Pese al “contexto de volatilidad” internacional, el gobierno logró realizar una exitosa colocación de deuda a largo plazo, logrando pagar la prima de riesgo más baja de su historia para ese plazo, según informó el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). La economista Sofía Harguindeguy, de la consultora Grant Thornton, destacó que la operación demuestra “la fuerte confianza en la estabilidad económica del país”, pero reconoció su sorpresa por ese buen resultado, dado el “riesgo inminente” que implica la eventual aprobación del plebiscito de la seguridad social sobre la sostenibilidad de la deuda local.
Uruguay concretó el pasado martes una operación de emisión de un bono global denominado en dólares americanos con vencimiento total al año 2060, pagando la prima de riesgo más baja de la historia para ese plazo, según informó en un comunicado la Unidad de Gestión de Deuda del MEF. “Esta nueva emisión confirma, una vez más, la confianza que los inversores, tanto locales como internacionales, tienen en la fortaleza macroeconómica de Uruguay”, señaló la cartera.
Los resultados fueron doblemente celebrados dado el “contexto de volatilidad y de amplia oferta registrada en los mercados globales”, pese a lo cual, “la demanda de los inversores superó ampliamente el monto ofrecido”.
El Gobierno logró emitir un nuevo bono en el tramo largo de la curva, algo que no hacía desde 2018.
En diálogo con CRÓNICAS, Sofía Harguindeguy, gerente del equipo de Consultoría Económica de la firma Grant Thornton, destacó el hecho de que se emitiera este bono con un vencimiento promedio a un plazo de 35 años (puesto que es amortizable en tres pagos en 2058, 2059 y 2060), logrando “la prima de riesgo más baja de la historia del país”. “Esto lo que refleja es una fuerte confianza en la estabilidad económica del país a largo plazo y permite acceder a una base de inversiones más amplias y diversas, ideal para tener condiciones financieras favorables en este contexto de cierta volatilidad que hemos estado viendo, sobre todo a comienzos del mes de agosto”, explicó la experta.
Detalle de la emisión
La emisión total alcanzó los US$ 1.298 millones, de los cuales US$ 1.250 millones fueron a cambio de efectivo, emitiéndose el remanente para recomprar algunos de los bonos elegibles establecidos en la oferta. La demanda superó ampliamente el monto emitido, con un libro de órdenes conjunto que, en su máximo, superó los US$ 4.500 millones.
El rendimiento del bono fue de 5,293% anual, con un cupón de 5,25% anual. El diferencial sobre el bono de referencia del Tesoro de EEUU (spread – prima de riesgo) fue de 115 puntos básicos (1,15%). Esto representa el spread más bajo que pagó Uruguay en su historia para el plazo referido.
Consultada respecto a si la moneda elegida para la emisión podría representar algún tipo de “vulnerabilidad” a futuro, pensando en el camino a la desdolarización de la deuda que se han trazado distintos gobiernos, Harguindeguy valoró que ello “no necesariamente es una fuente de vulnerabilidad”. Recordó que las últimas dos emisiones de deuda fueron en moneda local, y habían permitido el canje de bonos en dólares, por lo que “hay cierto equilibrio en ese sentido”. Además, explicó que para un país emergente de las características de Uruguay es “bastante inusual” que logre emitir en su moneda local a un plazo promedio de 35 años. En tal sentido, dado el plazo del vencimiento, es razonable que la emisión sea en dólares. “Por eso no contradice con el objetivo de desdolarización, sino que, en todo caso, lo complementa con tener un perfil de deuda manejable, sostenible y diversificado”, agregó.
Peligro inminente
Pero más allá del plazo y la prima de la emisión, Harguindeguy manifestó su sorpresa respecto al contexto en el que se dio la emisión, no solo refiriéndose a la volatilidad internacional, sino respecto a la posibilidad de que se apruebe el plebiscito de la seguridad social que promueve el PIT-CNT. “Sorprende, dados ciertos riesgos que se presentan si resultara favorable el plebiscito de la reforma de la seguridad social, porque ello trae riesgos adicionales a la sostenibilidad de la deuda”.
A propósito, recordó las proyecciones del BPS respecto a que el déficit de la seguridad social podría pasar de representar el 2% del PIB en 2023 a un 8,1% del PIB en 2100 en caso de aprobarse la modificación. “Eso trae cierto riesgo, o impacto negativo que podría no haber sido capturado del todo en esta emisión, ya sea porque los mercados ven con poco riesgo a que el plebiscito salga, o el otro motivo, es que (…) aún así sigan viendo a Uruguay como un país con estabilidad macroeconómica y de buen manejo de las cuentas”, comentó la experta. “Para resumir, me sorprendió la prima del bono global, porque estábamos observando este riesgo inminente, y que pone en riesgo la sostenibilidad de largo plazo de la deuda”, agregó.
El camino es la recompensa
La gestión de la deuda ha sido mayormente elogiada –exceptuando algún matiz- desde las distintas veredas políticas.
Consultada respecto a si puede verse alguna diferencia de enfoque de la actual administración, respecto a las anteriores, Harguindeguy aseguró que “no se ve un cambio sustancial”. “El equipo de la Unidad de Gestión de Deuda del MEF ha mantenido cierta continuidad, sigue siendo casi el mismo, sigue estando liderado por Herman Kamil, y hay cierta estabilidad. No hubo cambios sustanciales, y ha continuado un trabajo sólido y consistente tanto en estos años como en los anteriores”, explicó.
Si bien evaluó que los resultados de una mayor desdolarización puede ser que se estén viendo ahora, explicó que ello se debe a que es el resultado de “un proceso”.