El consultor internacional y asesor del directorio de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), Carlos Mazal, retornó a Uruguay con nuevos aportes sobre el estado actual de tratados comerciales que el país tiene en su lista de pendientes. Su experiencia es amplia. Fue director ejecutivo regional del sector pesquero latinoamericano, del sector de América Latina para La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, miembro directivo de la Academia Nacional de Economía y del Consejo Uruguayo para las Relaciones Internacionales. Con su vuelta al país, busca coordinar esfuerzos desde una perspectiva de outsider, para mejorar la inserción de Uruguay al mundo.
Por: Catalina Misson
– ¿Qué piensa sobre la gestión de este gobierno en materia de apertura internacional?
– Hubo dos años de pandemia donde no se produjeron movimientos. Salvado eso, se empezó a trabajar con China y comenzaron las discusiones fuertes en el Mercosur, donde no se logró absolutamente nada, mucho menos con Alberto Fernández. Por eso el presidente quiere llegar a un tratado cuanto antes… Pero se perdió mucho tiempo, no hubo ningún acuerdo multilateral destacable, aunque no siempre por nuestra culpa. El exministro Bustillo se demoró en hacer la solicitud de ingreso al Cptpp (Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico), y me duele porque pasaron seis meses que podríamos haber ganado tiempo. Ahora está decidido que vamos a entrar. Hay que darlo todo antes de que la parte electoral comience a oponerse porque sí, porque esto beneficia a todo el Uruguay. Relaciones Exteriores no podría estar en mejores manos que con un hombre como Paganini, que es serio, y que cuando se propone hacer algo, lo hace, desde la industria o desde Relaciones Exteriores. El subsecretario Albertoni lleva el tema a diario, él es el que ha ido a los países miembros del Cptpp. Hay compromiso de abrir un espacio para Uruguay de libre comercio como sea, antes de que se vaya este gobierno. Estamos muy cerca, hay que mantener el ritmo porque no falta tanto como la gente piensa.
– ¿Estamos a contrarreloj? Esto teniendo en cuenta que para el Cptpp necesitamos estar en el Tratado de Cooperación de Patentes (PCT).
– Sí, estamos en una carrera contra el tiempo, pero podemos llegar. Marcel Vaillant está elaborando una presentación, Paganini y Albertoni van a estar presentes. Revela mucho de los estudios que se hicieron acá sobre lo que agregaría la entrada al PCT al PBI. Comprobamos que sirve, y que agregaría un porcentaje importante al per cápita de los uruguayos. Sabemos que hay algunos sectores opuestos, como los laboratorios nacionales, pero la mayoría son argentinos. Además, tenemos estudios que demuestran que no hay impacto sobre los laboratorios. En el PCT hay 157 países, con todas las ideologías del mundo. Que no estemos allí es una especie de capricho que ejerce mucha presión sobre nosotros, pero que no debería ser permitido. Como en cualquier tratado comercial, si la balanza da que esto es algo bueno para el 80% de los uruguayos, se va por el país.
– Acaba de llegar de Japón. ¿Qué conclusiones saca de su estadía allí?
– Que se están dando todas las coincidencias para que podamos llegar finalmente al Cptpp. En este momento quieren países chicos, porque no representamos una amenaza para nadie. Uruguay es un país moderado y moderador, ellos quieren países que presidan, por ejemplo, reuniones importantes entre potencias, y Uruguay siempre es buen intermediario. Tenemos una buena relación, somos la decimocuarta democracia plena, y eso tiene un valor que se canjea. Uruguay es un modelo viable y eso sirve también para mostrarle a la región que se puede ser democrático y crecer. Asumo que los candidatos para ingresar al tratado son Uruguay y Costa Rica, y no China y Taiwán como se está diciendo. Vamos a tener 12 socios que agrandan la vecindad, y no estaremos sometidos a caprichos. Hemos identificado un obstáculo que subsiste, pensamos que tiene que ver con la cláusula 32 de Mercosur que supuestamente dice que no podemos ir en acuerdos unilaterales. Eso no es verdad, la OMC nos da el permiso. Queremos mostrarlo por escrito, porque Japón quizá tiene miedo de incurrir en algo incorrecto desde el punto de vista jurídico. Allí también me insinuaron que Paganini debería ir a Japón, que el “tiempo es esencial”, como pidiendo que nos apuremos, y que el Ministerio de Economía debería acercarse. La ministra Arbeleche es una gran administradora, de las mejores del mundo, pero el Ministerio de Economía en otras partes juega un rol más activo en las negociaciones. En todos los países del Cptpp fue el Ministerio de Economía que negoció, no el de Relaciones Exteriores. Estar en este tratado sería una protección, pero también conlleva obligaciones. Vamos a tener que cumplir con una mayor disciplina interna, porque nos lo van a exigir, y eso es algo que en Uruguay falta. Hablé con todos los 12 negociadores del tratado y empecé a pedirle datos. Todo eso se lo doy a Albertoni, yo abro puertas y otros la cierran. Yo no soy nadie, pero ya saben con quién hablar y qué decir, es mi trabajo.
– ¿Uruguay desaprovecha oportunidades? ¿Es algo que ve en la ANII?
– En Uruguay salen ideas buenísimas que al año o a las tres semanas se olvidan. Estados Unidos nos da una mano en lo que puede. El trabajo de Uruguay Innovation Hub sirve. Vino Microsoft Artificial Intelligence, Google Data, Hitachi… y ahora queremos hacer algo con el sur de Brasil, pero también somos un país caro, donde no usamos propiedad intelectual como deberíamos. No tenemos, por ejemplo, un barco de investigación para medir la biomasa. Nuestro mar tiene un potencial de 1.200 millones de dólares para explotar, considerando las especies subexplotadas y los recursos genéticos marinos. En las profundidades hay ciertos microorganismos, que sus secuencias de ADN se puedan juntar con otras y terminar con una cura contra el cáncer, por ejemplo. Ya hay 13.000 microorganismos patentados, pero no tenemos la capacidad de financiamiento para llegar a esa profundidad, además de que le podés errar 20 veces hasta que surja algo, o nada. Tendríamos que hacer un precontrato con un país serio, que diga que si alguna droga encontrada en el mar uruguayo llega a los mercados, Uruguay se lleva el 10%. Cualquier droga de estas importantes se venden por 4.000 o 5.000 millones de dólares. Lo estuve conversando, hay intereses por parte de la Dinara, y a Japón y a Noruega les interesa. Yo soy partidario de que, por ejemplo, si hay hierro se explote. Aunque nos fue mal con Aratirí, hay que buscar la manera, nadie tiene un recurso y no lo explota. Con estos recursos deberíamos financiar la educación, para que las próximas generaciones se formen en las TIC. Con la UTU me he llevado grandes sorpresas, la subestimé en su momento, y está la UTEC también. Con muy poca ayuda del Estado también logramos con la CUTI ser el tercer exportador per cápita del mundo de software. Mi miedo es que recibamos inversiones de afuera, porque vendemos a Uruguay como un gateway, y que no haya gente preparada. Por eso pagamos doctorados y masters fuera. La idea de todos estos tratados, es generar empleos buenos. El sector privado necesita despertar e invertir, aunque ahora se da más que antes, que se esperaba que el Estado resolviera todo. Hay que arriesgar, lo que pasa es que lo decimos, pero llegado el momento el Estado siempre se nos aparece como respuesta, hasta a mí me pasa.
– ¿Qué pasa con China?
– Pienso que no tiene por qué ser China, creo que más bien, hay que diversificar las dependencias. Somos una cuña estratégicamente ubicada, con un puerto que da hacia la Antártida; China sólo nos quiere por eso.
– ¿Piensa que para el próximo período de gobierno es posible encontrar consensos en temas de inserción internacional, siendo que la política es cada vez más polarizada y agresiva?
– Enrique Iglesias presentó un texto que se llama “Reflexiones”, donde identificó cinco sectores donde podríamos trabajar juntos, pero no está pasando, sólo se tiran piedras. Como estamos en año electoral, la oposición piensa que criticando todo se va a llegar. Los partidos no quieren colaborar porque piensan que se verían débiles, aunque yo los encontraría fuertes. Ya no queda de esa izquierda democrática de Seregni o Astori, que era un contrapeso. Es un periodo conflictivo, donde el tema de la educación, que ha caído mucho, también pesa. Somos un país que va para adelante en innovación, y al mismo tiempo hay otro país que tira en la otra dirección.
– Luego de tantos años viviendo en Estados Unidos, ¿qué ve que tiene un país para aprender del otro?
– En este momento, lamentablemente hay muy poco para aprender de Estados Unidos. Quizá en la parte de innovación. Para ellos, tres fracasos te llevan al éxito. Pero en Uruguay, si apostás una vez y te va mal, nunca más… Explicar el Uruguay afuera a mí me cuesta muchísimo, no entienden el batllismo que está en nuestro ADN. Cuando no podemos, sentimos que el Estado tiene que darnos una mano, como una obligación. En otros países no es así, el Estado crea los incentivos y busca el marco normativo, pero es el privado el que arriesga. Es una pena, porque Uruguay es un país que tiene todo. Tenemos buena reputación, no han llegado esos vientos de la región que habla Ignacio Posadas. Yo pienso que acá todo llega tarde, y es una manera de vacunarse, porque cuando las cosas llegan ya vimos el error que cometió un vecino. Pero hay veces que llegan. La vez pasada tuvimos una dictadura y una guerrilla, eso no puede volver a pasar.
– Se están construyendo alineaciones entre los países a partir de ciertos eventos, como la guerra en Ucrania y el conflicto de Israel con Hamás en Palestina. ¿Estamos volviendo a un mundo bipolar?
– Sí. Hay un mundo donde Estados Unidos parece haber abdicado de sus responsabilidades excepcionales, y la gente le está perdiendo el miedo. Ya no es como antes, que EEUU dictaba por dónde ir. Muchos querían que justamente no hiciera eso, pero ahora lo estamos necesitando, porque tenemos China, Irán, Turquía…
– ¿Eso pone a los países del mundo en una situación incómoda?
-Sí, no se sabe muy bien por dónde ir. Cuando yo visito Washington me doy cuenta de que hay una división terrible. Hablo con gente del Partido Demócrata y no están contentos con Biden, hablo con gente del Partido Republicano y no están contentos con Trump. Sólo se me ocurre que Biden elija una nueva candidata a vicepresidente, y que si tiene que renunciar por temas de salud pueda quedar a alguien, porque no es una vergüenza llegar a mayor y tener problemas. Está intentando convencer a una izquierda y a una juventud bastante confundida. Le está costando el doble, y no puede ejercer ese liderazgo, de que Irán diga algo y mostrar los dientes. En fin, Brasil está intentando pertenecer a las grandes mesas, criticando a los israelitas y mediando entre Venezuela y Guyana. Todavía no sabemos cuál es nuestra relación con Argentina, no es clara. Mientras, hay que aprovechar la oportunidad de entrar al Cptpp. Podríamos por ejemplo entrar en el EFTA, son todas oportunidades que no estamos aprovechando.