América Latina y el Caribe en un mundo en transición

Por Luis Porto (*) | @Luis_A_Porto

América Latina y el Caribe constituye la región más expuesta a riesgos del planeta. 

La dependencia de sus exportaciones de carácter primario (en general commodities) la expone a riesgos comerciales en forma recurrente, tanto de demanda como de precios de sus productos exportables.

La dependencia de inversiones extranjeras para su desarrollo productivo la expone a riesgos de decisiones de relocalización de las empresas extranjeras.

La dependencia de financiamiento externo de sus Estados la expone a riesgos de tasas de interés, tipo de cambio y riesgos de liquidez internacional.

Las instituciones que se han desarrollado desde la época colonial, al mismo tiempo, exponen a gran parte de los países a riesgos sociales y políticos, como resultado de la pobreza, la desigualdad, la violencia.

Las vulnerabilidades(1) inherentes a muchos países tales como la posición geográfica los expone, además, en forma recurrente y creciente a los fenómenos derivados del cambio climático y a los desastres naturales.

La exposición a estos riesgos, cuando se concretan, se traduce en exposición a shocks externos negativos que impactan sobre los hogares y las organizaciones.

A estos shocks, se puede agregar que también la región está inserta en diferentes transiciones que le representan diferentes desafíos: 

  1. La transición hacia un desarrollo sustentable. Tanto el cambio climático como la degradación ambiental tienen como consecuencias crisis de seguridad alimentaria recurrentes, crisis relacionadas al saneamiento, crisis de salud, corrientes migratorias. Para muestra basta un botón. Cada año las sequías, las inundaciones, los desastres naturales, provocan la migración de decenas de millones de personas, de las personas más pobres y vulnerables del planeta. Si el tejido se rompe por el nodo más débil, no paramos, como humanidad, de romper el tejido social, año tras año.
  2. La transición relacionada a la cuarta revolución industrial en curso. La aparición de la impresión 3D, la automatización y la robótica, la biotecnología, la digitalización, la inteligencia artificial y la posibilidad de la fertilización cruzada de las nuevas tecnologías, marcan una época revolucionaria en materia tecnológica, pero no solo. Esto va a cambiar sustancialmente al menos tres esferas:
  1. La localización de las empresas multinacionales.
  2. La esfera productivo-laboral.
  3. La geopolítica mundial a través del cambio en las fuentes de poder que se relaciona con el siguiente punto.
  4. La transición en la gobernanza global que presenta desafíos de conflictos, por ahora localizados y el riesgo obvio de que escalen a nivel global, pero en particular, que hacen que se pueda caracterizar este período histórico como un momento de alta incertidumbre y de shocks recurrentes.

Al impactar a los hogares, las empresas y a los Estados, estos shocks y transiciones, estas disrupciones(2) se vuelven en mayor o menor medida un fenómeno con su propia dinámica interna a nivel de los países. Se vuelven fenómenos endógenos; por ejemplo, la falta de liquidez a nivel internacional luego se transforma en falta de liquidez interna, con su propia lógica y dinámica, aunque siempre relacionado a lo que sucede en el exterior.

En cada uno de estos desafíos globales no existen normas globales, sino diferentes visiones sobre las normas o desafíos cuyas normas se encuentran aún en un estado temprano de desarrollo (inteligencia artificial).

El mundo se encuentra en una serie de transiciones en las que no se puede predecir con certeza la dirección que tomará. Transiciones plagadas de incertidumbres.

En un escenario extremo nos enfrentamos a un futuro utópico:

  •  Un futuro en el que el cambio climático deja de ser un problema, se cumplen los Objetivos para el Desarrollo Sustentable y todos los países encuentran sendas de desarrollo sustentable.
  • También a nivel social se da la sustentabilidad, reduciendo sustancialmente los niveles de desigualdad.
  • Los puntos anteriores legitiman a las élites en cada país y a nivel global y se reduce el conflicto en las naciones y entre las naciones, lo que evita el crecimiento del narcotráfico y el crimen organizado.
  • Por lo anterior, los movimientos migratorios se reducen y los países cooperan para hacer frente a los mismos en forma inclusiva.
  • La inteligencia artificial se desarrolla para la creación constante de nuevos productos y actividades.
  • La biotecnología se desarrolla para el bienestar de la población toda.

En otro escenario extremo nos enfrentamos a un futuro distópico:

  • Un futuro en el que el cambio climático se sale de control, se incrementan las sequías, inundaciones y desastres naturales que profundizan la brecha entre vulnerables y resilientes a nivel de naciones y entre las naciones.
  • La desigualdad de capacidades en general y económicas en particular, concentra el poder en élites que pierden su legitimidad y los conflictos latentes se incrementan, a nivel de países y entre países.
  • Se incrementan los movimientos migratorios, dando lugar a brotes nacionalistas y racistas y a la aparición de extremismos a nivel de países y entre países.
  • La inteligencia artificial se desarrolla sustituyendo a las personas de la mayor parte de las actividades, y se pone el foco en el control masivo y monitoreo autoritario del comportamiento humano.
  • El desarrollo desigual en la biotecnología genera superhumanos que alargan la vida a 200 años gracias a los nanobots, mientras que el crimen organizado capta a los jóvenes que mueren en forma violenta en la adolescencia o juventud temprana.

Los desafíos de las transiciones actuales muestran claramente que estamos en camino hacia uno de esos futuros, el distópico.

Tomando en cuenta esos desafíos, productos de las fallas de la gobernanza global, de la concentración de poder en las élites nacionales y de la polarización, lo importante hoy es cambiar el camino en el que estamos.

No es inútil remarcar que diferentes países o grupos de países pueden llegar a coexistir en futuros tan diferentes. Y eso se debe a que las métricas de poder son indicadores que reflejan el pasado y el presente, no necesariamente el futuro, la capacidad de agencia de gobiernos, corporaciones, sociedad civil y academia importa para moldear el futuro, así como la dinámica interna de las naciones.

Nos enfrentamos a procesos de final abierto en los que la construcción de contrapesos importa, y en particular en América Latina y el Caribe, en el marco de estrategias de reducción de vulnerabilidades y desarrollo de capacidades e instituciones que fomenten la resiliencia y permitan enfrentar los shocks externos negativos de un mundo incierto.

(*) Consejero Estratégico de la OEA(3).

Referencias:

(1)https://www.oas.org/fpdb/press/Vulnerabilidades-que-Vulnerabilidades-ESP.pdf

(2) https://www.oas.org/fpdb/press/Transiciones-Shocks-y-Resiliencia.pdf

(3) Las opiniones son personales y no comprometen a la Organización.