“No es muy razonable cambiar con frecuencia las metas de resultado fiscal estructural como ha ocurrido en los últimos años”

Tamara Schandy, economista socia de Exante

Desde hace más de 20 años, Tamara Schandy se dedica a brindar asesoramiento económico y financiero a empresas, y es desde 2020 socia de la consultora Exante. Consultada por CRÓNICAS respecto a la situación económica actual, proyectó para 2024 un crecimiento de entre 3,5% y 4%. En cuanto a la situación fiscal, evaluó que se encuentra “a mitad de camino” entre lo que es la visión elogiosa del gobierno y la mirada crítica de la oposición. Además, defendió que la regla fiscal fue “un cambio positivo”, pero valoró que se deben realizar “algunos ajustes (…) para robustecer el esquema”.

-Para la economía uruguaya 2023 fue un año complejo, con un primer semestre malo y un segundo de recuperación, pero cerrando con un virtual estancamiento de la actividad. ¿Qué podemos esperar para este año en materia de actividad?

-En Exante manejamos una proyección de crecimiento del PIB de entre 3,5% y 4%. Aguardamos un mejor desempeño de la actividad agropecuaria superada la sequía. Todo apunta a que las cosechas de verano -soja y arroz- tendrán muy buenos resultados, y eso debería impactar ya en las cifras de PIB desde el cuarto trimestre de 2023. La silvicultura también está teniendo una expansión muy relevante ante la entrada en funcionamiento de la tercera planta de celulosa -que también tendrá un impulso “en escalón” en el cómputo del PIB industrial-. A eso se suma que esperamos una mayor producción en el complejo cárnico en 2024. Todo eso resultaría también en mayor actividad en el área de transporte y logística.
A su vez, aguardamos ahora un mejor desempeño a nivel de la actividad comercial, en un escenario en que la diferencia de precios relativos con Argentina comenzó a volverse menos desfavorable para los uruguayos. El aumento del salario real seguirá siendo un sostén para el consumo de los hogares y este año deberíamos ver menos desvío de compras al país vecino.

-La situación fiscal está en el debate político: el gobierno defiende el manejo, y la oposición dice que la situación no es muy diferente a la de 2019. ¿Cuál es la visión de Exante de la situación fiscal?

-La verdad probablemente está a mitad de camino. El gobierno hizo un ajuste relevante en el inicio de la administración, coincidente con un período de caída del salario real y de las pasividades. También tuvimos una sorpresa inflacionaria respecto a la programación fiscal inicial que facilitó la reducción de gastos en términos reales, más allá de las medidas discrecionales que adoptó el gobierno. En los años más recientes, el resultado estructural estimado por el propio Ministerio de Economía y Finanzas se ha mantenido sin cambios y, de hecho, en algunas partidas de gastos hubo cierta reversión del ajuste inicial.

-Los analistas coinciden en que la incorporación de la regla fiscal fue algo bueno, pero en última instancia, ¿no termina dependiendo de la discrecionalidad de las autoridades? ¿Cree que es algo que llegó para quedarse?

-Estamos convencidos de que es un cambio positivo y esperamos que haya llegado para quedarse. Ello no quita, igual, que hay algunos ajustes que a nuestro juicio se deben hacer para robustecer el esquema. El Consejo Fiscal Asesor los ha señalado en sus informes y recientemente se conoció que el MEF estará trabajando en una “Hoja de Ruta” para fortalecer el marco fiscal con apoyo del BID.

Entre los puntos a abordar, la distinción entre “proyecciones” y “metas” nos parece especialmente crítica. A nuestro juicio, las metas de resultado fiscal estructural deberían derivarse de la trayectoria de deuda que queremos tener (consistente con la sostenibilidad) y cambiarse relativamente poco. Elementos que modifiquen la programación fiscal de corto plazo deberían, o bien compensarse en el año, o ser informados como desvíos. Tendemos a pensar que no es muy razonable cambiar con frecuencia las metas de resultado fiscal estructural como ha ocurrido en los últimos años. Se han modificado por magnitudes acotadas y la deuda no ha tenido un comportamiento insostenible, pero nos parece que es algo que no favorece al funcionamiento de la regla ni a su rol como ancla de expectativas.

-Más allá de los últimos datos puntuales, ¿el descenso de la inflación será persistente o es algo coyuntural? 

-En Exante estimamos que en los próximos meses tendremos un descenso adicional de la inflación. Nuestros modelos proyectan niveles en el eje de 4% entre abril y mayo. Sin embargo, eso es esencialmente a raíz del comportamiento de las frutas y verduras, que no deberían repetir los altos niveles de inflación del primer tramo de 2023 (en plena sequía).  Si miramos la inflación subyacente, tenemos que la sorpresa desinflacionaria del último año fue muy fuerte, pero estuvo fundamentalmente asociada al componente “transable” -bienes que se exportan, se importan o compiten con importados-. Con esto me refiero a que la combinación de una desinflación internacional importante, una caída acumulada del dólar de casi 15% en 2022-2023 y las presiones de una Argentina muy barata, terminaron propiciando una inflación atípicamente baja en esa parte de la canasta. No pensamos que vayamos a mantener niveles de inflación transable de 2% o menos de forma permanente, con lo cual se va a ir perdiendo ese “contrapeso” que favoreció la dinámica inflacionaria en los últimos trimestres.

-¿De qué depende que la inflación pueda instalarse más permanentemente dentro del rango meta? 

-Para un descenso sostenible de la inflación es indispensable que se moderen más ítems de la canasta. A nivel de lo que los economistas llamamos el componente “no transable” de la canasta (los bienes y servicios que están más ligados a la dinámica doméstica de demanda y costos), seguimos viendo registros de inflación arriba del rango meta. Por otro lado, los resultados de la última ronda de negociación colectiva -con muchos convenios determinando aumentos nominales de 7%-8% anual- le ponen un “piso alto” a la inflación.

Nuestras proyecciones para el año igual contemplan que la inflación este año será baja en comparación con años anteriores. Para diciembre prevemos cierto aumento respecto a los niveles actuales, pero nuestra proyección puntual es de 6%. Podría ser incluso algo menor si el dólar no sube como estamos proyectando.


“Uruguay ha construido cierto consenso respecto a aspectos básicos de la gestión macroeconómica”

-Estamos en año electoral. ¿Cree que hay una visión en común respecto a los grandes temas macroeconómicos o cambia mucho el escenario dependiendo de quién triunfe?

-Naturalmente, los distintos precandidatos tienen diferencias en sus lineamientos programáticos y ponen diferentes énfasis en sus propuestas de campaña. Dicho eso, Uruguay ha construido cierto consenso respecto a aspectos básicos de la gestión macroeconómica: objetivo de inflación “baja”, necesidad de cuidar la sostenibilidad de la deuda, meta de hacer crecer la inversión como forma de acelerar el ritmo de crecimiento económico, etc. Pensaríamos que sea cual sea el resultado electoral, Uruguay debería conservar eso que es un gran activo para el país.

El hecho de que el riesgo país venga ubicándose sistemáticamente por debajo de 100 puntos básicos en los últimos meses -muy bajo para la historia de Uruguay y en comparación con otros mercados emergentes- es muestra de que el mercado confía en que no habrá cambios drásticos.

-Un punto en el que parecen estar de acuerdo todos los sectores políticos es en la necesidad de lograr una mayor apertura comercial. ¿El contexto geopolítico global (tensiones entre potencias, incremento de las posiciones nacionalistas) complota contra nuestro país para ese objetivo aperturista?

-Es cierto que el panorama global plantea desafíos. De todos modos, en relación a este tema en Exante estamos convencidos de que la agenda de apertura no pasa solo por buscar acuerdos. Hay muchas dimensiones unilaterales en la agenda de apertura que Uruguay podría plantearse. Me refiero, por ejemplo y sin pretender hacer un listado taxativo, a la posibilidad de plantear una senda de reducción unilateral y paulatina de aranceles, o a eliminar la tasa consular, o a plantearse la apertura para las importaciones de sectores hoy altamente protegidos. También hay una agenda a perseguir en términos de eliminación de barreras arbitrarias a la competencia, de acuerdos de protección de inversiones y doble tributación con más jurisdicciones o de adhesión al tratado de cooperación en patentes.