicidios como resultado de los conflictos interpersonales e intrafamiliares, producto de la violencia de género y doméstica. Y por supuesto aumentaron los homicidios producto del narcotráfico, asociados al sicariato, al ajuste de cuentas y al enfrentamiento entre bandas. Para esto necesitamos respuestas nuevas, desde las respuestas duales hasta otras formas de prevención y represión. Se necesita agregar mayor presencia del Estado para el control del territorio a partir de la vigilancia y patrullaje de las Fuerzas Armadas.
-Parecería que la intervención de las Fuerzas Armadas en el territorio genera cierto rechazo por parte de la población uruguaya. ¿Usted cómo lo ve?
-Ese rechazo solo pasa en los barrios más acomodados y que tienen menos problemas de seguridad, porque se vincula a los militares con los tiempos de la dictadura. En los barrios más grandes y humildes hay una buena opinión de las Fuerzas Armadas y se aplaude su presencia. Esto se debe a que estas personas quieren respuestas para enfrentar a los malvivientes y cuando aparecen los militares, aparece la autoridad. En el tornado de Dolores, luego de que pasó la turbonada, hubo gente llevándose las cosas de los afectados, hasta que se desplegaron las unidades militares y se acabó todo. Los militares no tuvieron que reprimir a nadie, pero nadie osó levantar ni una chapa del piso. Tenemos militares que pueden auxiliar y cooperar con la policía patrullando zonas complejas.
-¿Por qué cree que esta propuesta no ha tenido apoyo?
-Por la misma razón por la que nadie nos apoyó cuando con Larrañaga salimos a juntar firmas por la reforma constitucional «Vivir sin Miedo». Esa reforma era pan caliente, no como estas reformas que andan juntando firmas a base de sacrificio. Nosotros juntamos casi 500.000 firmas solo nosotros… Sólo Por la Patria y Alianza Nacional. Ni colorados, ni herreristas, ni frentistas. Y en la votación se abrían sobres con listas del MPP, de la 1001 o del Partido Colorado con papeletas naranjas -color que utilizó el plebiscito «Vivir sin Miedo»- y juntamos un millón de votos, porque la gente quería vivir más segura y confía en los militares.
-Es consciente de que, entre otras cosas y con otros matices, el tema seguridad fue uno de los factores que le costó el gobierno al FA, y que ahora será el principal tema de campaña.
-El debate será con un partido que fue muy mal gestor de la seguridad. No nos van a poder enseñar a nosotros los que fueron los peores de la clase.
-¿Considera que el tema seguridad debería ser tomado como política de Estado por los candidatos?
-Ojalá se pudiera. Recuerdo a Tabaré Vázquez convocando al edificio Libertad a todos los sectores y partidos políticos, donde se acordaron 13 proyectos de ley. De lo acordado, solo se pudo concretar alguna medida y solo tres proyectos de ley porque el FA después no quiso votar lo que se acordó. En el FA hay una idea muy instalada, que la expresó el ministro José Díaz, sobre que entienden que el delincuente es una víctima de una sociedad que lo obliga a delinquir y ven al delincuente como una víctima en lugar de un victimario. Entonces, a partir de este punto, es muy difícil acordar. Si la víctima es el victimario, estamos mal.
-Como precandidato, y teniendo en cuenta la realidad actual, ¿cuáles son sus principales preocupaciones de cara a un año electoral?
-Sin dudas la seguridad es una de mis preocupaciones centrales. Por otro lado, en el apartado económico me preocupa que podamos poner el énfasis en el desarrollo integral del país para generar una economía con más oportunidades. No le temo a la inversión privada extranjera y ni a los cambios que algunos de ellos nos impongan. Todo lo que absorbamos debe tener como norte la generación de riqueza para mayor empleo y mejor distribución. Todavía nos queda mucha gente de salarios medios y bajos que no disfruta del crecimiento de la economía, en un país que tiene una base cara. Uruguay es un país caro porque tiene una presión tributaria muy importante y que se lleva una parte considerable de los salarios de la gente, porque a su vez después genera una cantidad de beneficios que otros países no tienen y que igualan las oportunidades de la población. Me refiero a la salud, la educación pública a todos los niveles, la seguridad y el sistema jubilatorio. Esto hace caro al país, pero no vamos a negociarlo. Por lo tanto, deberemos ajustar algunos precios para que no se dispare la especulación, pero debemos trabajar sobre la base del crecimiento y el desarrollo de la economía.
-¿Cómo se posiciona el PN frente a un nuevo año electoral tras haber protagonizado las polémicas de los casos Marset, Astesiano y Penadés?
-Son casos inocuos en los momentos electorales. Uno recorre el país entero y nadie le habla de eso. Esas pequeñas cosas que nos pasaron no afectaron al suelo político, porque no hay políticos afectados, sino que son custodios, policías y funcionarios.
-Penadés es un político.
-Pero no fue una cuestión política, fueron temas personales. No se trata de la gestión. Penadés no está sancionado por delitos cometidos desde la función pública. Si estas cosas influyeran, creo que hubiera sido catastrófico que en el gobierno del FA por primera vez un vicepresidente de la República fuera procesado por delitos vinculados a la corrupción, o que ocurriera lo mismo con un presidente del BROU por haber dado un aval a un privado incorrectamente porque el presidente de la República se lo pidió desde el piso 11. Estamos hablando de casos donde altos cargos del gobierno estuvieron procesados, y no por eso perdió el FA la elección. Ahora, en estos casos actuales, el presidente de la República fue investigado y salió exonerado con honores, y cuando hubo algo que rozó a jerarcas, renunciaron y no se los atornilló al sillón.
“Hoy puede aparecer un líder que rápidamente ascienda y cautive tan rápido como cae y desaparece”
-¿Cree que faltan caudillos en la política?
-Los tres partidos grandes del país estamos atravesando una transición en materia de liderazgos. El FA no tiene a sus grandes líderes históricos, el Partido Colorado (PC) tampoco tiene a los líderes que lo caracterizaron en 2019 y en el PN los liderazgos de Jorge Larrañaga y de Lacalle Pou no estarán en las próximas elecciones. Quizás nosotros somos los que tenemos un recambio de liderazgo más definido. También es verdad que los liderazgos de hoy son diferentes. La subida y la caída es más rápida y antes los liderazgos se construían piedra sobre piedra, con acumulación de experiencia y años. Hoy puede aparecer un líder que rápidamente ascienda y cautive tan rápido como cae y desaparece. Vivimos en un mundo nuevo y más vertiginoso que antes, y hoy los partidos no tienen aquellos liderazgos de antaño. Si los tuvieran, capaz que no serían bien vistos.