El pasado martes, en un ciclo de charlas de AIC Economía & Finanzas, se realizó el evento “Reflexiones post-electorales: Perspectivas futuras para nuestro país”. Dicho programa contó con la presencia del economista Julio de Brun y del politólogo Adolfo Garcé, en carácter de expositores.
Lo bueno, lo feo y lo malo
En su alocución, De Brun consideró que “lo bueno” de la presente administración es el compromiso con el combate a la inflación, algo que genera estabilidad de los precios. A pesar de algunos “vaivenes” durante la pandemia de Covid-19, desde mediados del 2022 la inflación viene en una “franca tendencia decreciente” ayudada por la coyuntura argentina. “Los bajos precios en dólares de Argentina representaron un factor deflacionario para la economía uruguaya. El Banco Central tomó ventaja de ese shock deflacionario que Argentina representó durante el año 2023 y lo hizo funcional a su estrategia de política monetaria”, analizó.
Añadió que la política monetaria “fue muy contractiva durante 2022” en búsqueda de la reducción de la inflación, pero en 2023 “se aflojó” por el contexto argentino. El peligro de que una política monetaria “demasiado restrictiva” llevara a la inflación por debajo del rango y generara efectos depresivos sobre la economía fue contrarrestado porque el Banco Central “levantó vuelo a tiempo”. A partir de ese momento se mantuvo la tasa de crecimiento de la cantidad de dinero, con una política monetaria “entre neutral y moderadamente expansiva”, pero no lo suficiente para arriesgar el cumplimiento de las metas inflacionarias. Para De Brun, éste será uno de los logros que el gobierno promocionará de cara a las elecciones de octubre. El cambio de paradigma que coloca al Banco Central como agente responsable de la inflación es, para el economista, una “marca” distintiva.
En cuanto a “lo feo”, entran elementos debatibles desde el punto de vista político. De parte de quienes critican la gestión del Banco Central, De Brun comenzó mencionando el atraso cambiario. Quienes lo defienden destacan los niveles históricamente altos del salario real, mientras que otros critican las dificultades de competencia. Más allá de las discusiones entre oposición y oficialismo sobre lo mejor o peor de los números en comparación al 2019, para el expresidente del BCU, a mediados de la década pasada el tipo de cambio real está “relativamente estable”, con la contracara de una economía con un crecimiento estancado.
“¿Hay alguna forma de salir de que sólo logramos un tipo de cambio competitivo a costa de salarios bajos, o sólo logramos salarios altos a costa de un tipo de cambio poco competitivo?, se preguntó. Sí, se llama valor de la productividad”, fue la respuesta de De Brun a su propia pregunta. A causa de un “shock externo” que subió el precio de las materias primas en años cercanos al 2010 fue posible la mejora de salarios y el fortalecimiento de la moneda. Pero cuando esto terminó, “nos quedamos colgados con salarios altos y una competitividad muy baja”, explicó. Para el economista, la manera de romper el ciclo es mejorando la productividad, algo “difícil de discutir en campaña electoral”, porque es equivalente a hacer profundas reformas estructurales que implica tocar “vacas sagradas”, como el sistema educativo, que “no produce suficientes recursos en la cantidad y calidad que la economía uruguaya en el siglo XXI requiere”.
Sobre “lo malo”, De Brun se refirió a una de las reformas institucionales “más importantes a partir de la LUC”, que es la regla fiscal. “Ahora nos enteramos que dos de los tres pilares de la regla fiscal no se están cumpliendo”, apuntó. El economista opinó que la regla fiscal es una buena herramienta, pero que Uruguay no tiene la madurez suficiente como para que su incumplimiento se considere un problema. Por último, habló de un incremento significativo del gasto fiscal, y aún más “preocupante”, un crecimiento de la deuda pública que hoy se coloca por encima del 70% del PIB. “La recaudación como porcentaje del producto no creció mucho, y el gasto como porcentaje del producto sí ha seguido creciendo en forma importante”, resaltó, y añadió que esta es una “señal amarilla” que evidencia la necesidad de “otro tipo de manejo” del gasto público.
Confirmaciones y sorpresas
A su turno, y sobre el candidato frenteamplista ganador de las internas, Yamandú Orsi, Garcé dijo que siguió de cerca sus discursos, y que “ha demostrado ser un heredero responsable” desde su intendencia de Canelones, aunque aún “no ha demostrado ser un líder político”. El politólogo opinó que la campaña de Orsi se basó en instalar una idea o “frame” que logró vencer cómodamente a Carolina Cosse. “Una buena idea plantada a tiempo puede tener efectos extraordinarios. Cosse hizo un esfuerzo increíble con el Plan País y sus propuestas, pero la campaña del MPP fue mucho más sencilla. Fue, ‘Carolina pierde’. Esa es la idea que instalaron. ‘Carolina no le gana a los blancos’. Mujica y Topolansky lo dijeron. Este argumento fue extraordinariamente persuasivo, y básicamente es lo que explica que Orsi haya sido nominado candidato a la presidencia”, analizó.
Sobre la victoria de Álvaro Delgado, dijo que “es un político extraordinariamente competente” y que fue de los primeros en darse cuenta del potencial de Lacalle Pou y acercarse a él, quien terminó siendo “un líder muy importante en el Partido Nacional, en la región y en el país”. También hizo alusión a su papel “destacado” durante la pandemia, cuando dio una “imagen muy buena” demostrando una “gran capacidad de comunicación” al hacer llamados a la calma. Además, según Garcé, hizo una “muy buena campaña”, logrando construir un importante aparato de apoyo integrado por intendentes, diputados y senadores. También “acertó en el plano discursivo” con su propuesta de un “segundo piso de transformaciones” para construir un país desarrollado”.
En conversación con CRÓNICAS y en respuesta a la pregunta de si el Partido Colorado se convirtió en una plataforma para la emergencia de nuevos líderes, Garcé respondió que “desde luego que sí”, pero que “todos los buenos partidos generan reemplazos”. A modo de ejemplo, recordó la aparición de Lacalle Herrera luego de la muerte de Wilson Ferreira, que a su vez fue superado por Jorge Larrañaga, para luego terminar con el liderazgo de Lacalle Pou. Sobre Delgado, opinó que es la “encarnación” del proyecto de reelección de la coalición de gobierno. “Para mí, la ciudadanía vota más proyectos encarnados por personas, que personas”, concluyó.